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sábado, 4 de septiembre de 2010

Canciones mentirosas

When I walk with you,
when I talk with you
everything will be fine


Es una lástima que a veces las canciones mientan. Cierto que no hay nada como el apoyo de los amigos, pero ¿qué sucede cuando el amigo se tropieza y uno por ir junto a ellos, cae también? Hay que tener cuidado, no siempre los amigos son nuestra salvación.

Nada personal contra la canción, que de hecho me trae un excelente y muy querido recuerdo. Yo no'más decía...

jueves, 19 de agosto de 2010

¿Qué es lo que hace...?

Somehow the wires have crossed;
comunication's lost.
Can't even get you on the telephone

A veces tenemos a alguien especial, alguien que nos hace sentir amados. Y de pronto, esa sensación pasa de ser un simple placer a ser una necesidad. Esa relación es algo sin lo cual ya no concebimos nuestras vidas, a pesar de que hayamos pasado diez, veinte o treinta años perfectamente sin aquella pesona. ¿Qué pasó entonces? ¿Qué es lo que hace que algo innecesario se torne indispensable?

Y como nada es eterno, un día esa persona se va, dejándonos vacíos. ¿¡Cuál vacíos!? Esa persona no nos dio de comer, ni nos amamantó, ni nos parió. Aun así, terminar una relación duele más que si nos arrancaran un ojo. ¿Qué es lo que hace que una persona cambie nuestras vidas?

Quizá lo único más doloroso que dejar atrás una relación es la agonía previa a dicho final. Ese momento en que descubres que algo anda mal, y entre más tratas de buscar la falla para corregirla, más te hundes, hasta que finalmente eres tú mismo quien termina dando el golpe de gracia a lo que alguna vez fue el más hermoso vínculo de tu vida. ¿Qué es lo que hace que nuestras precauciones en lugar de prevenir un accidente, sean precisamente las que lo provoquen?

Sí... A veces duele más decir "te estoy perdiendo" que decir "te he perdido". Porque entonces, al morir, la agonía termina, y comienza un nuevo ciclo... que probablemente tendrá el mismo destino. ¿Qué es lo que hace que nos convirtamos en esclavos de nuestros sentimientos?

jueves, 1 de julio de 2010

Relaciones extrañas hay en mí

El ser humano por naturaleza es posesivo y envidioso; a diferencia de otros animales que velan por su manada antes que nada, el hombre también busca el interés de su grupo, pero antepone el individual. Y no sólo en cuanto a bienestar, ni siquiera en lo concerniente a la acumulación de riquezas o bienes materiales; por si eso no fuera poco, somos además envidiosos a la hora de compartir nuestras relaciones sentimentales. Siempre queremos destacarnos y ser “el único”, y si no el único, el mejor: por eso tenemos una sola pareja (sea desde un inocente noviazgo hasta un comprometido matrimonio) y nos da celos ver a nuestro compañero flirtear o incluso el simple hecho de verlo acercarse a alguien de sexualidad compatible es más que suficiente para que frunzamos el entrecejo. Y aunque en menor medida, lo mismo sucede con las amistades: el punto mismo de tener un mejor amigo es que sólo sea uno, ademas siempre querremos ser el mejor amigo de esa persona. ¿Por qué no conformarnos con ser un buen amigo y ya, para qué buscar tal distinción exclusiva? ¿Y por qué no permitimos que nuestra novia/concubina/esposa tenga coito con otros y sentirnos halagados por el simple hecho de ser tomados en cuenta como candidatos sexuales (o por lo menos, confiar en el/la y no sentirnos amenazados a la primera mirada)? Ah, no, ahí vamos a hacer panchos con eso de la fidelidad y la monogamia.

Y sin embargo, no sólo es cosa de orgullo. Tal práctica está ya tan arraigada en nuestra naturaleza que es parte de nuestro instinto de especie. Como la tortuga que nace en la playa consciente que debe caminar hasta el mar, el ser humano sabe que necesita de alguien para sentirse a salvo y útil: tener una pareja, o un mejor amigo, le hace sentirse no sólo particularmente protegido, sino que en la reciprocidad de tal fenómeno, además hay una sensación de ser especial e importante para su ser amado.

Por ello es que si llegamos a perder a dicho ser querido… Que Dios nos agarre confesados cuando eso suceda, porque lo que viene es un doloroso proceso que acabará con el alma del más fuerte y lo tendrá en estado de imbecilidad depresiva por un largo rato (usualmente hasta que halle una nueva relación de codependencia). Pero no puedo cuestionar esto por repugnante que sea, pues como ya dije, es parte de la naturaleza humana y la evolución nos lo ha enclavado en la parte más profunda e irremovible de nuestros CPU’s.

Sobre esto trata la canción que aquí describo. Ya que estoy en medio de una Toy Story-Manía (por cierto, oficialmente odio Toy Story 3: hizo que en lugar de cagarme de risa al volver a ver la primera entrega como solía ser, ahora no pueda evitar sentirme triste en cuanto empiezan los créditos iniciales al compás de “Yo Soy tu Amigo Fiel”), aprovecho para relatar lo que ocurre en mi canción favorita de la primera película de la serie: “Cambios Extraños” (“Strange Things” en la versión original). Todos se saben ya la historia, ¿no? Andy acaba de recibir un juguete nuevo en su cumpleaños: una despampanante figura de acción Buzz Lightyear que hypea al niño como nunca antes en su vida, provocando los celos de Woody, el vaquero de trapo que hasta entonces había sido el favorito de su dueño desde que éste tenía uso de razón.

Pero orgulloso como se suele ser, Woody niega tales celos y cuando se lo hacen ver, con soberbia exclama: “Ya verán, les demostraré que sigo siendo el consentido”, mientras las notas de inicio de esta canción comienzan a sonar.

Por primera vez en su pseudo-vida, Woody se siente inseguro, solo, amenazado... vulnerable. Como si Andy jamás fuera a volver a jugar con él cuando de hecho nunca deja de hacerlo, simplemente que ahora las fantasías de Andy son sobre aventuras espaciales y no de vaqueros, pero Woody permanece en juego durante la secuencia de la melodía. Ahí está: la terca necesidad de saberse especiales. La frase “fui temido y respetado, pero se acabó” ilustra excelsamente mi punto: el amor de Andy a su muñeco era más que una simple relación para Woody: era una dependencia, porque el muñeco necesita ser el preferido para sentirse que merece ser respetado, en lugar de que cada cual merezca respeto por quien es. No. Necesitamos ser sobresalientes para ganarnos el respeto de los demás (y a todo esto, ¿de qué carajos nos sirve el respeto, para empezar?). No sé si esta frase venga en la letra original o si sea un añadido de los traductores de Disney, pero en dado caso, fue una adición en verdad inteligente. Esto más el hecho de que la canción nunca menciona específicamente la palabra “juguete” ni ninguna relacionada con la historia en lo particular, hace que su mensaje trascienda el filme y sea aplicable a cualquier relación humana. Todos sentimos este dolor, ¿a qué no?

Pero como dice también la canción, el remedio que nos queda es aguantar. Porque así es el amor, siempre hay uno abajo y uno arriba, y es el primero quien sufre estas consecuencias. Y sí, a mí también me sucedió hace algunos años, y me costó mucho tiempo superarlo.

En fin, ya para concluir, he aquí la pieza de nuestra devoción esta noche:

martes, 23 de marzo de 2010

MV1K: Respeto

Isai, mi querido Isaí. Me caes re-bien. Siempre fuiste tan pulcro, tan amable. Jamás te vi fumar un cigarro o ingerir gota de alcohol.

Ni siquiera decías groserías y sabías reprimir tu ira para ser diplomático a la hora de los conflictos. Sabías cómo mandar a la chingada a la gente con estilo.Tampoco hiciste trampa en los exámenes ni te fusilaste tareas. Y aún así tenías buenas calificaciones. Y terminaste la carrera antes que yo. Eres un abogado hecho y derecho.

Todo eso te convertiría en la persona más aburrida del mundo. Pero también jugabas futbol, y aparentemente no eras malo en él (eso no lo sé a ciencia cierta, siempre he sido un imbécil para los deportes y no sé de ellos). ¡Y lo mejor! Eres baterista; dicen las malas lenguas que hasta para eso eres bueno.

Eres, en pocas palabras, una persona genial.

Tan genial que no puedo detestarte y ni siquiera envidiarte, a pesar de que tienes lo que yo más he querido en mi vida. Al contrario, te respeto por eso.

Isaí, eres un hombre respetable. Con todas las de la ley.

viernes, 19 de febrero de 2010

Here in the valley of indecision...

Ah, cómo me encantan estas dos rolotas! No me las he podido sacar de la cabeza en estos días, así que...




I'll never everevererevereverever ever gonna let you go! XD

jueves, 28 de enero de 2010

MV1K: De mayates al oeste

A las seis de la tarde, me asomo por mi ventana, miro el ocaso y sonrío. En algún otro lugar… quizás en la casa de al lado –no nos vayamos tan lejos-, alguien más observa la misma puesta de sol, y encuentra en ella un significado completamente diferente; probablemente añore un sueño fallido o una persona perdida, incluso puede que una lágrima brote.

Cada cabeza es un mundo y lo mismo aplica para los corazones: la percepción de cada individuo es única y bajo esta premisa un mismo acontecimiento puede provocar sensaciones distintas en aquéllos que lo presencien.

El arte, siendo precisamente una expresión de sentimientos (entre muchas otras cosas), no es la excepción, y una pintura o una novela puede tener miles de interpretaciones, únicas e independientes unas de otras. Es ahí donde radica la belleza y el valor del arte.

Estas perspectivas individuales de la obra ajena son más apreciables cuando una persona, sintiéndose tocada por el trabajo de alguien más, toma la decisión de reinterpretar la misma obra y al hacerlo aplica su propia personalidad. Esto es muy común en el cine, el teatro y –el tema que aquí nos trae– la música.

Los llamados covers consisten precisamente en eso: tomar una canción original de otro intérprete y hacer una ejecución propia. Tenemos todo tipo de covers, desde los que son meras copias al carbón de la original, hasta las que prácticamente reinventan la pieza y la convierten en una nueva composición de plano.

Existen covers memorables, como la versión que Jimi Hendrix grabara en 1968 de “All Along the Watchtower” de Bob Dylan, o el súblime climax que hace Led Zeppelin con “When de Levee Breaks”, originaria de Menphis Minnie. ¿Y quién no conoce “The Man Who Sold the World” de Nirvana? Lo que no todos saben es que esa canción fue escrita y grabada dos décadas antes por David Bowie.

En estos casos, siempre surgen dudas como: ¿qué versión es mejor?, ¿es válido hacerse famoso con el trabajo de otros? Personalmente no tengo nada en contra de los covers cuando están bien hechos. Como ya ejemplifiqué existen quienes hacen magia a partir de creaciones ajenas.

Por ejemplo… ¿alguien se acuerda de Village People, ese grupo de machos-afeminados que cantaba canciones más mariconas que Juan Gabriel? En los años 70’s sus canciones invadían las discotecas y no había fiesta en la que no se bailara “In the Navy” (canción predilecta de Waylon Smithers si la memoria no me falla), “Can’t Stop the Music” y especialmente “YMCA” y “Macho Man”. Incluso actualmente se sigue tocando YMCA en fiestas y reuniones (recuerdo clarititito a toda mi generación bailándola en mi graduación de secundaria).

Podemos descartar la música de Village People de basura y quizás lo sea, pero debemos admitir que tuvieron el mérito de no tomarse muy en serio y demostrar que ser gay no necesariamente implica ser un reprimido y estar oculto de la sociedad (en ese rubro, quizá beneficiaron a la sociedad promoviendo la liberación y expresión homosexual) sino que se puede ser homosexual y llevar una vida feliz (lo que por definición debería ser un gay *).

Y aun así, no todo era fiesta superflua y vacía. Entre sus éxitos menores existe una canción llamada “Go West”, de 1979, la cual podríamos considerar el momento cumbre de su carrera, ya que abandona por un momento las trivialidades a las que el grupo nos tenía acostumbrados para tornarse un poco más reflexiva. Cierto que no abandona del todo los ritmos disco propios de la agrupación, pero en comparación con sus hits tradicionales, encontramos aquí un arreglo y producción más discretos, que permiten tomarla en serio e incluso poner atención a la letra, la cual si bien es cierto no es ninguna muestra poética, sí posee una calidad intrínseca digna de ser recordada.

La lírica de esta canción es una simple proclama al amor, una dedicatoria a la media naranja de alguien. El protagonista de la canción le pide a su pareja que se vayan juntos al oeste, donde harán una nueva vida y serán libres y felices. El humor es el de un soñador que mira con optimismo la excursión que propone: “I know that there are many ways/To live there in the sun or shade/ Together we will find a place/To settle where there’s so much space” y “Go west, life is peaceful there/Go west, in the open air/Go west, baby you and me/Go west, this is our destiny”. En pocas palabras es un canto de esperanza al amor… al amor homosexual.

El “oeste” al que se refiere la letra es San Francisco (si bien nunca la menciona nominalmente, el contexto lo delata), ciudad que por alguna misteriosa razón, parece ser que siempre es la máxima encarnación del sueño americano: en el tardío siglo XIX todos querían ir al Viejo Oeste en busca de oro; en los años 1960’s California, en específico, Haight-Ashbury en la ciudad de San Francisco, fue la meca de la liberación espiritual del movimiento hippie, y en los 70’s esa misma ciudad fue percibida como la utopía de la liberación gay. De modo que el mensaje de la canción podría traducirse como “es un mundo áspero para los homosexuales, pero en California ellos son aceptados y celebrados; dirijámonos allá para ser felices y consumar nuestro amor gay sin más obstáculos, ya verás que todo estará bien en cuanto lleguemos”, lo cual en una época en la que no existía Kylie Minogue o Mika, realmente era un respiro para esta minoría. Es ahí donde radica la belleza y el valor de esta canción.


¡Momento! Esos “Together!” suenan bastante familiares… ¿Qué no esa canción es de…? ¡Así es! En otra vuelta de tuerca, Pet Shop Boys grabó esta misma canción en 1993, haciéndole cambios significativos, por no decir drásticos.

Dejando de lado la instrumentación y los arreglos (que por sí mismos representan un enfoque bastante distanciado), la principal diferencia radica en la atmósfera de la pieza. Con un inicio definitivamente solemne (basado en el Canon en re mayor de Johann Pacehlbel) y un tempo más lento, hay una profunda tristeza palpable a lo largo de toda la canción, que irremediablemente se impregna en el escucha desde el primer segundo.

Esta nueva atmósfera de tristeza al unirse con la letra, da la impresión de una utopía rota, como si el personaje estuviera consciente de lo vacío que es su optimismo y en consecuencia transmite su mensaje con inseguridad y duda.

La grabación surgió de la invitación que se hizo al grupo a participar en un evento en un evento de caridad a favor de enfermos de SIDA en 1992; los “Chicos” eligieron que ésta sería la canción que interpretarían y el público ovacionó. Entonces hicieron la grabación final y el año siguiente apareció como el segundo sencillo de su álbum Very.

El trasfondo de la canción (el SIDA) hace pensar que la intención del aire melancólico que se respira en la versión de los PSB es mostrar el otro lado de la moneda: la liberación homosexual trajo consecuencias muy graves: el SIDA, que originalmente se creía era una enfermedad que sólo entre ellos se daba. El libertinaje sexual provocado por la liberación de los 60’s y 70’estaba cobrando su precio, el cual por cierto, era muy alto, y la culpa de todo la tenía el oeste.

Por otro lado, observando la canción desde afuera y más allá del contexto lírico y musical de la grabación, debemos considerar lo siguiente: la canción fue lanzada poco tiempo antes de que Neil Tennant saliera del closet. ¿Podría significar todo este mensaje que la canción era el preludio de Tennant antes de salir del closet, temeroso de que su condición homosexual, ahora que sería “libre” lo condujera a esta utopía rota del SIDA?

Cierto, la canción tiene sus momentos alegres, ciertamente hay reminiscencias de Village People en esta versión y a pesar de la melancolía, todavía puede sentirse, aunque muy difuminado, un ligero aire de esperanza: puede haber temores, hay riesgos, la utopía está corrompida… pero siempre hay un mañana. La disonancia entre estos valores hace que el escucha se sienta triste, pero también conmovido; satisfecho y desconcertado a la vez. En el momento adecuado, uno podría ser llevado a las lágrimas por esta interpretación, y nunca se sabrá si tales lágrimas fueron de alegría o de tristeza. Simplemente son por sentimientos, supongo. Y eso sin mencionar la metáfora del viaje al oeste donde todo será mejor” interpretada como un mensaje anticomunista (América como el oeste en contraste con Rusia y la antigua URSS como el este, punto de partida), visión aportada por el video.


En definitiva, una canción que no debemos dejar pasar. La versión de los Pet Shop Boys no necesita más presentación, todos nos la sabemos de memoria, pero la de Village People también tiene sus méritos y merece ser revalorada. A pesar de que éste pudo haber sido un grupo desechable y hasta vergonzoso, con esta canción se ganaron su valía en la trascendencia de nuestra cultura. Inclusive, para sorpresa de muchos, y a diferencia de otras boy bands como los Backstreet Boys por ejemplo, que jamás escribieron su material, esta canción está co-escrita por Victor Willis, vocalista principal de nuestro grupo de mariquitas favorito, por lo que realmente merecen ellos el honor de habernos regalado esta canción. Es tan buena que fracasó. Ahí tienen.


*Gay en inglés significa “alegre”… o al menos eso significaba hasta que comenzó a utilizarse la palabra como eufemismo para referirse a los homosexuales hacia la década de 1930.

sábado, 31 de octubre de 2009

¿Qué será del rock urbano?

¿Qué tiene el album Under the Influence de Status Quo que a los rockeros urbanos les encanta? Me refiero, Quo es una banda que data de los años sesenta, sus clasicos pertenecen a esa década, y a lo mucho, a los setentas. Y el álbum referido es de 1999, uno de los más intrascendentes y desconocidos de su carrera.


Aun así, y por alguna extraña razón, mis dos canciones favoritas de ese album, "Twenty Wild Horses" y "Blessed are the Meek" han sido covereadas por grupos mexicanos de los llamados urbanos; de hecho, en el caso de Twenty Wild Horses, conocí primero la version en español, de Barrio Pobre, y me gustó tanto que fue por eso que me volví seguidor del rock urbano. Cuando investigué al respecto sobre la canción, descubrí la original del grupo británico, la cual amé al punto que sin pensarlo dos veces descargué el album completo, y Blessed se erigió en mi canción favorita del plato (junto con Horses); hace unos momentos, un wiki-walk por youtube me llevó a encontrarme con una versión en español de esa canción, llamada "¿Qué será de mí?" interpretada por Hazel, de quienes soy fan, por cierto, y otra de un grupo denominado Pacheco Blues. Y aunque no están tan chidas como la de Status Quo, cada una tiene lo suyo. Ustedes juzguen:

Status Quo: Blessed are the Meek (no se puede insertar el video, pero les dejo el link, porque la canción esta hermosa; si no ven los otros, al menos vean éste)



Qué cosas mas raras suceden en esta vida...

viernes, 9 de octubre de 2009

MV1K: La actriz que rompió mi corazón

En toda mi vida sólamente dos películas me han hecho llorar: Heartbreakers y Up.

En el caso de la primera, se trata de una típica comedia romántica. Lo que la hace tan especial es que es protagonizada por mi novia Jennifer Love Hewitt, y trata básicamente de una pareja de estafadoras, madre e hija: la madre, Max (Sigourney Weaver) enamora a un millonario, se casa con él y en plena luna de miel aparece Paige (la hija, interpretada por JLH) para seducir al esposo. La madre "casualmente" aparece durante la escena, descubre a su marido y demanda el divorcio, quedándose con la mitad (o al menos con una buena parte) de la fortuna del (des)afortunado (ex-)marido. Rutina que han llevado a cabo por un par de años, haciéndose ellas mismas de una jugosa cuenta bancaria.

En una de ésas, Paige se rebela y quiere ser ella la seductora original en el que será el último "trabajito" de estas mujeres, antes de retirarse, dividir las ganancias y disfrutarlas. La muchacha prueba suerte con un chaval de quien obviamente se enamora y todo sale mal pero al final el conflicto se resuelve y todos son felices como en cualquier película convencional. Sin embargo cuando Paige se casa con el sujeto, está segura que él no será como los esposos de su madre: cree que él se resistirá a los encantos de la guapa señora y le pide a su pareja que le prometa fidelidad, lo cual hace, pero eventualmente el chico sale a dar un paseo y no vuelve. Paige teme lo peor y se recuesta en su lecho matrimonial, donde un amargo llanto la invade en el silencio de su espera.

Todo esto con "Oh My Love" de John Lennon de fondo. La más hermosa canción que este señor jamás escribió (me encanta "Woman", pero afrontémoslo, está excesivamente sobrevalorada). Puta madre, ver a Jennifer Love Hewitt, el ser humano más hermoso del planeta, implorando amor y llorando al son de esa canción hizo que el título de la película, "Rompecorazones" adquiriera para mí un significado completamente distinto al que la película originalmente pretende. Literalmente sentí mi corazón hacerse cachitos; todavía recuerdo cómo al terminar esa escena caminé a la cocina de mi casa donde lloré a escondidas de mi familia, que seguía disfrutando del filme. Y hasta ahora, nadie lo sabía.

Si John Lennon hubiera estado vivo entonces, dudo que haya autorizado que usaran su canción en una producción cinematográfica de ese corte; pero qué diablos, él está muerto y Yoko es quien maneja el trabajo sucio ahora. Gracias Yoko, esta entrada va a tu salud y a la de tu fallecido marido que hoy hubiera cumplido 69 (¡el número mágico!) otoños y quien me diera tan tierna canción. Felicidades, y gracias.


(Adelántenle al minuto 6:50 si no quieren ver la escena completa)

Y gracias también a Ricardo Bragado, quien me regaló la película y me permitió verla por primera vez (ya que jamás salió en cines en nuestro país) hace tantos años.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Nanashima, segunda parte

En una entrada muy pero muuuy vieja, tan vieja que casi nadie la leyó, mencioné que me gusta mucho la música instrumental, incluyendo los chiptunes que conformaban las bandas sonoras de videojuegos ochenteros y noventeros, destacando una canción en particular, pero en aquel entonces no tenía yo idea de cómo poner videos en las entradas del blog (todavía desconozco cómo insertar videos en el blog mismo, como el de mi amiga Elsa), por lo que no la puse.

Como ese juego acaba de tener un remake, hay una nueva versión de la melodía, así que en lugar de insertar el video en la entrada original, mejor la pongo aquí, incluyendo las distintas versiones que han aparecido (incluyendo la que acaba de salir) para que elijan la que más les guste (algo me dice que yo soy el único que lo hará XD). Exorto a que la escuchen (al menos la última, que es completamente orquestrada y no suena a música de videojuegos en lo más mínimo) aunque no sean gamers; finalmente, estoy hablando de música. Ándenlen, ¿qué les cuesta?


(Original de Pkmn GS, 1999, Game Boy Color)


(Versión de una secuela, Pkmn FireRed/LeafGreen, 2004, Game Boy Advance)


(Versión de Pkmn HeartGold/SoulSilver, 2009, Nintendo DS)

Lo que es la tecnología, caramba. A pesar de todo, la que más me gusta es la segunda versión. Y ahora que lo recuerdo, inicié el mes prometiendo que no iba a poner nada en el blog que tuviera que ver con Pkmn; pero no pude evitarlo y frustraré el propósito a un día antes de conseguirlo. Hubiera podido esperar a mañana, pero nel... Discúlpenme, pero es que llevo una semana jugando Pkm Platinum casi ininterrumpidamente.

martes, 18 de agosto de 2009

MV1K: Cambios bruscos de temperatura

Hace unos días, de compras en la Comer (quiero suponer que la forma corta del nombre no está registrado y que por ende no estoy infringiendo ningún copyright, so...) escuché como música de fondo en la tienda la canción "Hot N Cold" de Katy Perry. Y andaba taaan de buenas (todavía era la semana pasada) que terminé cantando la canción. ¿Qué? ¡Pero si yo odio esa canción!

Estoy curado entonces, supongo...

Y es que hasta antes de ese día, escuchar tal canción me escaldaba casi al punto de entrar en convulsiones (tarea del lector: imaginarse a Juanito Banana revolcándose en el suelo, echando espuma por la boca) debido a uno de esos traumas que quizás Freud sabría explicar mejor. El caso es que... pff, la canción no es mala, pero me recuerda cómo mi más ambicioso proyecto amoroso se fue al caño pero si bien y bonito (prometo que es la última vez que toco este tema, yo también ya me estoy aburriendo de él y ella ha de estar harta de todo esto -y de mí-).

"Cambias de opinión como una chica cambia de ropa".

Con esa frase abre la canción de la que el presente escrito trata, y podría resumir mi vida entera. Hoy soy verde, mañana rojo ("soy un millón de personas diferentes de un día a otro", citando una de mis canciones favoritas: una galleta a quien me diga de cuál hablo). Tal indecisión puede ser útil a veces, convirtiéndome en una persona precavida en afortunadas ocasiones: otras, me vuelve un completo paranoico. Y al día siguiente, soy toda dulzura. Soy tan indeciso que no sé cómo es que tomé tan fácilmente la decisión de estudiar Derecho...

La canción de la Perry toca el tema de la indecisión en materia amorosa (uhm, qué original), es un reclamo de la cantante hacia la desconfianza que tantas relaciones arruina. Aunque la letra de la canción es más bien ambigua, el video lo ejemplifica de manera más gráfica, presentando a un novio que en plena boda, una vez pronunciados sus votos matrimoniales, sale huyendo del recinto donde la ceremonia se lleva a cabo, dejando atrás a una ofendida novia que parece decirse en su mente: "ni madres, este wey no me va a dejar vestida y alborotada" quien finalmente se lanza en persecución del indeciso novio. El final no pensaba contárselos porque ustedes mismos tienen que verlo, pero qué más da, como si a estas alturas no estuviera ya más vista que nada esa canción... al final resulta que todo lo ocurrido fue sólo una hipótesis que tuvo el novio sobre lo que podría pasar en caso de arrepentirse. Finalmente, acepta y tenemos una feliz pareja de recién casados. B-E-A-utiful!

Así las cosas, antes de que mi aventura con la chica de Tlalpan se volviera un drama de telenovela, juro que hubo un tiempo en que todo era miel sobre hojuelas. Pero claro, el inseguro de Juanito Banana se decía a sí mismo: "se me hace que algo va a terminar saliendo mal", de modo que traté de no darle mucho interés a la cosa, pero de cuando en cuando me clavaba en el asunto y yo mismo traté de disuadirla: "vamos a pararle, no confío en esto". Pero como la chica de la canción, la susodicha logro convencerme de que podría funcionar. Ocasionalmente el papel se invertía y era yo el que trataba de ponerla de vuelta en el camino cuando ella se hartaba de mis impulsivas acciones (o temiera que recayera). Pero la mayoría de las veces era yo el maldito paranoico. Un par de veces hasta grosero fui con ella si mi memoria no me falla.

Después de algún tiempo en esa angustiante situación, la mañana de navidad apareció en mi hi5 un comentario suyo, que a continuación reproduzco:

Cause we're hot then we're cold
we're yes then we're no
we're in then we're out
we're up then we're down
we're wrong when it's right
It's black and it's white
We fight, we break up
We kiss, we make up

Oh holy shit! Síp, es parte de la letra de Hot N Cold (sólo que en la canción original, dice "you", y no "we", salvo las dos últimas líneas). ¿No es un conmovedor regalo de navidad? Sin embargo, ella expresó que a pesar de todo, todavía quería. Tuvimos un par de episodios más pero siempre tuve la esperanza de que con todo y mis idioteces y dudas la cosa terminaría bien, como en el video; y no era una esperanza infundada, ella misma siguió dándome alas (incluso un par de días antes del fatídico desenlace). Hot N Cold se había convertido así, en la canción principal del soundtrack de mi reciente aventura y podía cantarla confiado y alegre, sabiendo que mi historia era tan parecida a la de ese video que un día ella y yo diríamos, al unísono, "Sí".

Con dicha mentalidad, el día que fui a su escuela iba yo tan confiado que su "Siempre no" me cayó como un balde de agua fría. Quería darle una grata sorpresa cuando me viera afuera de su salón, pero el sorprendido fui yo (y en el trayecto perdí mi SONRiSA). Mi historia no terminó como la del video. Qué frustrante. De verdad. No tienen idea de qué tanto. Por eso es que generé una alergía a Hot N Cold que me produce una total perdida del control de mis facultades mentales cada que escucho la mentada canción ante la irritante imagen de cómo todo eso terminó tan.... ni siquiera tengo palabras para expresar mi frustración, así que alguien más ponga un adjetivo para describir cómo terminó aquello. Siendo sinceros, todavía me quita el sueño a veces. No ella en sí -aclaro-, sino cómo fui tan idiota para arruinar algo que prácticamente tenía en bandeja de plata. Fue un EPIC FAIL tan épico que lo más probable es que sea en extremo hilarante... pero no para mí. Les daría todo lo que tengo por un pequeño pedazo de cordura.

Así que muchachos, no me sugieran que le lance piedras a su ventana por haberme rechazado, el culpable, el imbécil que la cagó, fui yo. Ella es inocente y afortunadamente se ha librado de mí. Y quiero suponer que el hecho de que no me hayan dado convulsiones en la Comercial es signo de que yo también estoy superando -por fin- mi gran fracaso.

viernes, 31 de julio de 2009

MV1K*: Esa silueta en la ventana

Comúnmente uno se siente atraído por canciones cuya letra refleje la situación en que se encuentra, o que expresen una postura similar a la ideología del escucha; de esa manera el individuo se siente identificado con la canción y es así como su gusto personal hace destacar la pieza de entre el resto de las que le gustan "sólo porque sí".

Bajo esta lógica, al decir que Love Sick de Bob Dylan (sí, otra vez él) es una de las canciones principales de mi soundtrack del último año se podría entender que me identifico con la rola, que estoy enfermo y harto del amor. Sí y no. Porque aunque mi fortuna en el amor es inexistente, de entrada nunca le he dado preferencia a dicho aspecto de mi vida como para decir que mi "mala suerte" me tiene frustrado; tengo cosas más importantes de que preocuparme. Sí me siento de algún modo identificado con la canción, pero no precisamente por el mensaje principal de ella, más bien por un pasaje contenido en una estrofa y nada más.

Soy Bomb y la chica de Tlalpan
Hacia finales del tercer cuatrimestre de 2008, encontré en yutub un video de la entrega número norrecuerdocuál de los Grammys (el caso es que es de 1998) en la que Dylan interpretó esa canción. Durante la actuación, un sujeto (Michael Portnoy, un medianamente conocido performer que se encontraba entre un grupo de extras para adornar el escenario durante la aparición de Bob) se coló al escenario y se puso a bailar como idiota, sin camisa, con un letrero en el pecho que decía "Soy bomb" (¿bomba de soya? ¿un mal intento de spanglish? Jamás lo sabré); obviamente el tipo fue arrastrado fuera del lugar en menos de un minuto, ante el atónito rostro de Bob (priceless!) y su bajista, Tony Garnier, cagado de risa (priceless x2!!), y todo transmitido en vivo. La hilarante visión se me quedó pegada como chicle en el cerebro y pasé los siguientes meses tarareando la canción por aquí y por allá.

Por esas mismas fechas (es decir, cuando vi el video en octubre, no cuando pasaron los Grammys en el '98), conocí a una mujer con la que hubo posibilidades de romance. Después de un par de meses de dramas telenoveleros, parecía que las cosas por fin cuajarían. Sólo faltaba que yo me armara de huevos y me aventara para consumar nuestro amor.

Sin tener nada previsto aún, alguna mañana del mes de enero un desafortunado y triste acontecimiento me puso en el sur de la Calzada de Tlalpan, a unos veinte minutos de su escuela, y esa misma tarde necesitaba presentarme a mi Facultad (yo estaba de vacaciones todavía). Necesitaba matar el tiempo en el inter. Mi primera opción fue reunirme con mi amiga de la prepa Elsa, que vive muy cerca de donde yo me encontraba, pero se hallaba indispuesta. Después de echarle sesos un rato, se me ocurrió caerle a la entonces niña de mis sueños (¡siempre quise usar esa bobalicona pero efectiva frase!), directito y sin escalas, en su escuelita, cerca de la estación La Noria del tren ligero (ella recién regresaba a clases).

De ese modo, llegaría al plantel desanimado por lo que me acababa de suceder y saldría de ahí con una flamante nueva novia, lista para consolarme. ¡Qué fácil y bella es la vida moderna! Todo estaba a mi favor. Inclusive, camino a su escuela, revisando mi mochila, encontré arrumbado entre mis cosas, mi disco favorito de toda la vida (SMiLE de Brian Wilson), del cual había planeado regalarle una copia (a final de cuentas, a todos mis amigos les regalé una en su momento). Sólo que lo que había en mochila no era una copia, era el disco original. Confieso que al principio titubeé, mas decidí dárselo; finalmente eso representaría un lindo detalle y en consecuencia, un arma infalible para terminar de conquistarla.

Lleno de confianza ante mi aparente situación ventajosa, arrivé al lugar indicado en un dosportres y cuando vi a la susodicha... no tengo palabras para describir el momento...

El caso es que platicamos de manera informal durante un rato, le conté mi triste desventura del día anterior (necesitaba desahogarme con alguien. Y sí, conmover al blanco era, según yo, una buena técnica para que bajara la guardia y me dijera que sí) y ella me dio un poco de consuelo. Después pasamos a temas más alegres y, una vez que el ambiente fue adecuado, poco después de haber puesto mi disco en sus manos, ella misma sacó a tema el punto de mis sentimientos.

Massive damage!

Al ver que ella misma fue quien preguntó, me sentí todavía más confiado. Si ella quería que le dijera, era por algo, ¿o no? Así que le expuse mi sentir y finalmente, le hice la propuesta como pude (imaginen a Veggie hecho un nudo de nervios). Esperé que me dijera "sí mi amor, ahora dame un beso y escapemos juntos" (OK no, pero sí esperaba una respuesta afirmativa). Lo que en realidad obtuve fue un: "¿Qué crees chavo? Dejaste pasar tanto tiempo que ya se enfrió la cosa", que me dejó de a seis. WHAT THE FUCK!?

Para ponerlo en términos simples:

Veggie got owned. LOL.

En ese momento, de estar en mejores condiciones, le habría espetado "Escuincla pendeja, devuélveme mi disco", pero estaba yo demasiado cansado y desganado, así que no dije mucho. No es cierto. En realidad quise conservar un poco de emotividad, por eso aunque ella ofreció devolverme el disco, me negué a aceptarlo, después de todo se lo di por ser alguien importante para mí, no para comprar su amor. Momentos después, ella tuvo que entrar a una última clase y el señorito se quedó a esperarla mientras digería su derrota y trataba de pensar en un método efectivo para remediarla.

I see...
Así que durante su clase estuve caminando por la escuela, cavilando en mi desilusión. Finalmente, caí abatido en un hermoso jardín, a la sombra de un árbol. Luego de recuperar un poco las fuerzas, me senté bajo el árbol a escribir. Pero el ambiente me distraía: aunque el patio estaba lleno de hierba, flores y algunos árboles, estaba atiborrado de gente, en su mayoría parejas que no dejaban de "hacer lo suyo", lo cual en mis condiciones no era la mejor vista. Giré mi cabeza al lado opuesto, sólo para tener ante mis ojos el ventanal del salón... no recuerdo el número, pero era el de ella.

