lunes, 31 de agosto de 2009

My latest hit single

Simplemente se me ocurrió mientras caminaba hace unos minutos:

On a night like this
All my feelings flow
I'll be standing here
Just waiting for you

(interesados en ponerle música y grabarla avísenme)

Wake me up when September starts

Agosto está por terminar. Y vaya que fue un mes agitado: la primera quincena constituyó mis mejores días desde octubre-noviembre del año pasado, para dar paso a mi peor semana desde enero y finalmente terminar el mes de manera más o menos tranquila, reponiéndome del ajetreo de las tres semanas previas; inicié mi onceavo semestre en la Universidad cuando no debía iniciar nada más que mis trámites de titulación e hice mi primera compra en ebay (un Nintendo DS. Yay! Después de año y medio por fin recuperaré mi amada consolita); en el aspecto creativo no me puedo quejar: 12 entradas en este blog (el pequeño paréntesis no cuenta; a cambio, puedo decir que además de esas 12, tengo 3 entradas potenciales en borrador que no pude terminar), todas bastante variadas: análisis musical, anécdotas, intentos de periodismo, sátira y crítica social, autocrítica (con su debida autoparodia), y hasta un cuento medio viajado ("una historia porno con buenas vibraciones", la llamó alguien por ahí, cuando mi intención original era hacer una tragicomedia surrealista). Con todo, el mes más fructífero del año, por lo que en retrospectiva, es el mejor mes (las caídas, si sobrevives de ellas, son un punto extra, así que mi crisis de hace dos semanas es parte de lo bueno del mes también) que he tenido.

Y lo que viene. Septiembre siempre ha sido un mes lleno de cambios y momentos trascedentes en mi vida, para bien o para mal. He aquí un sumario de lo que mis memorias conservan:

El 9 de septiembre de 1999 (9-9-99) cometí la más grande idiotez que jamás he hecho, tanto que a una década de distancia (¡en una semana se cumplirán diez años!) aún me da demasiada vergüenza para mencionarla explícitamente, pero aquella pendejada abrió una caja de pandora; prácticamente ese día comenzó mi adolescencia.

En septiembre de 2003 los eventos que se desarrollaron al entrar a 6to de prepa me pusieron en camino a la madurez; fue allí cuando me convertí en quien hoy soy moralmente, podría decirse.

En 2004 descubrí que cierta persona era demasiado valiosa para mí cuando me demostró que éramos amigos de verdad y no simples "cuates" de la escuela, y esa persona sería prácticamente el punto focal de mi vida durante los siguientes años.

En 2006 mis dos mejores amigos y yo terminamos metidos en una cadena de líos tan enredados que no sé cómo es que salimos vivos de todo ese desastre. De hecho, uno de nosotros no sobrevivió a dicha catástrofe...

Para 2007, septiembre fue el mes en que mi familia se hizo cachitos. y según dicen las malas lenguas, todo fue por mi culpa. Quizá tengan razón, considerando que yo corrí a mi papá de la casa, pero es que era lo más sano. De ello derivó otra de mis trágicas aventuras.

Y en 2008, luego de más de un año en pleito con mi madre, pude hacer las pases con ella y una semana después tuve un sueño que me impulsó a tomar una decisión que desembocaría en lo que anteriormente mencioné sobre octubre y noviembre como mis momentos de mayor estabilidad y satisfacción en mucho tiempo.

Para este año, aunque obviamente todavía no tengo idea de que sucederá en mi vida, al menos ya veo un par de buenos augurios venir: este mes aparecerán dos videojuegos que he deseado y esperado por un largo tiempo: el 9 de septiembre (9-9-9... ¿Otra vez esa fecha?) sale a la venta The Beatles: Rock Band, con el que podré hacer realidad mis sueños pubertos de ser George Harrison y hacer coritos en "And your Bird Can Sing" con una guitarra Rickenbacker en mis manos); y el día 12 verá la luz del sol (naciente) Pokémon: HeartGold and SoulSilver Versions, remakes de mis juegos favoritos de la serie. Y claro, en estas semanas recibiré en la puerta de mi casa mi añorado DS de edición especial de Zelda (es dorado y con el símbolo de la Trifuerza grabado en la cubierta). O sea que no mames, septiembre va a estar bien-pero-bien-bueno.

Claro, sé que no tengo dinero para comprar los juegos que mencioné, pero al menos podré -espero- rentarlos, o si no, ya de perdida verlos en acción en alguna tienda Game Planet en la que los tengan en exhibición. ¡Ya sé! pediré empleo en una de esas tiendas, así cuando no haya gente lo jugaré yo mismo (insertar risa maligna)...

En conclusión, el mes de septiembre siempre ha sido dinámico y lleno de cambios en mi vida. Podríamos decir que, como en los libros de Harry Potter, septiembre marca el comienzo de mis aventuras, es mi verdero año nuevo. Así que no puedo esperar las sorpresas que me depara este año.

Y como es año nuevo para mí, he aquí mis propósitos bloggeros:
-Prometo dejar de hacer alusión (o peor aún, mencionar expresamente) a The Beatles, Bob Dylan y Pokémon a la menor provocación.
-Me comprometo a dejar de insertar cada dos renglones comentarios entre paréntesis que sólo alentan el paso de la lectura.

¡Feliz año nuevo!

Mickey Mouse meets SpiderMan

No mams!!! Hace como una hora escuché en la radio que The Walt Disney Company comprará a Marvel Entertainment en 4 mil millones de dólares (USD$4,000,000,000, para quienes les guste ver ceros). Diablos, no quiero saber qué sucederá con las franquicias de la compañía, cuyas historias están llenas de tragedia y violencia, en manos de una compañía cuyas políticas son las de ser siempre family friendly.

¿Significa esto que diremos adiós a personajes tan desquiciados como Wolverine y el Green Goblin para ser sustituidos por versiones "sanas" de ellos? Juro que si eso sucede, en mi vida vuelvo a comprar un comic Marvel (como soy tan asiduo comprador...).

Quiero suponer que la adquisición será simplemente corporativa y que los jefazos de arriba no se entrometerán en el manejo creativo de quienes trabajen para ellos. De lo contrario, es hora de decir adiós al universo Marvel como lo conocemos ahora.

Al respecto, la declaración del presidente de The Walt Disney Company, Robert A. Iger, es ambigua: "Esta transacción combina la fuerte marca global de Marvel y su mundialmente famosa biblioteca de personajes, incluyendo Iron Man, Spider-Man, X-Men, Captain America, Fantastic Four y Thor con las habilidades creativas de Disney, portafolio de propiedades de entretenimiento sin paralelo y una estructura de negocios que maximiza el valor de las propiedades creativas a lo largo de múltiples plataformas y territorios.*" Eso de "maximiza el valor de las propiedades creativas" me huele raro.

Pero no nos alarmemos. Dejando de lado el chisme amarillista, ya profundizando, el pago por la compraventa se efctuará parcialmente en efectivo y parcialmente en acciones (como ya sabemos, las acciones de una compañía son títulos-valor, por lo que poseen un valor monetario intrínseco según su cotización; por algo es que se invierte tanto en ellas). Lo cual en cristiano se traduce en que los propietarios de Marvel recibirán a cambio acciones de Disney, pasando a formar parte de su asamblea de accionistas y por ende adquiriendo poder de injerencia sobre el actuar de la compañía de Mickey Mouse, volteando completamente la situación. En pocas palabras, la aquisición de Marvel no significa que Disney la controlará, sino todo lo contrario: ahora los ejecutivos de Marvel tendrán (en la proporción de las acciones obtenidas en pago, cuya cantidad desconozco) control sobre Disney. Quizás ahora, lejos de publicar versiones infantiles de Fantastic Four, veamos en su lugar versiones más maduras del Pato Donald.

Aunque probablemente no sea ni una ni otra, sino que simplemente la participación de estas personas servirá de contrapeso para conservar su libertad creativa y de ese modo cada marca será independiente de cada una, simplemente unidas a la hora de contar las ganancias (y garantizando una mejor distribución de películas basadas en las franquicias de Marvel, considerando que el fuerte de Disney es el cine). Que el tiempo nos dé la respuesta correcta.

*Traducción por Rex Keeble, tomada de
http://www.levelup.com/noticias/6373/Disney-comprara-Marvel/
La declaración original en inglés no la pude conseguir.

Al pueblo, pan y thrillers

Ya hace medio año la siempre bonita comunidad de la Ciudad de México impuso el récord mundial de Guiness por la mayor multitud en un beso simultáneo. Bravo. Antier, 29 de agosto, con este antecedente, México se volvió a unir para demostrar que "sí se puede" y que volveríamos a romper un récord mundial, esta vez por la mayor multitud bailando la coreografía de "Thriller" de Michael Jackson. Y parece ser que lo logramos de nuevo. Felicidades.


Excepto que...

¿Por qué los mexicanos nos unimos -es un decir- para hacer "hazañas" tan triviales pero no podemos hacerlo para, por ejemplo, organizar campañas de apoyo a los necesitados (el Teletón no cuenta, es una táctica de evasión de impuestos por parte de una S.A.)? ¿Es que no podemos destacar en campos como la medicina, el arte o la economía? ¿Seremos siempre identificados como los idiotas cuyas vidas dependen del chisme farandulero y los espejitos brillantes? Los franceses son reconocidos por su alta cocina y su romance; los africanos son ases del deporte, y los asiáticos son los primeros en lo que a tecnología se refiere. ¿Y los mexicanos? Nuestra aportación en el mundo es batir récords mundiales estúpidos (me pregunto si ya rompimos la marca por la mayor cantidad de estupideces posibles). No, gracias.

Porque MJ era todo un ídolo para los metaleros. Yeah!

Segundo: podemos decir que qué más da, finalmente cada quien es libre de seguir sus sueños y si los sueños del colectivo consisten en besuquearse y rendir homenajes a sus ídolos, vale, es muy válido por ellos (de haber podido, le habría organizado un homenaje a George Harrison cuando murió en 2001) y con toda sinceridad, felicidades por luchar por sus sueños (juro que no fue sarcasmo). El problema aquí es que al tratarse de causas privadas, ¿qué demonios tienen que ver el gobierno y el erario público con ello? Porque el evento, con todo y que fue organizado desde facebook, fue financiado y promovido por el gobierno, tal como sucedió en febrero con el besote (ver mi entrada al respecto si es que les interesa). Creía que la administración pública tenía cosas más importantes en que invertir presupuesto.

OK, siendo fríos, en sentido amplio el gobierno está para complacer al pueblo. Y si el pueblo prefiere un baile que arreglar los problemas que atacan a la Ciudad como son la escasez de agua (llevo cuatro meses acarreando agua y sin bañarme como dios manda -los cubetazos no se comparan con un buen regaderazo-, lo juro), educación deficiente o desempleo, ¿pues qué otra opción para complacerlos que darles su mentado bailecito? Al pueblo pan y circo. Y así todos felices y contentos. YEAH!! El Gobierno del DF ROX! Ellos sí saben lo que hacen.

Que conste que yo soy mexiquense, no chilango. Vivo en Ecatepec, Estado de México, aclaro... No vaya a ser que me quieran embarrar en todo esto.

Y para ser sincero, ni siquiera estuvo tan chido. La cosa duró 5 minutos y a pesar de toda la supuesta organización y quién-sabe-cuántas semanas de ensayos, a la hora de la hora, nadie se sabía la coreografía, sólo estaban allí moviéndose como podían, imitándose los unos a los otros ("¿Cómo va el baile? ¡Híjole, no me lo sé! Mejor miro al de al lado y hago lo que él haga"). Así hasta yo bailo (¡momento! ¡Sí lo hice!) y digo que participé en el record.

Y ni qué decir del ridículo que hizo el organizador al gritar para animar al público: "¡Viva México! ¡Viva Michael Jackson! Michael Jackson 100% mexicano". De pena ajena (y miren que viniendo esto de alguien cuyo pudor es casi inexistente, ya es de considerarse)...

Juro que mi intención era escribir un divertido comentario sobre cómo accidentalmente terminé metido en la multitud que batió la marca, pero fue tan gris todo, que ni ganas me dan de escribir algo así. Lo lamento.

Al menos no todo fue tan malo; el viaje me dejó un par de revistas de sketches muy buenas (por las cuales pagué la ridícula cantidad de $14) y los ácidos comentarios de mi siempre acertivo amigo Ricardo Bragado. Honor a quien honor merece.

jueves, 27 de agosto de 2009

Yeah! (pequeño paréntesis)

No ma! Diez entradas en un mes! Vaya que las crisis emocionales y los viajes de nostalgia son muy, muy redituables...

Bueno, de un modo u otro, es un gran logro, ¿no? ¿Cuántos meses podré llevar este ritmo?

Los leo después, sigan comentándome, que de verdad aprecio y tomo en cuenta sus comments.

Hasta entonces.

Hey now, you're a rockstar!

El internet está lleno de sabiduría popular. ¡Sí señor! Le pese a quien le pese, en la actualidad el internet es un medio de difusión no solamente de chismes y pornografía, sino también de expresiones artísticas, discusiones sobre cualquier tema habido y por haber, y reflexiones que reflejan la actualidad del ser humano. Una de las frases que he recopilado en mis tantos cyber-viajes es la siguiente:

"Dime el nombre de una persona que no haya soñado con ser un rockstar, y te diré el nombre de un mentiroso"

Y en efecto, ¿quién no ha tenido ese deseo? ¿Realmente hay alguien que se resista a la fama, la riqueza, la adoración y el talento? Inclusive aquellas personas a quienes les moleste ser el centro de atención deben morirse por ser famosos y así hacer desplantes, huyendo de los reflectores con el gesto indignado; famosos incómodos, como Kurt Cobain o Thom Yorke. De ese modo hasta los intelectuales se ven beneficiados siendo estrellas del rock, ya que el rock es considerado un arte, y sin duda el más difundido por los medios de comunicación, por lo que toda persona con pretensiones artísticas debe pasar también por su momento de sueños rocanroleros.

Yo como ser humano que soy, admito que he tenido esta ilusión montones de veces desde que tengo memoria, lo cual ya es mucho decir. Recuerdo que en la prepa, cuando no había maestros presentes, solía pararme al frente del salón y ponerme a cantar alguna rola de Led Zeppelin o U2 ("Whole Lotta Love" y "One" eran mis más grandes éxitos) imitando todos los clichés de la estrella de rock (ya se sabe, brincar por todos lados, hacer poses dramáticas de vez en cuando, poner cara de malote sexy, etc.), usualmente provocando las risas de mis amigos. Those were the days...


Mamá, prende la grabadora, estoy en el blog!


Para mi beneplácito, pude cumplir mi sueño rocanrolero más allá de mis jueguitos preparatorianos...

Sucedió en marzo de 2005. Recién comenzaba mi segundo semestre en la Facultad (¡era yo un mozuelo de 18 años!); una tarde, caminando con mis entonces amigos Karen e Isaí (nunca creí que escribiría esos nombres en este blog... ¡Pero si están prohibidos!), este último, de la nada, lanzó al aire la siguiente pregunta:
-¿Quiénes son "De Jú"?
-¿¡No conoces a The Who!? -respondí intrigado, pero con un tono burlón en mi forma de hablar. Hasta entonces, Isaí se caracterizaba por ser arrogante y presumido (fuera de eso, el tipo era un pan de dios, lo juro), por lo que me dio gusto que por un momento mostrara cierta humildad para preguntar algo que desconocía, así que yo le di una cucharada de su propio chocolate en la forma despectiva de mi respuesta:
-Sí, supongo que tú sólo conoces de Limp Bizkit para acá -le dije-... Pues bien, The Who son los autores de "Behind Blue Eyes". Y tienen muchísimas canciones mejores canciones que ésa.
-Ah...

Considerando que el pobre en su vida había escuchado de esa bandototota (no es mal pedo, pero que diosito lo perdone por no gustarle los Jú), me extrañó que conociera el nombre, por lo que pregunté de dónde lo sacó y él en respuesta señaló un cartel en una pared del edificio principal de mi H.Facultad, junto a los teléfonos de la planta baja (lo recuerdo como si hubiera sido la semana pasada). El papel era un anuncio de una banda de rock que solicitaba vocalista, y citaba como requisitos que los candidatos tuvieran influencias sesento-setenteras (The Beatles, The Rolling Stones, The Who y Led Zeppelin eran los que mencionaban explícitamente si mi memoria no me falla). O sea, mi mero mole. Si pretendían sonar como esos clásicos, debían ser unos chingones.

Sin chistar copié el teléfono y los demás datos (supongo que de una manera tan ansiosa típica de mí, que mis dos acompañantes debieron mirarme con cara de what), y en cuanto llegué a mi casa esa misma noche, llamé a la banda. Me respondió un sujeto muy amable que me hizo un par de preguntas. Le dije que medio componía, medio tocaba la guitarra y medio tocaba la armónica (sólo me faltó decirle que medio me hacía pendejo) sin que él se impresionara mucho.
-Audicionas con nosotros el viernes que viene a las 4 y media de la tarde, con Jumpin' Jack Flash de los Stones -dijo cortante pero igualmente amable-. Sí te la sabes, ¿verdad?

Respondí afirmativamente, pero lo cierto es que hasta entonces, siempre me trababa al cantar la última estrofa. Pero tenía casi una semana para estudiar, de modo que, cual si se tratara de un examen escolar, me puse a leer para aprenderme de memoria la canción y pasar mi evaluación. A ello debo agregar que aunque me dieron la dirección del lugar donde se llevaría a cabo la audición, el tipo al teléfono jamás se dignó en decirme cómo llegar. Era en la Colonia Atlántida, en la delegación Coyoacán.

Pero el camino resultó ser muy fácil: sólo había que llegar al metro Taxqueña (lugar al que me encantaba ir desde que salí de prepa y hasta hace algunos meses) y allí tomar un camión que se fuera sobre Miguel Ángel de Quevedo. La calle exacta se encontraba a cinco minutos caminando desde la avenida, a mano izquierda. No había pierde.

En algún momento pensé que no la libraría con la banda y consideré renunciar a mi cita. Pero la mañana del día acordado (un viernes) Karen me llamó por teléfono para desearme suerte; me convenció con su característico y siempre conmovedor "Yo sé que todo va a salir bien". Por cierto que ese día no tenía nada que hacer y salí temprano de mi casa. Para no llegar antes de lo acordado (eso es molesto, según tengo entendido), me aventé la mitad de la autopista México-Pachuca (la cual tengo que atravesar para llegar al DF por el metro Indios Verdes) caminando; una vez que no pude más, tomé la respectiva combi y me fui sentadito el resto del camino.

Dije que no había pierde, ¿verdad? Pues me perdí. La "calle" en la que me citaron era en realidad un callejón escondido, por lo que me tomó unos 10 minutos dar con la dirección. Pero la demora no fue significativa.

Al llegar al lugar indicado, me encontré afuera de la casa, con un par de chavas, bastante guapas, pero mamonsísimas hasta la médula. Estudiaban en la UVM de Tlalpan (¿por qué chingados recuerdo eso?) y se encontraban allí porque habían acompañado a una amiga suya que se presentó a la audición, aunque ellas mismas no lo harían. Cuando les dije que yo también iba por la audición para cantante, me vieron con cara de asco.

Entonces comprendí que muy probablemente la banda buscaba gente bonita que encarnara el arquetipo del rocanrolero (guapo, desaliñado -pero desaliñado fashion-, cabello ligeramente largo y cuidadosamente despeinado). En cambio yo, con 20 kg de sobrepeso, anteojos y una barba bastante descuidada, me parecía más a Jerry García o Allen Ginsberg que a Jared Leto o Billy Joe Armstrong.

Más guapo ni Tom Welling

Lo único que impidió que la prepotencia de las niñas me intimidara fue el hecho de que del interior provenían ruidos. Ruidos muy fuertes. Era "Rock and Roll" de Led Zeppelin y la interpretación instrumental era perfecta. La vocalización no era sublime, pero sonaba decente, y con el agregado de que era una mujer quien cantaba. Escuchar una rola de LedZep en voz de una fémina es una experiencia totalmente nueva. La chica se desgañitaba de lo lindo. Pero cuál fue mi sorpresa al verla salir, y encontrarme con una muchacha tímida a más no poder. "Y yo que creía ser la única persona tímida que estalla con el rock and roll", me dije en mis adentros. Pobre niño ingenuo.

Finalmente llegó mi turno. Los miembros del grupo (se llamaban "Foam", y sí, todos estaban guapos, como lo supuse) vieron alejarse a las chicas y preguntaron si faltaba alguien. Tímidamente me acerque y dije "yo". Me metieron a un cuarto pequeñísimo (¿será que me querían secuestrar?), y uno de los dos guitarristas se acercó diciéndome:
-Yo soy [fulanito], soy con el que hablaste la otra noche. -Luché por conservar la calma y fui tan amable como pude, pero verlo sosteniendo una auténtica Gibson Les Paul (por cierto que ese señor se acaba de morir.... un minuto de silencio por el buen Les Paul. ¿Cuántos de aquí realmente sabían que se trataba una persona verdadera y no simplemente del nombre de una marca?) de color negro... Babeé y puse un dedo sobre el barniz que cubría el cuerpo de la guitarra, y aunque no se sentía nada diferente de mi propia guitarra, saber que rocé una Les Paul me hizo sentir en las nubes...

Una vez que salí de mi orgásmica fantasía, me preguntaron si ya estaba listo para cantar. Les dije que sí; me coloqué detrás del micrófono y...

-But first, how's your English? -me preguntó uno de ellos con fingido acento scouse. Como la banda cantaba en inglés, querían gente fluida que supiera lo que cantaba, no weyes que washawashearan. Así que me hicieron una pequeña entrevista en el idioma de Chespir(ito) y en cuanto se convencieron que sí lo masco, me dieron luz verde.

Sonó Jumpin' Jack Flash... No era un disco, era una interpretación en vivo. Toda la banda estaba tocando y yo era el fucking vocalista. Me puse tan nervioso que me tardé casi un minuto en empezar a cantar (mientras tanto, los músicos sólo repetían el riff del intro una y otra vez, mirándome con cierto fastidio), hasta que finalmente, canté al micrófono:

"I was born in a cross-fire hurricane
And I howled at my ma' in the drivin' rain
"

El shock mayor vino cuando comprendí que el micrófono también estaba conectado a un ampli: con el ruido de la música, no podía escuchar mi propia voz saliendo de mi garganta. La escuchaba desde la bocina del amplificador. ¡Madre santa! ¡Yo estaba dando un verdadero concierto!

De ese modo, en cuanto llegué al primer coro, estallé en brincos y me puse a correr por todo el cuarto. Parecía un punk. Me olvidé de todos los que estaban allí y me limité a hacer lo que desde hacía años hacía en mi recámara. La única diferencia es que esta vez traté de cantar entonado en lugar de sólo gritar desaforadamente. Descubrí, para mi sorpresa, que no soy tan malo para cantar. O me emocioné tanto que en verdad creí que cantaba como Mick Jagger (en realidad, desde los 14 años tuve la sospecha de que mi voz al cantar sonaba ligeramente parecida a la de Jagger, toda proporción guardada obviamente).

Me puse frenético. Y esta vez no estaba jugando al rockstar. En verdad sentía toda esa energía fluyendo dentro de mí, y le urgía salir.

Hacia el final de la interpretación, llegando a la última estrofa, sucedió lo inevitable: se me olvidó la letra, a partir del segundo verso. Sólo recordaba que comenzaba con "I fell down". Ya iba yo a la mitad de la frase y no podía echarme para atrás. Habría sido fácil de haberme percatado antes, así no comenzaba de plano el verso y lo dejaba vacío, ya fuera que lo recordara y retomara la estrofa en el siguiente compás, recorriendo la estrofa, o sencillamente saltarme el verso (dejando en su lugar un compás vacío que hiciera lucir la ejecución instrumental) y hacer que el tercer compás coincidiera con el tercer verso, sin alterar la estructura de la pieza. Ésas hubieran sido salidas fáciles y efectivas, repito, de haberme dado cuenta a tiempo de que no recordaba el verso. Pero ya lo había iniciado, y lo único que se me ocurrió fue alargar el "I fell down" un poco mientras recordaba las palabras faltantes.

Lamentablemente, no podía recordarlas. Yo estaba gritando: "I fell doooooo-oooooooown". Ese "down" duró todo el verso. Estaba que me moría, sabía que no lograría mantener la nota tanto tiempo.... el aire se me acababa y tuve que bajar sobre mis rodillas y doblarme para no ahogarme, lo cual debió haberse visto muy épico (juro que no me estaba luciendo, de verdad lo hice por necesidad), sobre todo considerando la frase "fell down" ("caí"). Y justo cuando terminó el compás, recordé el verso, así que cerré el hocico y al instante me levanté de un brinco para cantar el segundo verso correctamente, luego el tercero y finalmente el cuarto, cantando la estrofa completa más el pequeño extra de mi súper nota, factor que debió darme bastantes puntos extras, porque de verdad que pareció una actuación planeada. Así, canté lo siguiente:

"I was drowned, I was washed up and left for dead
I fell dooooooooooooooooooooowooooooooon
Yes, I fell down to my feet and I saw they bled
I frowned at the crumbs of a crust of bread
Yeah, yeah, yeah, I was crowned with a spike right through my head"

Cómo no me grabaron. Sigo pensando que sonó muy bien aquéllo. Y finalmente, ya bien entrado en mi papel de mesías roquero, al final de la pieza me puse a gritar histérico: "I'm Jumpin' Jack Flash. It's a gas-gas-gas. It's a gas! Yeah, a gas! It's a gas. Yeah, gas, gas, gas! It's a gas! Just a gas!" por más de un minuto mientras corría por la diminuta habitación y brincaba como idiota, ante las atónitas miradas de los presentes, que para entonces llevaban ya como 5 minutos tocando la misma canción sin parar.

Me callé hasta que me cansé, y al ver las caras de la agrupación, pensé: "¡Ups! O les reventé los tímpanos, o de plano les gusté mucho". Aparentemente no fue la primera opción, ya que uno de ellos me dijo:
-¡Wow! ¡Eso es energía! Tú sí que encarnas al rock and roll.

Y me pidieron que cantara más. Me puse todo rojo como novia de pueblo, y como nuestra plática introductoria en inglés había sido sobre los Beatles, se les ocurrió que cantara algo de ellos. Una balada. Sugerí "Something", pero dijeron que no se la sabían, en cambio me pidieron "You've got to Hide your Love Away". Esa canción resume toda mi vida amorosa, por lo que cuando la interpreté dejé toda la ejecución embarrada con mis lamentos adolescentes en una actuación llena de feeling bluesero, pero como no sé silbar la cagué cuando traté de tararear el final de la canción.

Ya me habían probado con una canción ruda y con una lenta, supuse que eso sería todo, pero me equivoqué. Me solicitaron "I Need You", la cual canté sin mayores improvisaciones (a diferencia de las dos anteriores) que un pequeño falsetto al final ("I need you-uuh-huuuh-uuh...").

Aunque no me quejo de mis vocalizaciones suaves, definitivamente no se compararon con la primera canción que hice para ellos. Se despidieron amablemente y me dijeron que las audiciones terminarían dentro de una semana, que para entonces ellos me llamarían en caso de haber pasado la prueba. Cosa que ya sabemos, no sucedió, pero fue súper divertido.

Y ya que me encontraba en la avenida Miguel Ángel de Quevedo, al ingenuo de Jonathan se le ocurrió que la estación del metro "M.A. de Quevedo", desde la que puedo llegar caminando a mi escuela en pocos minutos, quedaba cerca de la casa en la que me encontraba. Así que con toda la torpeza del mundo me lancé en una caminata por toda la avenida, que resultó ser más larga de lo que creía. Salí del cuartel general de Foam cerca de las 4:30 de la tarde, y llegué al metro Quevedo a las 6:40.

En segundo semestre, los viernes sólo tenía una clase, a las 7 de la noche, por lo que apenas llegué a tiempo. Karen, entusiasta como siempre fue conmigo, me pidió que le relatara mi aventura, cosa que hice con todo detalle. Cuando llegué a la parte del "I fell down", hizo un gesto de asombro que jamás olvidaré. Y cuando llegó Isaí, ella repitió mi narración con la emoción de quien relata su encuentro con una celebridad. Realmente me estimaba esa chica. Más bien era una persona muy impresionable...

No cabe duda, hasta antes de 2006 yo era un chingón. Hoy, a cuatro años de distancia, Karen y yo no existimos el uno para el otro, pero yo, cuando me encuentro a solas en mi cuarto, sigo haciendo lo que hacía desde la adolescencia: poner música a todo volumen y brincar por toda la sala mientras canto a todo pulmón (lo hice un par de veces mientras redactaba esta historia, de hecho... Por eso digo que ya madures, pubertito). Y sí, todavía se me olvida la tercera estrofa de Jumpin' Jack Flash.

lunes, 24 de agosto de 2009

Sólo un solitario

Lamentablemente la gran mayoría de las personas que no vivieron su juventud en los años 50's o 60's lo único conocen de Roy Orbison es la canción "Oh, Pretty Woman", aparecida en la castrosamente cursi película Pretty Woman de 1990, protagonizada por la inefable Julia Roberts; razón por la cual justificaría que mis contemporáneos detesten la cancioncita y con ella en mente se nieguen a escuchar más de este señor.

Empero, el que dicha conducta sea justificable no significa que sea buena. Porque se están perdiendo de mucho estas personas. Actualmente, todos asociamos a Orbison con esa canción, pero hasta antes de la mencionada cinta, ni siquiera era su rola más famosa. Tal honor muy probablemente vaya para "Only the Lonely".


Si algo tienen en común estas dos canciones es que sutilmente van más allá del tópico amoroso para caer en los (en aquellos tiempos) desconocidos temas de la soledad personal y la vulnerabilidad que ella provoca; quizá por ello siempre se ocultaba tras unas gruesas y oscuras gafas que hacían de su mirada un completo misterio. En Only the Lonely, el cantante se muestra como un outsider que hace un llamado a la gente solitaria, argumentando que sólo ellos podrían comprenderlo: "Only the lonely know the way I feel tonight/Only the lonely know this feeling ain't right". En Oh, Pretty Woman, el personaje de la canción expresa sentirse solo, y considera que, a juzgar por la apariencia de la bella mujer, ella podría, a pesar de su belleza, sentirse sola también, y es ésa precisamente la razón que lo hace sentirse atraído por ella: "Are you lonely, just like me?", le pregunta tímidamente.

Vaya drama el que Roy compuso cuando en realidad, la historia detrás de la canción es mas bien frívola: el cantante se encontraba en Nashville con su amigo y colaborador, Bill Dees, platicando. La conversación fue interrumpida por su mujer, Claudette, para avisar que saldría a dar la vuelta; el atento marido le preguntó si llevaba dinero, y antes de que pudiera responder, Dees exclamó: "Una mujer bonita nunca necesita dinero". La frase "pretty woman" le gustó y de ahí salió la composición.

La verdadera Voz
Y con qué sentimiento cantaba además. Su voz era, se los juro por la virgencita santa, más potente que la de cualquier cantante (menos Freddie Mercury: él está más allá del bien y del mal) que se puedan imaginar. Bono, Robert Plant, Roger Daltrey, James Hetfield, David Bowie... incluso sus contemporáneos Elvis Presley y Frank Sinatra la hecían los mandados a la hora de echarse sus gorgoritos. Y ya que mencionamos al llamado rey del rock, les diré que el propio Elvis lo consideraba la mejor voz de su época. Sin mencionar que, a diferencia del rey, Roy componía su propio material y hasta tocaba la guitarra muy bien (escúchese si no, los licks que el maestro nos regala en canciones como "Ooby Dooby" o "Mean Woman Blues"), a pesar de que sus canciones vez contenían solos.

¿No que no soy sexy?

Cuenta Paul McCartney que "Please, Please Me", la primera canción de los Beatles que tuvo éxito, fue inspirada por Roy Orbison, y dice también la leyenda que en alguna gira por Inglaterra, él fue telonero de los Beatles; abrió su show y cuando los fab four salieron al escenario, los fans (y estamos hablando de los fans británicos ardientes de Beatlemanía en 1963) comenzaron a gritar "We want Roy!!" El hombre regresó para un encore y costó bastante trabajo poder sacarlo del escenario, mientras los Beatles contemplaban lo que sucedía totalmente atónitos, desde el backstage hasta que finalmente, los mismos Lennon y McCcartney lo jalaron de los brazos para evitar que volviera al escenario, después de ¡catorce encores! Al año siguiente, en América, los cuatro de Liverpool fueron teloneros de Roy Orbison (lo cual los salvaba de preocuparse por que Roy se extendiera en sus actuaciones).

Prueba irrefutable de su influencia sobre los Beatles

Roy Orbison es, les guste o no, una gran influencia para la música contempóranea. Podríamos encasillarlo en el género de las baladas, pero lo cierto es que hasta el rudote del Jefe Springsteen lo idolatra y le rinde homenajes cada que puede. Incluso aceptó gustosamente someterse a ser un simple músico de acompañamiento en el concierto especial A Black and White Night (1987), en el que además de Bruce, se ponen a la orden del señor de las gafas oscuras personalidades de la talla de k.d. lang, Tom Waits y Elvis Costello, por mencionar a algunos. Por cierto que ese concierto no tiene madre, juro que si me lo piden, les regalo una copia del DVD.

En el mismo tenor, Bob Dylan decía al respecto: "Con Roy Orbison no sabes si estás escuchando mariachi u opera. Cantaba como un criminal profesional... su voz era tan grande que podía contener un cadáver, siempre dejándote murmurando: '¡No lo puedo creer!'". Lo cual me recuerda, lo último que hizo el buen Roy fue compartir grupo con Dylan y el Beatle Harrison en la banda The Traveling Wilburys, en cuyo álbum debut cantó la gigantesca balada Not Alone Anymore. Sí, otra vez la soledad.

El camino hacia las (melancólicas) mieles de la fama
Originario de Vernon, Texas, Roy Kelton Orbison (nacido el 23 de abril de 1936) vivió una infancia más o menos dura: un accidente de trabajo de su papá envió a su familia al pueblo de Wink, que Orbison describiría más tarde como un lugar triste y desolado. Sus ojos fueron atacados por la ictericia, enfermedad que dio a sus un color amarillento lo cual, en adición a su extrema miopía, le ató de por vida a un par de enormes y gruesas gafas. Esta situación lo volvió un niño inseguro y molesto con su apariencia.

El pequeñuelo se inició en la música a los 6 años cuando su padre le regaló su primera guitarra. Influenciado por la música country, el niño se echó a cantar como pudo. Durante la década de los 40's, el niño prodigio consiguió algunas actuaciones para una estación local de radio y terminó teniendo su propio programa.

Ya en la adolescencia, Roy y sus amigos fundaron The Wink Wenkerners, agrupación que se limitaba a tocar standards de country y nada más. A este intento le siguieron los Teen Kings, en el que Roy y compañía incursionaron en el rythm & blues y el rock and roll, en un intento por emular al rey Elvis.

A diferencia de su primer grupo, los Teen Kings gozaron de cierto éxito y consiguieron grabar, de manera casera, la canción Ooby Dooby. En un encuentro con Johnny Cash, el hombre de negro le sugirió probar suerte en los estudios Sun donde el legendario Sam Philips había producido a los propios Presley y Cash. Y para su fortura, a Philips le agradó Ooby Dooby y regrabó la canción con mejor calidad de sonido y la envió a las estaciones radiofónicas con la publicidad debida.

En vías de grabar un álbum tras el inesperado éxito Ooby Dooby y los sencillos que le siguieron, los Teen Kings se separaron y Roy Orbison se quedó solo. Buscó dedicarse a la composición exclusivamente y escribió la canción "Claudette" (inspirada por su esposa obviamente), la cual fue rechazada por el mismísimo Elvis Presley. La canción terminó siendo grabada por los Everly Brothers y fue arrumbada en un lado B.

Decepcionado de su mala fortuna en Sun, el novel músico abandonó la casa discográfica y probó suerte en RCA, donde no consiguió ser firmado. Acabó en la disquera Monument Records; en ella grabó temas como "Paper Boy" y "Pretty One", sin éxito alguno. Hasta que conoció en esa empresa a Joe Melson, con quien comenzaría a trabajar en conjunto. La dupla produjo "Uptown" y las cosas comenzarían a mejorar a partir de este punto.

Ya en 1960, luego de un arduo trabajo, la pareja Orbison/Melson consiguió escribir "Only the Lonely". Ofrecieron la pieza a Elvis y a los Everly Brothers de nuevo, y ninguno la aceptó. Así que Orbison se animó a grabarla él mismo. La canción era exigente en el apartado vocal, pero Roy se la rifó con un memorable falsetto, elemento poco usado en el rock hasta entonces. ¿El resultado? ¡El éxito!

Después de eso, Roy grabó su propia versión de Claudette y de ahí en adelante, todos los sencillos que lanzaba fueron éxitos seguros. "Runnin' Scared", "In Dreams" (otra clásica), "Crying", "Leah", y finalmente, la hoy célebre Oh, Pretty Woman en 1964, marcando el pináculo de su carrera.

Cuesta abajo
Sin embargo, a pesar de todo esto, el mito de Elvis y la exorbitante fama de los Beatles terminaron por opacar a Roy quien, después de una muy fructífera carrera entre los años de 1960 a 1964, se estancó ante las innumerables tragedias que lo asediaron.

Para esos tiempos, Orbison comenzó a tener problemas con Claudette que los llevaron al divorcio en noviembre de 1964; para el siguiente año se reconciliaron pero en 1966, un accidente en motocicleta la mató el 6 de junio (6-6-66, cosa curiosa).

De vuelta al trabajo, Orbison filmó la película The Fastest Guitar Alive, que fue un fracaso rotundo. Posteriormente, un incendio dejó a Orbison sin hijos.

Roy no sólo perdió a su familia, sino también su creatividad: sus siguientes trabajos se limitaron a hacer covers que fallaron y terminaron por hundir a Roy Orbison quien en plena época psicodélica no tenía ya nada que ofrecer. Así, quedó convertido en un completo desconocido para la década de los 70's, a pesar de que durante dicho decenio (3 palabras seguidas con D... ¿dónde he leído eso antes?) artistas como Bruce Springsteen y Emmilou Harris grabaron composiciones suyas con respetable éxito.

Muerte y resurrección... o al revés
Después de un largo periodo de oscurantismo, en 1987, el director David Lynch utilizó la canción In Dreams (Orbison se negó insistentemente, pero Lynch no hizo caso de todos modos) en su película Blue Velvet. En ella, la canción, más que un mero fondo musical, es verdadero motiff al ser el objeto de la obsesión de uno de los personajes, el villano Frank Booth (Dennis Hopper) quien en una de las escenas cumbres, da una golpiza al protagonista mientras la canción se repite incesantemente.

Esta escena (ciertamente no fue cualquier escena, considerando el culto que se creó alrededor de la cinta) fue suficiente para poner la canción en las mentes del mundo de nuevo, haciendo renacer la carrera de Roy. Orbison fue inducido al Salón de la Fama del Rock and Roll por Bruce Springsteen y se organizó el famoso concierto Black and White Night del que ya les hablé.

Entre tanto reconocimiento público, el cantante supo que era momento de volver. En 1988 se metió al estudio de grabación para concebir su gran álbum de retorno, de la mano del ex-líder de Electric Light Orchestra, Jeff Lyne, como productor. Durante un receso en las grabaciones, George Harrison (quien también estaba reviviendo su carrera en ese periodo) pidió a Jeff Lyne que le ayudara con una canción que estaba escribiendo, y ante el compromiso de Jeff con Roy, George lo invitó a que se uniera y cantara en la canción. Después se unieron Tom Petty y Bob Dylan y así, fruto de la casualidad, nacieron los Traveling Wilburys.

¡Los compas pesados!

