domingo, 29 de noviembre de 2009

29 de noviembre


29 de noviembre de 2009. Hoy se cumplen ocho años de la muerte de George Harrison. Seguramente los medios derramarán tinta y palabras sobre él; irónicamente yo jamás le he escrito algo, a pesar de lo importante que ha sido y seguirá siendo en mi vida. Y no sólo él. También la fecha. Tengo distintos recuerdos del 29 de noviembre a través de los años recientes, y dado que George es más que un músico para mí, quizá el mejor homenaje que puedo rendirle es con un viaje por el tiempo. Porque no me desharé en halagos, y no analizaré su discutida y discutible obra (eso lo haré el día que tenga ganas y tiempo, de manera espontánea, no cuando una fecha lo demande). Rendiré tributo a mi manera, con un pequeño recuento de lo que en esta significativa fecha me ha ocurrido.

2001. Sabía que George fallecería pronto, los noticiarios ya habían advertido que su cáncer era terminal, que se encontraba desahuciado y que él mismo se había resignado a morir tranquilamente en casa. Enfrentaría la muerte con valentía, parecía que sus seguidores estaban más preocupados que él mismo. Yo entre ellos. Pero después de unos cinco traumáticos días de preocupación innecesaria, ese fatídico jueves ni siquiera se me ocurrió pensar que el momento había llegado; en lugar de eso, pasé uno de los momentos más divertidos de mi primer año de preparatoria, en casa de mi entonces amigo Fernando Mora, “el Loko” para los cuates. Comimos, jugamos con su perra la Chapis, lo acompañé al Tae-Kwon-Do, echamos mucho relajo en su casa y quizás le hayamos dedicado media hora al trabajo en equipo que nos había reunido (siempre pasaba lo mismo y aun así salíamos bien librados); probablemente vimos los Simpson y de seguro me burlé de su fanatismo por el América. Uno de los highlights de mi adolescencia entera.
Para el Loko, George Harrison era uno de los Beatles, lo identificaba por ser el menos identificable… y porque yo lo mencionaba cada diez minutos. Yo no poseía siquiera un discman, mi más poderoso reproductor portátil era un walkman, en el que traía un cassette con el Concierto para Bangladesh; me encanta la versión de “Awaiting on You All” que allí viene. Y porque se me dio la gana, obligué a mi amigo a que pusiera el cassette completo en su estéreo. Fue la última vez que escuché un cassete.
Tenía una compañera, Julia, hermosa como ella sola, y yo caí en sus manos redondito. Apenas una semana atrás le había regalado un CD ultra raro de U2 (que originalmente había comprado para mí) y mi crush por ella estaba a su máximo. Esa tarde con el Loko comprendí lo idiota de mis acciones, admitiendo también lo divertido de ellas.
Me parece en extremo irónico el hecho de que el día que por fin me tranquilicé y dejé de pensar en la inminente muerte de mi ídolo fuera precisamente el día en que él estiró la pata. Pero fuera del Internet, la noticia no se dio a conocer sino hasta el día siguiente., y yo ni computadora poseía, así que mi experiencia respecto del vía crucis que fue conocer la noticia no corresponde a este día, sino al siguiente, y por ello es una historia completamente distinta.

2004. Es un bello lunes. Sobreviví a la preparatoria y a mi primer semestre en la universidad (entré a la UNAM cagándome de miedo), de hecho éste fue simplemente grandioso, en parte gracias a mi amiga Karen. Qué no daría por ella, es bien chida. Me encuentro en la estación del metro Indios Verdes esperándola; quiere que le enseñe Teoría del Estado porque es la materia que más domino y ella se fue a examen final; no sé qué quiere que le enseñe, Karen es la persona más inteligente y dedicada que he conocido. Pero qué importa eso, a la mera hora ni siquiera estudiamos más de veinte minutos: nos fuimos a pasear por los alrededores, le invité un algodón de azúcar y le mostré fotos de mi niñez que estaban traspapeladas en una revista (sobre los Beatles, por supuesto) que llevaba yo para leer en el camino. