miércoles, 18 de febrero de 2009

Conociendo a los Beatles

Éste lo escribí en agosto pasado, y gracias a él pasé buenos momentos...

Conociendo a los Beatles: el más intrascendente texto del mundo
(Para Steisy; sé que odias a la gente pretenciosa pero no pude evitar el título mamonamente pretencioso)
Jonathan Vega Villarreal

Uno de mis más antiguos recuerdos me remonta a la primavera de 1992, el día del bautismo de mi hermana menor. Dicho recuerdo incluye, además de una pelea con un niño que muchos años más tarde se convertiría en un gran amigo, mi debut cinematográfico, gracias al video que mi papá realizó de tan magno evento en glorioso BETAMAX. Una de las primeras escenas de dicho filme consiste en un discurso improvisado que di como respuesta a la pregunta “¿qué le deseas a tu hermanita?”, pronunciada por mi progenitor.No es asunto de este texto burlarme de lo cagado que debí haberme visto (imaginen al pequeño Veggie, peinado de jícara, tartamudeando ideas difícilmente inteligentes sobre el cariño profesado a su ya desde entonces fastidiosa pero amada hermana menor) ni la dicha de una infancia perdida (eso ya lo he hecho hasta el hartazgo). En realidad lo que me sigue conmoviendo de ese flashback (porque el video no lo he visto en unos 10 años, tras la desaparición de la cinta que lo contiene) es que, a la par de mi discurso, puede escucharse como fondo musical la frase “Lovely Rita, meter maid”, cantada por un sujeto llamado Paul McCartney. Algo me dice que no es coincidencia la presencia de esa canción en dicho momento, ya que en aquel entonces yo era fanático de una canción llamada “When I’m Sixty-four”, contenida en el mismo CD (que en esas épocas era la novedad poseer esos discos tan “pequeños”) y que de hecho es la que precede a Lovely Rita, lo cual me hace concluir que hasta entonces me decidí a hablar y no antes porque me encontraba muy ocupado cantando mi canción favorita (imaginen a un niño de 5 años tratando de cantar en inglés).Todo esto viene a que, a pesar de que son quizá la entidad musical que más me ha acompañado en la vida, no recuerdo haber escrito jamás algo relativo a los Beatles y no sé por qué. Supongo que por ser quienes son, ya nada se puede decir de ellos y he querido evitar caer en más lugares comunes. Pero quizás un escrito más sobre ellos, aunque no aporte nada, tampoco perjudicará a nadie, y además, un verdadero artista (o simplemente cualquier persona libre) dice las cosas que quiere y cuando quiere. Así que, a raíz de una petición reciente de parte de una amiga, y que esta tarde me encontré una revista de Paul McCartney cuya lectura disfruté sobremanera, puedo decir que el momento ha llegado: me uniré a la infinita pléyade de fans que han vertido palabras sobre tan insigne conjunto musical. Si están sobrevalorados o no (ni siquiera estoy completamente seguro que sean mi grupo favorito, pero ciertamente me encantan y son de las pocas cosas que me pueden conmover en la actualidad), me vale madres, no pienso discutir eso, sino sólo expresar lo que se me antoje sobre ellos y gritar a los cuatro vientos: ¡SOY FANÁTICO DE LOS BEATLES!

Exorcisados los demonios, puedo permitirme proceder (¡miren! 3 palabras consecutivas que inician con la letra P. ¿Consideran eso estético o antiestético? Me cagaré en las reglas de la sintaxis y el buen estilo por el día de hoy) en mi faena.Apenas un par de años más tarde, como cualquier niño que deja sus juguetes viejos arrumbados cuando encuentra uno nuevo, abandoné mi fanatismo por los Beatles y en general por la música cuando los videojuegos (mi otro gran amor) me cautivaron, pero ésa es harina de otro costal. Mas a la edad de 13 años, con el despertar de mi adolescencia, los redescubrí y desde entonces la relación ha sido fructífera y satisfactoria. Ha habido altas y bajas como en cualquier romance, pero dicen que el amor verdadero lo puede todo, y después de casi 10 años de aquel reencuentro, sigo tan enamorado de ellos como la primera vez. Y sigo sin saber por qué.
Más allá de lo musical, este cuarteto ha trascendido mi persona al punto que lo más cerca que he estado de la homosexualidad es cuando contemplo perplejo las mejillas (o más bien la carencia de éstas) de George Harrison, rodeando su amplia sonrisa; fue gracias a él que se me ocurrió tocar la guitarra (si bien nunca pude llegar a nada), debido al chillante pero atrayente sonido de su Rickenbacker de 12 cuerdas (sonido posteriormente copiado por los Byrds, y desgraciadamente atribuido a ellos y no a Harrison, su verdadero artífice), y fue mi admiración hacia él la que me llevó a usar barba entre los 15 y los 20 años y dejarme el cabello un poco largo; también puedo admitir, aunque con cierta vergüenza, que su muerte en noviembre de 2001 es la pérdida que más he lamentado (con el perdón de mis amores no correspondidos y familiares fallecidos, aunque ellos saben que también los quise un chingo). Mi actual dirección de correo (“darkhorse”), se la debo también a una de mis canciones favoritas de este señor, si bien una canción fuera del grupo (bien muchachos, ahora saben de dónde viene mi dirección, ya pueden dormir tranquilos). Y cómo no, su primera mujer (Pattie Boyd) era bella como pocas féminas (y si no me creen, pregúntenle a Eric Clapton, quien le compuso Layla, otra de las canciones más hermosas y desgarradoramente conmovedoras de la historia), y la segunda (Olivia Arias), de orgulloso origen mexicano. ¡Un hijo Beatle tiene sangre mexicana y es hijo ni más ni menos que de George! (ahora hasta patriota me volví…..). Más allá de los Beatles, Harrison me introdujo a la filosofía hindú y a los geniales comediantes de Monty Python, así como a la poesía de Bob Dylan (mi otro súper ídolo) entre otras linduras que a este señor le debo. Gracias George.
Lo lamento, no puedo sentir atracción física por Paul McCartney, pues se parece mucho a la mamá de un amigo mío de la infancia y ello lo considero un poco enfermizo, así que muchachas, pueden estar tranquilas, no les trataré de arrebatar al buen Macca. Pero sí puedo decir que cuando escucho cualquiera de sus composiciones comprendo a la perfección cómo es que se ha convertido, según Guiness, en el músico más exitoso de la historia: sus letras podrán ser tontas, pero Paul comprende lo que es la música, y nadie domina la creación de melodías como él (y si no me creen, escuchen Good Day Sunshine o cualquier otra de su autoría, les apuesto que terminarán silbándola o mínimo moviendo su pie al compás de las notas, se los garantizo, y si no, les devuelvo su dinero). Siempre he odiado a Paul McCartney por su mamonería y por hacerle la vida imposible a George, pero también tiene todo mi amor gracias a sus canciones. ¿Quién podría odiar al ángel que escribió para nosotros joyas inmaculadas como Hey Jude y Live and Let Die (sin mencionar la ya fuera del bien y del mal Yesterday)? Además él fue el genio (y no John, sorry fans lennonianos de hueso colorado) detrás del concepto del Sgt. Pepper’s, álbum cuya divertida y a la vez aterradora portada conformaba parte del atractivo que me ataba al grupo a mis 5 añitos de edad. Aún me da miedo la cara de zombie de Johnny Weismuller en esa foto…