El nuevo grupo debutó con el album Volume 1 que fue aclamado universalmente y el video de "Handle with Care" se transmitía por todos lados. La canción, contrario a lo que Orbison nos tenía acostumbrados, era bastante alegre. Roy continuó, bajo el mismo tenor, las grabaciones de su propio álbum: nada de canciones de amor desolado. Para ello, don Roy (ahora con 52 años) se hizo de colaboradores que le echaran la mano en las letras. Ni más ni menos que Bono, Tom Petty y Elvis Costello fueron quienes se sumaron al llamado para contribuir al retorno del rey. El álbum quedó listo en noviembre de 1988 y se acordó que aparecería el próximo año, para no competir con su otro disco en tiendas (el de los Wilburys).

Y así, días antes de que el video para "End of the Line" de los Traveling Wilburys comenzara sus grabaciones, Roy Orbison murió de un paro cardiaco el 6 de diciembre de 1988. Cuando Mistery Girl apareció (el 7 de febrero de 1989), las ventas fueron estratosféricas, llegando a los primeros lugares de popularidad. Volume 1 y Mystery Girl coincidieron en el Top5 de Billboard, logrando así Roy Orbison ser el primer artista desde Elvis Presley en tener dos álbumes póstumos en el Top5 simultáneamente.

Algo que me llama mucho la atención es el hecho de que durante su estancia en los Traveling Wilburys, todos los músicos utilizaron un pseudónimo. El de Roy Orbison fue Lefty Wilbury. "Lefty" quiere decir zurdo, pero left es también la forma pretérita y el participio del verbo "leave", cuya traducción podríamos asentar como "dejar", "abandonar" o "irse". De ese modo, Lefty Wilbury fue el Wilbury que se nos fue, el que nos dejó, como si Roy supiera que sus días estaban contados...

It's Over
Y así como vino, Roy Orbison desapareció: repentina pero sigilosamente. No más hombre solitario, no más amores abandonados. Sin Roy Orbison, una parte de los más profundos sentimientos de la música ha desaparecido. Los solitarios nos hemos vuelto a quedar solos.

He's just a young boy...

...looking for a way to find love. Y no es fácil, nada que pueda decir me ayudará. Ella pertenece a su libertad. Todavía creo que ella era mi gemelo, pero nací demasiado tarde. Es un simple hecho de la vida, puede ocurrirle a cualquiera. No llores, no alces los ojos, es sólo un páramo.

Todos mis pequeños planes y proyectos, perdidos como un sueño olvidado. Viví mi vida y nunca me detuve a pensar: grité sin intentar cantar. ¿A dónde se han ido todos los buenos tiempos? Estoy parado en la orilla; siento que mi suerte podría cambiar. Hay un nuevo día en la aurora, y finalmente he llegado. No puedo creerlo, estoy vivo. Pero en el sol naciente puedes sentir tu vida comenzar. Es un bello día, no lo dejes escapar.

La gente es extraña cuando eres un desconocido. Cuando eres extraño nadie recuerda tu nombre. Definitivamente no hay lógica en la conducta humana. Si se acercan a un humano (¿este humano?) prepárense para confundirse. Poseo un secreto; si me ven actuando raro, no se sorprendan. Mis circunstancias se fueron más allá de mi control... todos necesitamos control. Así que empezaré una revolución desde mi cama. Nunca quemarán mi corazón. No necesito que me perdonen.

Lo único que no podré llevar conmigo es precisamente todo lo que no puedo dejar atrás. No siempre puedes tener lo que quieres, pero si lo intentas, a veces, puedes descubrir que tienes lo que necesitas. Lo que no tienes no lo necesitas, lo que no sabes puedes presentirlo de alguna manera.

Presión: es el terror de saber de qué se trata este mundo. Es una vida dura. Pero no me rendiré; podrán empujarme hasta las puertas del infierno, pero me mantendré firme. Y nada más importa. Puedo ser un héroe, así sea sólo por un día.

Vamos Johnny, vamos.

domingo, 23 de agosto de 2009

La noche de Alfredo

Ante la reciente escasez de agua que ataca la Ciudad de México, Alfredo tomó una brillante decisión: ir a bañarse al lago de Chapultepec.

El muchacho tomó su toalla, una barra de jabón y botella de shampoo, y las guardó en una maleta, tras lo cual salió de su casa con rumbo al lago ubicado en el sagrado bosque, sin importarle que fuera ya de noche. De cualquier modo, Chapultepec se encontraba a menos de media hora de distancia a pie, y nunca es tarde para contemplar la belleza de una de las maravillas de la ciudad.

En efecto, el lago lucía tan hermoso como siempre, con sus fuentes y canales. A pesar de ser casi media noche, el lugar se encontraba lleno de bañistas disfrutando del cielo estrellado mientras ahogaban sus penas en las cristalinas aguas de la majestuosa fuente. Una pareja de ancianos obesos se declaraba su amor por millonésima vez a la luz de la luna. Una familia cruzaba el lago a nado, compitiendo en una colosal carrera en la que el primogénito llevaba la delantera. Mientras tanto, un grupo de niños jugaban a salpicarse, riendo y sonriendo traviesamente.

Alfredo buscó un lugar más o menos solitario para poder llevar a cabo su limpieza personal sin molestar a nadie (ni ser molestado por nadie más). Se refugió finalmente en uno de los canales adyacentes al lago y colgó su ropa en las ramas de un árbol cercano, tal como había visto en las películas. Acto seguido, se lanzó al agua sin más compañía que su desnudez.

Con todo y la distancia respecto de la zona principal del gran lago, el ambiente festivo de la noche no tardó en contagiársele. Todavía con la cabeza enjabonada, Alfredo nadó por el canal hacia la fuente principal llamado por el canto de un banco de sirenas (las risas de un grupo de mujeres, en realidad). Tuvo que ir corriente arriba por una pendiente para llegar a su destino, pero nada le impidió llegar a la cima, dejando una estela de shampoo por todo el camino.

Las jóvenes, al verlo llegar, rieron ante lo que les parecía una escena divertida: un sujeto flacucho y de rasgos más bien toscos, con el cabello rizado y enmarañado, lleno de jabón y con el gesto cansado, arribaba al santuario en el que ellas jugaban. Una de ellas, la más atractiva por cierto, se sintió conmovida por el esfuerzo que el feo plebeyo había mostrado y le dirigió una enternecida sonrisa.

Sobra decir que Alfredo cayó seducido al primer instante. Ella era rubia, con una cabellera que le llegaba casi hasta la cintura. Sus ojos parecían un espejo del cielo pues eran del mismo tono azulado que la bóveda celeste que de día se alza sobre el caótico mundo. Su nariz, de perfil recto y fino, coronaba un par de labios que imploraban ser besados; no hacerlo sería un pecado, un crimen.

Y esos labios eran sólo para Alfredo. Incluso cuando él siempre defendió la belleza aborigen de la mexicana color moreno, la novedad de esa noche (jamás en su vida había visto a una mujer rubia) lo llenó de curiosidad, motivo por el cual atendió sin chistar al llamado de la misteriosa dama. Extasiado desde el momento en que ella le miró, se acercó tímidamente; ella en cambio, lo abrazó casi con furia bestial.

Habían pasado menos de cinco minutos cuando los besos se habían convertido en caricias. El amante había captado el mensaje de la ninfa y se había tranformado en una bestia. Su disposición era tal que bien pudo haberla matado de habérselo pedido ella.

Con la misma furia, ella gemía imparable. Los gemidos se tornaron en alaridos y Alfredo supo que el clímax estaba a punto de llegar. Entonces estalló y dio una última estocada. La belleza blanquecina de la mujer se tornó rojiza cuando un hilo de sangre invadió el agua del lago. Esos gritos no eran de placer, eran de dolor. Dolor provocado por él.

Alfredo se separó de ella, para descubrir que la había atravesado. Ella yacía sobre el agua, con los ojos en blanco, aparentemente sin respirar.

La multitud miró al asesino con ojos inquisitorios. "Ella no está muerta", renegaba él en un intento de autoconsuelo. Para su fortuna, la chica emitió un tenue suspiro, dándole la razón.

Las compañeras de la víctima cubrieron de insultos a Alfredo. Una de ellas incluso trató de golpearlo, pero él evitó el puño. Se agachó para recoger a su trágico amor y la colocó sobre sus hombros. Con ella a cuestas, se echó a correr en busca de un hospital. En su carrera, el otrora hermoso bosque de Chapultepec le parecía maldito ahora. Un lugar de desgracia e infortunio que le urgía abandonar.

Finalmente se encontró fuera del bosque. Serían casi las 2 de la mañana; no había transporte alguno y tenía que llevarla a alguna clínica, pero el trayecto hasta entonces recorrido era ya largo y había hecho mella en sus fuerzas. A partir de aquí tendría que caminar; cada minuto era una agonía nueva. Cada instante transcurrido era una oportunidad perdida en la lucha por la sobrevivencia de la hermosa joven. Y todo era culpa suya.

Después de lo que para Alfredo fueron horas (en realidad no más de veinte minutos), dos hombres, ataviados en trajes negros y con la piel del mismo color, se acercaron al joven pípila. Los extraños argumentaron ser primos de la mujer herida y ofrecieron llevarla en su automóvil. Alfredo agradeció la ayuda ofrecida y les entregó a la chica. Apenas introdujeron su cuerpo completo, los sujetos se treparon al carro y arrancaron, abandonando al pobre en la fría avenida.

Resignado, Alfredo caminó hasta su casa, mas el recorrido le había alejado bastante del lugar llamado hogar. Estaba a punto de caer rendido de no ser porque el milagro que necesitaba apareció frente a sus ojos.

Una camioneta de color azul se detuvo junto a él. Un corpulento anciano de cabello corto y ojos infantiles se acercó a ofrecerle ayuda. Le costó trabajo hablar (no dominaba el idioma español, y temía que su lengua natal no fuera entendida por el muchacho), y apenado, dijo:
-You want me to take you somewhere?

Los ojos de Alfredo brillaron y una carcajada salió de su boca una vez que reconoció al viejo. ¡Era Brian Wilson, uno de sus cantantes favoritos! No paró de brincar a la voz de "You're Brian Wilson! You REALLY ARE Brian Wilson!!".

Lejos de enfadarse por el fanatismo mostrado, el artista lo miró divertido como si estuviera mirando una atracción circense. Una vez que Alfredo volvió en sí, se sorprendió por la actitud tan relajada de alguien a quien imaginaba más arrogante dado su status de superestrella. Así que no titubeó y corrió a abrazarlo. El viejo Rió y devolvió el abrazo amablemente. ¡Por fin todos los pesares de la noche habían terminado!

-Yo sé que no es la mejor ocasión -expresó Alfredo en perfecto inglés-, pero me estaba preguntando... ¿me firmarías un autógrafo?
-Oh, sure -respondió Wilson.

Alfredo buscó un pedazo de papel en sus bolsillos. Sólo entonces descubrió que desde que dejó el Lago de Chapultepec, no llevaba nada puesto sobre su piel. El músico rió de nuevo y de su bolsillo izquierdo sacó papel y pluma, y plasmó su firma en aquél. Dio el papel a Alfredo y envió a uno de sus acompañantes (quienes hasta entonces no habían pronunciado palabra alguna) a la camioneta por una muda de ropa para el leal fan.

Apenas terminó de vestirse, Brian ordenó a todos que abordaran su vehículo, pero antes de que pudieran hacerlo, un automóvil que se acercaba a toda velocidad, se impactó contra la camioneta; se escuchó un estruendo y el siempre relajado Brian Wilson experimentó una radical transformación: sintiéndose culpable de la tragedia que ante sus ojos se desplegaba, comenzó a repetir incesantemente:
-It's my fault, it's all my fault.

En cuestión de segundos, una carambola se había formado en la avenida; unos diez autos se habían estrellado unos contra otros y los cuerpos yacían en el asfalto. "Pero si apenas hace cinco minutos no había un solo vehículo por acá", pensaba Alfredo con sorpresa y desesperación. Esto era sin duda una macabra ironía de la vida.

Tan macabra que amenazaba a la estabilidad emocional de Alfredo. Y el propio Brian no ayudaba demasiado: ¡había perdido totalmente la cordura el anciano! En un intento por salvar la mente de los dos, el muchacho trató de consolar a su mentor, que no paraba de echarse la culpa del accidente:
-No Brian, you're a beatutiful guy. Really, it's not your fault.

Mientras lo decía, le daba palmadas en la espalda para hacerlo sentir seguro. Nada funcionaba y el sujeto cada vez se encontraba peor. Poco faltaba para que se tirara al piso llorando y balbucéando ruidos ininteligibles. Entonces, un último vehículo chocó contra la camioneta de Brian. Era un microbús, y el golpe fue tan duro que sus puertas se abrieron. Al hacerlo, el cuerpo inerte de un niño escapó, cayendo a los pies de los dos hombres, quienes miraron al pequeño atónitos. Su piel lucía amarillenta y sus ojos vidriosos y desorbitados miraban -es un decir- al infinito vacío.

Finalmente los dos perdieron el juicio.
-He's dead! -gritaron al unísono.
-Yes... as he's been since 1881 -replicó una cavernosa voz a sus espaldas.

Aterrado, Alfredo emitió un grito ahogado. Ante la desesperación por no poder siquiera gritar para desahogarse, optó por una mejor solución: observando que desde la aparición de Wilson, la avenida se había poblado, sabía que rápidamente más automóviles llegarían. Sin chistar, se lanzó al carril central en cuanto el primer automotor se acercó. Afortunadamente, la pesadilla había terminado...

martes, 18 de agosto de 2009

MV1K: Cambios bruscos de temperatura

Hace unos días, de compras en la Comer (quiero suponer que la forma corta del nombre no está registrado y que por ende no estoy infringiendo ningún copyright, so...) escuché como música de fondo en la tienda la canción "Hot N Cold" de Katy Perry. Y andaba taaan de buenas (todavía era la semana pasada) que terminé cantando la canción. ¿Qué? ¡Pero si yo odio esa canción!

Estoy curado entonces, supongo...

Y es que hasta antes de ese día, escuchar tal canción me escaldaba casi al punto de entrar en convulsiones (tarea del lector: imaginarse a Juanito Banana revolcándose en el suelo, echando espuma por la boca) debido a uno de esos traumas que quizás Freud sabría explicar mejor. El caso es que... pff, la canción no es mala, pero me recuerda cómo mi más ambicioso proyecto amoroso se fue al caño pero si bien y bonito (prometo que es la última vez que toco este tema, yo también ya me estoy aburriendo de él y ella ha de estar harta de todo esto -y de mí-).

"Cambias de opinión como una chica cambia de ropa".

Con esa frase abre la canción de la que el presente escrito trata, y podría resumir mi vida entera. Hoy soy verde, mañana rojo ("soy un millón de personas diferentes de un día a otro", citando una de mis canciones favoritas: una galleta a quien me diga de cuál hablo). Tal indecisión puede ser útil a veces, convirtiéndome en una persona precavida en afortunadas ocasiones: otras, me vuelve un completo paranoico. Y al día siguiente, soy toda dulzura. Soy tan indeciso que no sé cómo es que tomé tan fácilmente la decisión de estudiar Derecho...

La canción de la Perry toca el tema de la indecisión en materia amorosa (uhm, qué original), es un reclamo de la cantante hacia la desconfianza que tantas relaciones arruina. Aunque la letra de la canción es más bien ambigua, el video lo ejemplifica de manera más gráfica, presentando a un novio que en plena boda, una vez pronunciados sus votos matrimoniales, sale huyendo del recinto donde la ceremonia se lleva a cabo, dejando atrás a una ofendida novia que parece decirse en su mente: "ni madres, este wey no me va a dejar vestida y alborotada" quien finalmente se lanza en persecución del indeciso novio. El final no pensaba contárselos porque ustedes mismos tienen que verlo, pero qué más da, como si a estas alturas no estuviera ya más vista que nada esa canción... al final resulta que todo lo ocurrido fue sólo una hipótesis que tuvo el novio sobre lo que podría pasar en caso de arrepentirse. Finalmente, acepta y tenemos una feliz pareja de recién casados. B-E-A-utiful!

Así las cosas, antes de que mi aventura con la chica de Tlalpan se volviera un drama de telenovela, juro que hubo un tiempo en que todo era miel sobre hojuelas. Pero claro, el inseguro de Juanito Banana se decía a sí mismo: "se me hace que algo va a terminar saliendo mal", de modo que traté de no darle mucho interés a la cosa, pero de cuando en cuando me clavaba en el asunto y yo mismo traté de disuadirla: "vamos a pararle, no confío en esto". Pero como la chica de la canción, la susodicha logro convencerme de que podría funcionar. Ocasionalmente el papel se invertía y era yo el que trataba de ponerla de vuelta en el camino cuando ella se hartaba de mis impulsivas acciones (o temiera que recayera). Pero la mayoría de las veces era yo el maldito paranoico. Un par de veces hasta grosero fui con ella si mi memoria no me falla.

Después de algún tiempo en esa angustiante situación, la mañana de navidad apareció en mi hi5 un comentario suyo, que a continuación reproduzco:

Cause we're hot then we're cold
we're yes then we're no
we're in then we're out
we're up then we're down
we're wrong when it's right
It's black and it's white
We fight, we break up
We kiss, we make up

Oh holy shit! Síp, es parte de la letra de Hot N Cold (sólo que en la canción original, dice "you", y no "we", salvo las dos últimas líneas). ¿No es un conmovedor regalo de navidad? Sin embargo, ella expresó que a pesar de todo, todavía quería. Tuvimos un par de episodios más pero siempre tuve la esperanza de que con todo y mis idioteces y dudas la cosa terminaría bien, como en el video; y no era una esperanza infundada, ella misma siguió dándome alas (incluso un par de días antes del fatídico desenlace). Hot N Cold se había convertido así, en la canción principal del soundtrack de mi reciente aventura y podía cantarla confiado y alegre, sabiendo que mi historia era tan parecida a la de ese video que un día ella y yo diríamos, al unísono, "Sí".

Con dicha mentalidad, el día que fui a su escuela iba yo tan confiado que su "Siempre no" me cayó como un balde de agua fría. Quería darle una grata sorpresa cuando me viera afuera de su salón, pero el sorprendido fui yo (y en el trayecto perdí mi SONRiSA). Mi historia no terminó como la del video. Qué frustrante. De verdad. No tienen idea de qué tanto. Por eso es que generé una alergía a Hot N Cold que me produce una total perdida del control de mis facultades mentales cada que escucho la mentada canción ante la irritante imagen de cómo todo eso terminó tan.... ni siquiera tengo palabras para expresar mi frustración, así que alguien más ponga un adjetivo para describir cómo terminó aquello. Siendo sinceros, todavía me quita el sueño a veces. No ella en sí -aclaro-, sino cómo fui tan idiota para arruinar algo que prácticamente tenía en bandeja de plata. Fue un EPIC FAIL tan épico que lo más probable es que sea en extremo hilarante... pero no para mí. Les daría todo lo que tengo por un pequeño pedazo de cordura.

Así que muchachos, no me sugieran que le lance piedras a su ventana por haberme rechazado, el culpable, el imbécil que la cagó, fui yo. Ella es inocente y afortunadamente se ha librado de mí. Y quiero suponer que el hecho de que no me hayan dado convulsiones en la Comercial es signo de que yo también estoy superando -por fin- mi gran fracaso.

Sólo es un mal día

Veamos... hace unas semanas, mi amigo C y yo planeamos ir al teatro a ver una obra que exhibían de manera gratuita cerca de mi escuela. Pero en más de una ocasión, la vida nos sorprendió (me pregunto si la vida algún día te avisará: "mañana te va a dar chorrillo", "el lunes se muere tu perro") con todo tipo de imprevistos que dejaron fuera de la jugada a C.

Eventualmente me cansé de esperar y ante el hecho de que pudieran quitar la obra (que ya lleva varios meses presentándose), barajeé la posibilidad de ir por mi cuenta antes de que eso sucediera, y ya si algún día C pudiera acompañarme, ir de nuevo juntos y así todos felices y contentos. Pero siempre he pensado que no hay como la primera vez, y por ende, no sería la misma sensación ir con él habiendo yo visto la obra y él no. Decidí apechugar y esperar un poco más, manteniéndome fiel a mi amigo (¡ay, qué buen amigo eres! Nada qué, se me hace que eres guey -así, sin diéresis- y quieres manosearlo en la oscuridad de las butacas).

Esta mañana, rumbo a mi escuela, con todo y que iba dos minutos retrasado (soy un fuckin' obsesionado con el tiempo y la puntualidad), pude vislumbrar con atención el lugar en el que presentan la obra que vamos a ver C y yo... para encontrarme con la ausencia del cartel de dicha obra, siendo sustituido por uno de High School Musical (yahoo! Ahora veamos High School Musical). Así es, la obra que tentas ganas teníamos de ver (al menos yo) ha quedado fuera del juego. Eso me hizo enojar bastante.

Después llegué a clase y mi amigo R me dice con un aire de melancolía que su novia lo acaba de tronar. Eso también me hizo enojar, R es bien chido y me consta que sí la quiere bien. ¿Qué demonios le pasa a este mundo? Creo que hoy fue un mal día... definitivamente lo fue.

Listo, ya me desahogué. Por cierto, he aquí la prueba irrefutable de que me he volvido EMO (¿qué? ¿creían que bromeaba en mi entrada anterior?):

(En realidad me quemé con un(a) sartén mientras cocinaba el domingo en la tarde... ay, niño torpe...)

Aclaración del autor: no escribí nombres para que no ataquen a mi amigo C (que conste que no es reclamo a él, sólo una anotación de mi mala suerte el día de hoy, para que él tampoco se ofenda si algún día lee esto) y para no divulgar la vida privada de R. Por su atención, gracias. We hope to see you again.

lunes, 17 de agosto de 2009

Going emo

Meh! Si la semana pasada me sentía de lujo, hoy me siento de la chingada. Lo más irónico es que se debe precisamente a la misma razón que por la que mi semana anterior fue tan chingona, sólo que hoy lo veo bajo otra perspectiva: la de la realidad. Así es, la realidad nos alcanza (más bien me alcanzó y me tragó enterito) y no es nada agradable. Déjate de sueños y ponte a hacer algo, pubertito de 23 años.

Así que oficialmente estoy deprimido: se acabaron las entradas cotorras, ha llegado el momento de tirarnos a la cama a lloriquear. Nos vemos.

domingo, 16 de agosto de 2009

Saliendo del clóset: freak entre freaks

Y ya que andamos autobalconeándonos, es hora de salir del clóset y confesar otro de mis placeres culpables.

Estábamos en que soy "antisocial en extremo", ¿no es así? Si bien tal declaración es falsa actualmente, en la adolescencia sí lo fui. Recuerdo con cierta gracia que en tercero de secundaria, un compañero me preguntó:
-Oye Popper -Popper es mi apodo de toda la vida, de ahí el "Veggie Popper" en la URL de este blog-, ¿y cuál es tu verdadero nombre?

Así de retraído era yo. La mitad de mis compañeros no sabían ni cómo me llamaba, pero eso sí, todos estaban conscientes de que yo era "el Popper" y que mi función en la escuela era la de ser la base de la pirámide social estudiantil. Además de mi apodo, existían dos datos más que todo el mundo conocía sobre mí, los cuales ilustraré con el siguiente diálogo hipotético entre dos alumnos del Centro Universitario Hispanoamericano (así se llamaba mi escuela):

-Oye wey, ¿sabes dónde puedo encontrar al Popper?
-¿Popper? ¿Hablas del tipo ése que está todo traumadito con los Bitles y con Poquemón?
-Ándale, ése mero.
-Ha de estar en su salón jugando con su Guem boi. Si lo ves, dale unos zapes por mí.

Ya salió el peine. Mis dos más grandes traumas de toda la vida (lo suficientemente grandes como para que todos en mi escuela lo notaran, aunque ni siquiera me conocieran en persona) son los Beatles y Pokémon. Por eso desde que salí de esa escuela en 2004, oculto mi Pokémanía en sociedad tanto como puedo. Pero ya es momento de salir del clóset y re-admitir que soy un ferviente jugador de Pokémon, el videojuego más uncool de la historia. Total, hace un par de días se lo confesé a la persona con quien más vergüenza me daba tocar este tema (aunque nunca supe por qué me daba tanta pena). Ya hace un año (exactamente el 16 de agosto de 2008 lo escribí y publiqué mi hi5, aunque en este blog haya aparecido hasta febrero pasado) hablé de mi percepción sobre el grupo de Liverpool; ahora me toca hablar sobre esta quisquillosa franquicia de videojuegos japonesa.

Desventuras de un pokémaniaco
Si en los años ochenta y principios de los noventa los videojuegos eran más bien para niños geeks, a partir de la segunda mitad de los naintis, éstos se convirtieron en una industria mainstream enfocada a adolescentes cool y adultos sofisticados. Y entonces llega este juego cuyos protagonistas son niños que visten gorras extravagantes y mounstritos con diseños infantiles. Tener más de doce años y jugar a esta cosa garantiza que todos te verán raro eternamente, pudiendo ser objeto de burlas y discriminación (como ya ejemplifiqué previamente). A diferencia de los Beatles, que si bien no están de moda, al menos son aclamados casi universalmente como el conjunto musical más influyente de todos los tiempos (lo cual da a sus seguidores cierto toque de respetabilidad, por muy anticuados que sean sus gustos), logro que Pokémon jamás conseguirá en el campo de los juegos electrónicos.

Jugar Halo te hace rudo. Jugar Final Fantasy te convierte en un jugador refinado. Y jugar al Mario Bros. te hace un conocedor de la vieja escuela. Jugar Pokémon hace que te escondas a jugar en los baños.

Cuando escribí aquel texto sobre los Beatles, admití no estar seguro de que ellos sean mi grupo favorito, pero reconocí con toda certeza que son la banda más importante en mi historia personal (lo cual los pondría incluso encima de mi grupo favorito en caso de que no fueran ellos). En el caso de Pokémon, sucede algo similar, no es mi serie favorita (tal honor va para The Legend of Zelda y Mega Man, es un empate), pero sin duda es la más importante en mi vida, quizá especialmente porque cuando comencé a jugarlo, en 1998, yo entraba a la etapa de mi vida (la caótica alcoholescencia) que me convertiría en quien hoy soy. Para mejor ilustrarlo, actualmente, en mi Game Boy siempre traigo un juego de Zelda, uno de Mega Man y uno de Pokémon. Pero el 70% del tiempo, el que juego es el de Pokémon.

¡No menciones ese nombre!


Pero, ¿cómo fuiste a caer en este vicio?
Mi primer acercamiento a Pokémon fue en marzo de 1996, cuando el juego recién salía en Japón. En esos años yo, como casi toda mi generación, era fan from hell de Dragon Ball (en realidad lo sigo siendo), así como también un empedernido videojugador (gamers, nos dicen ahora para darle más caché), y justo en ese mes, la revista Club Nintendo (la biblia del jugador noventero) presentaba en portada el juego Dragon Ball Z2, que estaba próximo a aparecer en nuestro país. El artículo sobre el juego me voló la cabeza, y por muchos años ése sería mi número favorito de la revista, por lo que prácticamente la memoricé página por página.

Entre otras cosas, la edición en cuestión presentaba también un amplio reportaje del evento Shoshinkai Show 1995; en él se mostró por primera vez en acción la entonces impresionantemente poderosa consola Nintendo 64 y la obra de arte hecha videojuego, Super Mario 64. Pero también se mostró en ese evento, de manera modesta, un oscuro juego para Game Boy llamado "Pocket Monsters". Ante el impactante Mario 64, nadie le prestó atención y Club Nintendo apenas le dedicó un párrafo y un par de fotos tamaño microscópico, pero lo poco que leí llamó mi atención: se trataba de un RPG (juego de rol, para mis lectores no gamers) que permitía, gracias al cable de conexión del Game Boy, intercambiar personajes. Tratándose de un juego de rol, género en el que los personajes adquieren habilidades particulares según las acciones del jugador (en consecuencia, ningún personaje de un RPG es igual al de otro, aunque se trate del mismo juego), no podemos negar que la idea es interesante. Además del intercambio, permitía combatir de la misma manera. Este original concepto fue ideado por Satoshi Tajiri (una persona muy introvertida, por cierto).

Lamentablemente, el juego no salió de Japón, a pesar de que en ese país se convirtió en un fenómeno masivo. No volvería a saber de este juego sino hasta dos años después, cuando en el Shoshinkai de 1997 (reportado en la edición de marzo de 1998 de Club Nintendo) Nintendo anunció que exportaría Pokémon (abreviatura del original "Pocket Mosters" acuñada por los fans, que para esas fechas ya había prácticamente reemplazado al nombre original) al resto del mundo. Y esta vez todos pusieron atención, con todo y que en ese Shoshinkai, como en el del '95, se mostró también una otra obra maestra, me refiero claro, a The Legend of Zelda: Ocarina of Time, y debido a ello, me emocioné bastante. Para 1998 era yo un otaku (afición que más o menos dejaría pocos años más tarde) y el anime de Pokémon era algo de lo que esta tribu no paraba de hablar en esas épocas (además de Neon Genesis Evangelion, claro está), por lo que las ansias por jugar el juego y ver su adaptación animada me corroían. Cursaba yo sexto de primaria, por cierto.

El juego llegó a América el 28 de septiembre de 1998, y yo compré mi copia el 9 de noviembre (el día del cumpleaños de mi hermana... qué mal hermano fui: no le di regalo y en lugar de eso me compré un videojuego con el dinero que tenía...). Ya iba yo en secundaria, de modo que mi larga espera por jugar por primera vez un juego de Pokémon sin duda es uno de los tantos recuerdos que poseo de mediados de 1998, periodo de transición en que dejé de ser un niño de primaria y comencé mi camino como adolescente en la secundaria (con todo lo que ello implica: nueva escuela, nuevos amigos, etc.). El momento ideal para que un videojuego marcara mi vida y lo considere parte de mi bagaje personal (lo cierto es que de toda mi vida, mis recuerdos más añorados son aquéllos que me remiten a 1997 y '98). Por eso amo Pokémon.

Algunos años más tarde, después de tanto pokémonazo, una vez que completé mi Pokédex (enciclopedia que registra los pokémones capturados) del segundo juego (250 criaturitas, ni más ni menos), me harté y lo dejé por la paz. Pero en el 2007, dos semanas en el hospital hicieron mella en mí. Fue un periodo duro que pude sobrellevar gracias a que mi papá me compró algunos libros, y a que mi mamá me llevó mi Nintendo DS... con un juego de Pokémon adentro. Así que desde mi cama de hospital volví al rebaño, me reconcilié con mi viejo amor y desde entonces no lo he dejado (literal, al menos una vez al día juego algo de Pokémon). Por eso amo todavía más a Pokémon.

De la vista nace el amor
Uno de los aspectos que más llama mi atención es sin duda el apartado visual. Todo el arte oficial de los videojuegos de Pokémon (el anime, manga y juego de cartas se cuecen aparte) proviene de la mano de un solo hombre: Ken Sugimori. Las ilustraciones promocionales de los juegos son siempre lo primero que busco cada que un nuevo juego de la serie es anunciado. Con un estilo sencillo pero muy peculiar, claramente influenciado en sus inicios por Akira Toriyama (autor de Dragon Ball, para acabarla de amolar), los trazos de este ilustrador han dado un sello distintivo a la franquicia, que la aleja un poco del estilo clásico del anime genérico de ojos gigantes.

Y ya que hablamos de Akira Toriyama, díganme si no: ¿apoco no Red (protagonista del primer juego, conocido en la serie de TV como Ash) parece una mezcla de Goku y Vegeta?

Producto de un romance saiyajin

En adición, los Pokémon, verdaderos protagonistas de estos juegos, siempre me han parecido de lo más curioso y original (en contraste con los más bien burdos y predecibles Digimon y demás clones), si bien la creatividad ha decaído un poco en las más recientes entregas. Pero el trazo chingón sigue ahí.

These Pokémon kick ass

Cierto que el estilo de Sugimori ha cambiado con el paso de los años y hoy luce más cercano al anime convencional, pero todavía puede distinguirse de entre los demás. Y aunque me gustaba más su viejo estilo, su actual manera de dibujar todavía me parece atractiva (en el sentido literal de la palabra: todavía me atrae) al punto en que es una gran influencia en mi propio modo de dibujar humanos. Creo que soy un buen imitador de Ken Sugimori; comparen el "autorretrato" de mi entrada anterior con los siguientes dibujos y descúbranlo ustedes mismos:


¿Y qué tal suena?
La música de un videojuego también juega un importante papel. En cuanto a ésta, los primeros juegos fueron musicalizados por Jun'ichi Masuda. La música de las primeras dos entregas (Red/Blue y Gold/Silver respectivamente; cada juego tiene dos versiones, con el pretexto de intercambiar pokemones) era muy percusiva. En mi opinión suena como a marchas militares, atmósfera que encaja perfectamente con el concepto de entrenar criaturas y ponerlas a pelear; melódicamente, las canciones de Jun'ichi se caracterizan por ser al mismo tiempo pegajosas y emocionantes, ocasionalmente son épicas incluso.

A partir del tercer juego (Ruby/Sapphire), algo en el camino erró y Satoshi Tajiri, creador de la serie, abandonó el proyecto y fue precisamente Masuda quien tomó la batuta como director de la franquicia, relevando el trabajo musical a un equipo conformado por Go Ichinose (quien en los juegos anteriores había programado los efectos de sonido), Hitomi Sato y Morikazu Aoki, quienes han hecho relativamente un buen trabajo, pero muy distinto del que hizo destacar a Masuda.

Quizás sea por ello que de las versiones Gold y Silver a las versiones Ruby y Sapphire haya una diferencia tan abismal en la jugabilidad, que muchos sienten que a partir de estas últimas los juegos empezaron a chafear, razón por la cual legiones de fans reniegan de todo juego posterior a Gold/Silver. Personalmente, aunque me siguen gustando las nuevas secuelas, sí considero que a partir de la llamada tercera generación se perdió parte del encanto y ningún juego ha alcanzado las alturas a las que Gold/Silver llegó.

Volviendo al tema de la música, el cambio del que hago mención es bastante notorio en los intros del juego, que siempre son el mismo tema con nuevos arreglos, y es que mientras que los intros de Red/Blue y Gold/Silver hay mucha percusión (como ya hice notar), en Ruby/Sapphire y Diamond/Pearl, lo que domina son los instrumentos de viento. Aquí les dejó el intro de mi juego favorito, Pokémon Gold:







En fin, podría pasar horas y horas hablando de Pokémon, su sistema de batalla, cómo funcionan los intercambios... pero mi intención era solamente expresar el por qué de mi amor por esta serie de juegos que a ojos de tantas personas son más bien una idiotez para niños (lo cual constituye una enorme falsedad, competir con otras personas requiere de estrategias muy complejas)... y lo cierto es que son casi las 3 de la mañana, a pesar de que comencé a redactar esto al rededor de las 11 de la noche.

Así que me despido, no sin antes recomendarles a quienes tengan la oportunidad, le den una checada a estos jueguitos. Tienen el sello de aprobación del siempre exigente (yo más bien diría remilgoso) Veggie Popper.

Smell ya' later.

viernes, 14 de agosto de 2009

Feeding the troll

Me lleva el carajo. Soy chaparro. Soy velludo. Soy antisocial (miren nada más de lo que se va enterando uno). Encima soy bulímico. Y para acabarla de amolar, tengo alopecia. Chin. Con tales defectos físicos y un mal hábito para el dibujo (lo que son las cosas, también acabo de enterarme que además hago dibujos suicidas), ¿cómo es que no me he lanzado al metro?

¡Cuánto pelo hay en esa panza! Por cierto, la panza es resultado
de ingerir 20,000 kcal y después quemarlas con 20 horas diarias en el gym


Hoy amanecí con 5 cabellos menos que ayer

Autorretrato del autor de este blog. Nótese el fleco y el color púrpura en el fondo, elementos típicos de los emo, suicidas por excelencia.

Listo, ya puedo desactivar el modo de sarcasmo. Lo importante es que el Porta ya tiene Wii y que esta semana ha sido de las mejores que he tenido en los últimos meses.

martes, 11 de agosto de 2009

Mi último primer día

Entré a la Facultad de Derecho de la UNAM el 17 de agosto de 2004, un muy curioso martes. Me presenté a las 11 de la mañana; a esa hora nos citaron para tomarnos la foto de la credencial (que entregaron menos de cinco minutos después), pero mis clases comenzarían hasta las 3 de la tarde. De modo que me fui a pasear durante mi tiempo libre. Crucé ese gigantesco patio que son las Islas y llegué a un nuevo edificio, sin separación física (una barda o un enrejado, por ejemplo) alguna, que delimitara fronteras, por lo que pensé "Wow, esta facultad sí que es enorme".

En algún momento u otro me topé con un letrero que me informó que ya había dejado la Facultad de Derecho hacía largo tiempo: en realidad me encontraba en Ingeniería. Tal incidente me provocó gracia y me senté a escribir, para finalmente llegar a la conclusión de que mi Facultad es de verdad muy reducida, limitándose al edificio por el que había entrado varias horas atrás.

La noche de ese mismo día, una muchacha se acercó a platicar conmigo, cambiando mi vida para siempre. Aún resiento (más o menos) esa noche...

Eso fue un martes. Igual que hoy.

Mi clase de derecho marítimo (clase por la que pasaré unos meses más en CU como ya expliqué en una entrada anterior) es los martes y jueves, a las 11 de la mañana. Así que, como hace cinco años, mi primer día del semestre fue un martes. Vaya cosas...

Nostalgia aparte, puedo decir que fue un día muy agradable. El ambiente de la mañana no es tan diferente al de la tarde, a pesar de todas las advertencias que me habían dado. La única diferencia es que ahora salgo a plena luz del día y el camino de regreso es más rápido que en la noche; a cambio, el camino de ida es un poco más pesado, pero nada que un buen libro o mi Game Boy no puedan soportar.

Como mencioné previamente, no fui el único tarado que reprobó derecho marítimo. Mas tal parece que la mayoría se rajó a quedarse otro semestre estudiando e hicieron sus extras, ya que fueron realmente pocos los rostros conocidos que encontré hoy en mi salón de clases. Eso o los muy idiotas volvieron a inscribirse con la vieja loca del semestre pasado. Pero sé que no son idiotas.

A quién sí vi en mi salón fue a Alejandro. Agradezco a la vida (que me ha dado tanto...) que mi mejor amigo de estos cinco años haya reprobado también, pues juntos la clase de hoy fue muy amena. No parábamos de reir ante la situación de que todos nuestros contemporáneos ya terminaron su licenciatura y nosotros -pinches huevones- no. Ese wey es la onda.

Finalizando la clase, él fue al Centro a recoger un traje que encargó, mientras yo fui a dar la vuelta un rato. Otra vez crucé las Islas. El lugar estaba hecho una fiesta: gente bailando, mesas de ping pong... Presencié el panorama unos minutos, contagiándome de la alegría que rondaba en el aire. La campaña Verano del Ocio (o algo así) que instauró la UNAM realmente sirvió como genial bienvenida para áquellos que esta semana se inauguran como estudiantes universitarios. Ya hubiera querido yo algo así hace cinco años...

Seguí mi camino y una vez más me encontré en Ingeniería. Me senté en el mismo pasillo (junto a la biblioteca) donde lo hiciera en el verano de 2004, y descansé unos momentos. A pesar de que desde entonces no había puesto un pie en dicho lugar, apenas puse un pie en el edificio, lo identifiqué como si hubiera estado allí hace un par de semanas. Mi mente hoy está más tranquila que nunca en tanto tiempo, ahora que ella se ha graduado y ya no está. Sí, hoy fue un día muy feliz.

Y vaya coincidencias, el destino o la vida han de quererme mucho, porque para recordarme que estoy recursando derecho marítimo, me puso en la estación del metro Copilco al siguiente exhibición:


Finalmente, sólo me queda, como veterano que soy (dirás fósil, ¡pinche recursador!), dar la bienvenida a todos los que vuelven a CU, y claro, también a los que más que volver, inician su trayectoria en la llamada máxima casa de estudios (¿y el cursi no vino?), a quienes además felicito por su ingreso.

Amén.