¡Y por supuesto!, ella estaba sentada juntitito al ventanal, por lo que no pude evitar observarla. Vaya tortura. O miraba lo que acababan de impedirme hacer (mi meta frustrada), o miraba a quien me lo impidió. Ninguna opción era plausible y terminé, entonces sí, hasta la madre de frustrado.

En lugar de largarme de esa escuela, que era lo más sano, me quedé a esperarla como niño bueno (realmente debí quererla demasiado para aguantar eso... o de plano, estaba muy pendejo), contemplando el espectáculo de las parejas en el patio y la mujer en la ventana. Lo cual soporté estoicamente hasta que ella salió de clase y pude verla unos minutos más antes de que se fuera a su casa, abandonándome en ese lugar. Entonces, como una visión, Love Sick volvió a aparecer en mi mente, y recordé esta estrofa de la canción:


I see, I see lovers in the meadow
I see, I see silhouettes in the window
I watch them 'til they're gone
And they leave me hanging on
To a shadow


(o sea: Veo, veo parejas en la pradera/Veo, veo siluetas en la ventana/Las observo hasta que se han ido/Y me dejan colgando/de una sombra)

Pff, bastante similar a lo que me había ocurrido.

Desde entonces no puedo evitar relacionar Love Sick de Bob Dylan con ese día de enero de 2009.

Nada había terminado, un día largo me esperaba: apenas eran las 2 de la tarde y todavía debía exponerme a una pelea contra un maestro por una calificación (para eso iría a mi escuela esa tarde) y a que, rumbo a mi casa, descubriera (ya a medio camino) que no llevaba llaves y fuera necesario retroceder e ir al trabajo de mi papá y esperarme a que él saliera para poder regresarme con él. Odié ese día como ningún otro en fechas recientes. Afortunadamente, hoy puedo recordarlo con gracia y cierta satisfacción (por haber sobrevivido) cada que escucho la vieja canción dylaniana.

Y al final
Un par de semanas después de aquel evento, ya como amigos (o al menos eso me han hecho creer todos estos meses XD), durante una llamada telefónica, ella y yo criticábamos y cuestionábamos la chafa selección que la edición de enero de Rolling Stone hizo de los mejores cantantes de la historia, con Bob Dylan en los primeros lugares. Cierto, soy un fanático irredento, pero ello no me impide estar conciente de que el viejo no es perfecto y que a pesar de todos los talentos que el señor podrá tener, el cantar no es uno de ellos.

Moción que mi interlocutora secundó haciendo una muy graciosa imitación del buen Bob cantando Like a Rolling Stone. En respuesta le dije: "Y eso no es nada a comparación de como canta actualmente". Ella dijo no estar enterada y le prometí que en cuanto tuviera tiempo probablemente esa misma noche) le postearía en su hi5 un video de alguna interpretación reciente -digamos de los 90's para acá- de Dylan. Sobra decir que la canción que le puse fue Love Sick (y para cerrar con broche de oro, la versión de los Grammys con Soy Bomb en acción), permitiéndome así dedicarle la canción en secreto. Veggie owns again.







*MV1K: Mi Vida en 1 Kanción, para abreviar.

lunes, 30 de marzo de 2009

Mi vida en una canción: Sexo y Caramelos

A mediados de 2006 a Felipe Calderón le regalaron (porque no es tan inteligente como para robársela él mismo) la presidencia de México y su compa Andrés Manuel López Obrador hizo berrinche porque creía que él sería el que recibiría tan preciado obsequio (como si se lo mereciera el muy iluso).

A mediados de 2006 yo pesaba 89 kilos y decidí someterme a un régimen que aunque me costó lágrimas y sudor (especialmente sudor), me dio salud, condición física y un cuerpo medianamente estético.

A mediados de 2006 los videojugadores del mundo esperábamos con impaciencia el lanzamiento de las consolas Playstation3 y Wii que llegarían en noviembre de ese año, y babéabamos con cada nueva revelación sobre dichas consolas, sin mencionar los orgasmos que venían si se mostraba algún video en tiempo real de algún juego específico.

Pero lo más importante de todo, a mediados de 2006 las Pipettes nos regalaron una obra maestra. Su álbum debut, We Are the Pipettes, es una maravilla de la música actual en mi personal opinión, y uno de los discos más chingones (porque no es un disco cualquiera, es un discazo) de la década. Es como un helado: dulce hasta la médula (¡pero los helados no tienen médula!) y sin embargo jamás te empalaga, lo disfrutas hasta el último momento.

Aunque en apariencia es solo pop fácil interpretado por tres niñas cuyos vestidos parecen envolturas de golosinas, si nos adentramos un poco descubriremos que la música que estos caramelos danzantes (como las llama una amiga mía) interpretan no es nada sencilla: sus ensambles vocales son sumamente complejos para ser sólo tres vocalistas, y funcionan con las melodías presentadas de una manera sencillamente inigualable. Pocos artistas, sea cual sea el género, ponen tanto empeño en sus arreglos vocales, y eso ya es un mérito para estas tres chicas, y un signo de identidad del que pocos pueden presumir. Además de sus talentos vocales, sus arreglos instrumentales y melódicos tampoco son nada despreciables: a pesar de la naturaleza popera de la banda, en sus canciones encontramos movidas guitarras eléctricas, cadenciosos bajeos y baterías ponedoras. A ratos hasta suenan rockeras, gracias a sus músicos de acompañamiento (y los cerebros de la banda, al ser estos sujetos quienes crearon a las niñas Pipettes y componen el material que no escriben las mismas féminas), The Cassettes, una banda de rock indie que incluso podría hacerla por su propia cuenta.

Como hombre debo admitir que al atractivo auditivo que este grupo británico proporciona, hay añadir el visual: ninguna de ellas es fea, y una en particular, Rosay Pipette (Rose Eleanor Dougall, o Rose pa’ los cuates), es uno de los seres humanos más bellos que he visto. Físicamente hablando (la violaría si pudiera… sí, lo haría… si es que antes no me orino de nervios nada más de verla). Es precisamente ella quien lleva la voz principal en Sex, la undécima canción del disco, y mi favorita personal.

¿Por dónde comienzo? Un riff en los tambores sospechosamente muy similar a Be my Baby de las Ronettes da inicio al track, seguido de un suave rasgueo a una guitarra que da paso a la entrada de toda la banda, que ya bien acomodada es seguida por la voz de Rose, que a pesar de su timbre grave da un tono agudo a su garganta en esta canción, otorgando un toque de ternura y sensualidad a una canción cuyo título y letra son meramente sexuales. Las voces que corean tanto durante las estrofas como en el estribillo son de alto contenido erótico (o sea que se sugiere la supervisión de adultos si un menor de edad escucha esta canción), y la frase “rest your pretty head” da cuenta de ello. La canción perfecta para hacer el amor. Y es perfecta porque nunca cae en lo vulgarmente gráfico sino que da pauta a que la imaginación del escucha vuele hasta donde su mente se lo permita. La letra es erótica y la voz dulce; no es una canción para tener sexo, es una canción para hacer el amor (odio esa comparación tan trillada en la literatura barata, pero en este caso encaja perfectamente).

Ya sé que no hay mejor voz que la de tu pareja cuando tienes sexo, pero eso no impide que una canción como ésta sea un gran acompañante para el viaje… supongo, nunca he hecho el amor con esta canción de fondo (pocas personas de mis allegados conocen a las Pipettes, y a nadie de ellos les gustan). Mataría por hacerlo con esa canción. ¡Lo juro!

Ah no, estaba en la canción, ¿verdad? Francamente no tengo muchas palabras para describirla, o más bien para describir su belleza. Pero escúchenla (y olviden lo que dije que haría con esa canción, no vaya a serla de malas…) y verán que lo que les digo es cierto. Esa canción es la verdadera puerta al cielo.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Mi vida en una canción: cinco años de Tangled Up in Blue

18 de marzo de 2009. Hoy se cumplen ni más ni menos que cinco años (¡media década!) del nacimiento de la revista escolar Pajarote, que marcara época en la que fue mi escuela preparatoria, la Universidad Hispanoamericana, revista de la cual fui orgullosamente miembro fundador y asiduo colaborador. Mi generación fue la última que se graduó de ahí, antes de que la institución fuera vendida a la UVM. Y nosotros lanzamos la revista en los meses finales de nuestros estudios medio-superiores, por lo que sin duda fue parte del grand finale no sólo de los que fuimos generación 2001-2004, sino de dicha escuela, que tuvo acceso a nuestra publicación. Y no lo digo por presumir ni por enfermiza nostalgia, hablo con sincera objetividad.


Y es que producir y dirigir una revista entre tres personas (mis amigos Fernando “Loko” Mora Mendoza, Ricardo Bragado Salyano y su servidor) que se quedaban en la escuela pasadas las horas de clase para organizar la edición, seleccionar y corregir los textos de los colaboradores, diseñar portadas, imprimir y armar de manera artesanal las copias de la revista, sin mencionar que nosotros mismos escribíamos para Pajarote, es una tarea ardua para alguien que además debe lidiar con sus deberes escolares, que al final del ciclo escolar siempre son pesados hasta la madre. Ah, y por cierto, toda la inversión salió de nuestros bolsillos, porque jamás cobramos un solo centavo por Pajarote, la regalábamos en los patios de la escuela o en nuestros salones de clases. El solo hecho de haberla publicado ya fue un éxito en sí. Y la respuesta fue muy buena, en un par de semanas (la publicación era semanal, aunque en las ocho semanas que quedaban al año escolar sólo pudimos publicar cinco números, por los obstáculos ya mencionados) toda la escuela hablaba de nosotros, alcanzando nuestro máximo nivel de difusión cuando en el segundo número, el Loko publicó un texto muy crítico y con un tono muy agresivo sobre las autoridades escolares que casi nos costó la expulsión a los tres (Bragado se echó un paquetote encima cuando salió a defendernos frente al coordinador de sexto grado); al final, triunfamos y de alguna manera hicimos leyenda en el difunto Hispano. Those were the days.


No sólo es hoy el quinto aniversario de esta revista, sino que además, en ella por primera vez publiqué un texto de mi autoría (aunque desde la secundaria escribía pequeños relatos y textos que pretendían ser convertidos en canciones cuando aprendiera composición musical –cosa que a la fecha no ha sucedido–, pero jamás me animé a mostrar nada de eso a nadie), de manera que además es el quinto aniversario de mi debut como escritor. Media década de textos, y considerando que de un par de meses para acá mi inspiración literaria está pasando por un revival (para no usar el cursilísimo término “segundo aire”), la efeméride debe ser bien conmemorada. Aquel texto llevaba por título “Tangled Up in Blue”, que era el nombre de mi “columna” (entre comillas porque no era una columna, el texto final resultó más largo de lo planeado y abarcó dos planas completas de la revista), y al ser el primer número, expliqué el origen del nombre. Es una canción de Bob Dylan que me traía loquito por esas fechas, ya que fue el soundtrack de mi entonces reciente San Valentín, el cual, como dije hace algunas entradas, se trató del primero que realmente disfruté en mi vida.


Así que mi primer texto publicado fue la crónica de mi San Valentín de 2004, mediante la cual de paso, confesé mis sentimientos hacia una amiga de la prepa (confabulé un sencillo pero efectivo plan para que en febrero ella no notara que lo que sucedió entre nosotros se debía a que yo estaba enamorado de ella), a la postre el último de mis amores que no terminó en tragedia. Hace unas semanas encontré una copia impresa del borrador de ese texto (ya que ninguno de los tres conservó ningún número de Pajarote), y pensé en darle una manita de gato y publicarlo de nuevo como cumbre de esta conmemoración, pero anoche pasé horas buscándolo sin éxito. En cuanto lo halle de nuevo, estará aquí para celebrar mis cinco años como escritor.


Mientras tanto, les recomiendo mucho Tangled Up in Blue, está muy buena la rola y hasta sale en RockBand 2 (y de hecho es la canción más difícil en el apartado vocal, no cualquiera desentona como lo hace Bobby Dylan). Es una chulada. Disfrútenla, que estén muy bien, espero leerlos pronto.
Ah, y también hoy se cumplen dos años del día que casi me estallan los intestinos por andar jugando a ser como Anahí...