Respecto a Lennon… bueno, vacas sagradas son vacas sagradas. Debido a su prematura y sobre todo, trágica muerte, el hombre se ha vuelto tan inalcanzable que cada nueva película o documental sobre él no hace sino elevar más a este mártir. Espero al respecto que la nueva cinta Chapter 27, que trata sobre su asesinato realmente valga la pena y no sea un acto de necrofagia más. Yoko Ono debería ser más recatada en cuanto a la explotación de su marido muerto. Si yo fuera ella me daría por bien servida y sería feliz sabiendo que influí para bien en la personalidad y talento del buen Johnny: haber inspirado Woman me convertiría en la persona más orgullosa sobre la faz de la tierra. Por cierto que esta canción me acompañó en una de mis más grandes aventuras amorosas, pero la identidad de la pobre desdichada no la reveleré por pudor propio y por respeto a ella. Cierto que fue arrogante, soberbio, depresivo y mamón, además de mandilón (el amor mueve montañas….. o te convierte en un pelele sin voluntad, depende de cómo lo quiera uno ver), pero como sea, John Lennon fue el fundador del grupo y ciertamente las más complejas y chingonas piezas de los fab tour (Lucy in the Sky, A Day in the Life, Strawberry Fields y I am the Walrus por mencionar algunas) las debemos a su autoría. Eso es lo que lo pone más allá del bien y del mal. Por eso John Winston Ono Lennon vive en nuestros corazones… y en nuestros discos y en nuestras pobres carteras que desembolsan su contenido para comprar el último producto de parafernalia lennoniana…
Quien haya acuñado esa famosa frase de “Rigo es amor”, debió ser un disléxico que se comió una N: no quiso decir “Rigo”, sino “Ringo”, y no se refería a Rigo Tovar, sino a Ringo Starr, baterista de los Beatles, dos personas que tienen por única cualidad en común el haberse dedicado a la música. Y es que Ringo podrá no poseer la décima parte del talento de sus tres compinches, pero sí es dueño de un carisma que ni John, Paul y George juntos reunirían jamás. Sólo concibo dos clases de personas que no amen al nacido bajo el nombre de Richard Starkey: aquéllas que no saben de su existencia, y quienes jamás han conocido ninguna clase de amor. Pocas celebridades tan adorables como el buen Ringo, y estoy seguro que cuando muera le llorarán –lloraremos– más de lo que serán llorados digamos, Paul McCartney, Mick Jagger o Bono. Y aun así, entre sus pocas buenas canciones, tenemos algunas bastantes simpáticas (¡qué digo simpáticas, maravillosas!) que justifican su lugar en la historia. Me refiero a la melancólica y algo fetichista Photograph, la juguetona It Don’t Come Easy (ambas co-escritas por Harrison) y esa extraña oda a Acapulco (mariachi incluido) llamada Las Brisas (continuando con el patriotismo, fue en México donde conoció a su actual esposa). Eso sin mencionar que es Ringo quien se roba los filmes de los Beatles: A Hard Day’s Night, Help!, y hasta en caricaturas en Yellow Submarine (canción que de hecho, aunque de autoría lennoniana, es interpretada por Ringo), lo cual le permitió establecer una nada despreciable carrera como actor (aquel que no haya visto una de las películas mencionadas, o alguno de sus “trabajos” solistas como 200 Motels o The Magic Christian, no ha visto cine). Y en términos de mi egocentrismo, el cumpleaños de Ringo Starr es un día después del mío, y el día que Ringo cumplió 60 años (en 2000, el mismo día que yo salí de segundo de secundaria tras haber cumplido los 14 años de edad) fue la última vez que vi a un muy buen amigo, quien por alguna extraña razón desde entonces me persigue en sueños.
Pero dicen que el todo es mucho más que la suma de sus partes y personalmente creo que si estas 4 personas no hubieran coincidido en la misma banda de rock, no hubieran sido una sombra de lo que fueron juntos en ese colectivo bautizado por un hombre sobre una tarta en llamas.
Independientemente de la influencia y simpatía que sobre mí han tenido cada uno de sus miembros, The Beatles como grupo también hicieron grandes cosas por mí: ellos me introdujeron al mundo del rock (quizá ése sea el lugar común más gastado: “me inicié en la música gracias a los Beatles”; afortunadamente aún hay gente cuerda como Peter Gabriel o Joe Strummer que reniegan de ello, aunque no sé si dicha negación sea sincera o mero snobismo, ya que es difícil escapar de la influencia de estos cuatro británicos) y con él al arte en general (o sea, gracias a los Beatles me salvé de ser un chico RBD o algo así, según esta declaración); también debo admitir que gracias a ellos he conocido a un par de grandes amigos y claro, una de mis lecturas favoritas, la revista La Mosca en la Pared, comencé a comprarla cuando los de Liverpool aparecieron en su portada en diciembre de 1999. Y volviendo a mi egocentrismo (que a final de cuentas todos lo somos, quien esté libre eso que arroje la primera piedra. ¿Nadie más? Lo suponía…), puedo presumir que toda esa historia comenzó cuando en 1957 John Lennon y Paul McCartney se conocieron… un 6 de julio, precisamente el día de mi cumpleaños. ¡Muéranse de envida, beatle-fans!

Para bien o para mal, no concibo mi propia vida (y por ende, al mundo) sin los Beatles, pero me alegro que así haya sido, han hecho que este viaje sea menos duro y aburrido y mucho más mágico y misterioso.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Jajaja! que mamón y pretencioso texto, jajaja, no te creas, como te dije en ese entonces, muchas gracias por texto, me dio almplio panorama, además de que conocí lo que pensabas de los de liverpoooooooool, jejeje! muchas Gracias Juanito Banana (Popper chingá!!)

Anónimo dijo...

D:
Jajaja pues no sabía que los 'Birols' significan tanto para ti.

En lo personal no me llaman mucho la atención, me llaman más otros que mencionas por ahí como el buen Eric Clapton o Bob Dylan. Pero si de algo estoy seguro es de que eran más grandes que Jebús :D

Y como dato curioso (por que a final de cuentas hoy aprendí mucho y debo dejar algo a cambio!) la frase "Rigo es amor" es de el mismo Rigo Tovar, y se debe a aquella frasecilla que reza "el amor es ciego", y como el buen matamorence también lo era...