martes, 31 de marzo de 2009

El Arte del Retcon

Retcon, forma corta de retrocontinuidad, o continuidad retroactiva, es un término comúnmente aplicado a los trabajos de ficción en los que se hace referencia a algún hecho pretérito que forme parte del mismo universo ficticio, pero en el que se altera algún suceso o detalle del hecho referido. Por ejemplo, la película Forrest Gump está basada en una novela escrita por el estadunidense Winston Groom, pero en el texto original, Jenny, la mujer del protagonista, no muere, mientras en la cinta sí. Esto no es retrocontinuidad, sólo una libertad que se tomaron los escritores del guión de la película para darle mayor dramatismo a la historia. Sin embargo, lo que pocos saben es que la novela tuvo una secuela, y en ella, Groom, consciente de que muchos conocen la historia más por la adaptación cinematográfica que por la novela original (o quizá sólo para colgarse de la fama de la cinta), basó la secuela en la película y no en su propia novela, de modo que en Gump & Co. (así se llama, lo juro), Jenny, mágicamente y sin explicación alguna, está muerta, cuando en la cronología de la historia no debería ser así. Eso es retrocontinuidad.


Y parece ser que el retcon es todo un arte. Si no me creen, denle una checada al mundo de los cómics. Es más, probablemente ya sepan a qué me estoy refiriendo. A DC le encanta aplicar el retcon y cada que le da la gana, lanza sus ya famosas Crisis, en las que borra personajes y hace como si éstos no hubieran existido jamás, o trae personajes de la tumba, pero sin resucitarlos, simplemente nunca murieron, etc. Un caso particular es el de Jason Todd, el segundo Robin que acompañó a Batman. Pues según tengo entendido, cuando debutó el personaje en 1983, su origen era bastante fofo al ser una calca de la historia de Dick Grayson (el famosísimo primer Robin, el que salía en la serie sesentera y a quien los hispanoparlantes conocemos mejor con ese absurdo nombre de Ricardo Tapia), lo que causó que muchos fans lo odiaran por su falta de identidad. Así que en 1985, en su Crisis en las Tierras Infinitas, resetearon la historia de Jason para convertirlo en un malote, un vagabundo huérfano a quien Batman sorprende ¡robando las llantas del Batimóvil! Dios mío, qué ingenioso (y yo que creí que eso sólo pasaba en la Ciudad de México). Como sea, si antes los seguidores del llamado Caballero Oscuro (u “Orejotas” para su compa el Joker) aborrecían al joven Todd por ser una burda imitación del primer Robin, ahora lo detestarían por alejarse demasiado de la imagen y los “valores” que Robin representa (la lealtad, la amistad y todas esas cosas melosas), por lo que en 1988, apenas un año después de la retconeada, lo mataron cruelmente. Y aquí no termina la historia, el pobre Todd sería retconeado un par de veces más, pero mejor ya le paramos antes de que me confunda más.

Esté… ¿dije que el retcon es un fenómeno que se da en los trabajos de ciencia ficción? Miéntenme la madre, porque les mentí gachamente. Sí, no nos hagamos pendejos, en el mundo real nos encanta aplicar el retcon a nuestras propias vidas y hacer como que nada pasó cuando queremos evitar hablar de sucesos incómodos o vergonzosos. De pronto yo nunca anduve contigo, yo no conocí a esta persona, nunca estuvimos en este lugar… y somos tan hipócritas que no sólo nos lo creemos nosotros mismos, sino incluso los demás actúan como si de verdad esos acontecimientos hubieran sido como realmente los hemos reacomodado en nuestra nueva “continuidad oficial”. Ya sabes, la mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Las biografías y autobiografías de gente famosa están llenas de mentiras para ensalsar al susodicho o borrar un detalle que pueda manchar su leyenda, y ya que muchas veces no hay pruebas para refutar los relatos… el pasado es lo más fácil de manipular, créanme; si no me creen, chequen un libro de texto gratuito de historia que date de antes del año 2000, y uno de la actual época panista, y compárenlos; seguramente se impresionarán con los resultados. La historia de México que nuestros abuelos vivieron es distinta de la que nuestros libros nos narraron, y seguramente a nuestros hijos se la contarán de manera diferente también.

Es más, yo mismo he utilizado este método un par de ocasiones, por ejemplo, cuando hace poco en mi hi5 (no lo subí al blog por ser algo muy personal e íntimo –como si algún sitio de internet fuera realmente privado–) hice mi lista definitiva de amores y omití en ella a una o dos de mis antiguas musas por puritita vergüenza. Igualmente, soy testigo de algunas modificaciones que mis viejos amigos han hecho a sus anécdotas del pasado, pero debo admitir que sus nuevas versiones son más divertidas o convenientes que el acontecimiento original, así que con mi silencio (o al seguirles la corriente) doy legitimación tácita a las nuevas versiones. Por lealtad y respeto a esos amigos (y para evitarme pleitos jurídicos) no los balconearé, que quede en las consciencias de ellos (y la mía, por contribuir a la mentira –¡que no es mentira!, es sólo una pequeña retconeada, ¿qué no entendiste nada?–). Ya lo dije, esto de la retrocontinuidad es un arte, y TODOS somos artistas alguna vez.

3 comentarios:

Jaime (el porta!) dijo...

Hombre, Creo que he utilizado el retcon (inconcientemente, por que no sabía que tal término existiera! ¿es un retcon del mismo retcon? en fin). Yo nunca le había llamado retcon, simplemente lo llamo "hacerle al pendejo".

fabee dijo...

como lo del cumple de brenda no??
io no dije nada
i tu no hiciste nada
jajajajajaja
si entendi bn lo del retcon??

Chos dijo...

Jaja. Hasta a mi me ha pasado.... Recuerdo una memorable ocasión en la cual la frase: "esto nunca paso" salió a colación. Lástima, fue muy bueno y me hubiera gustado repetirlo. :D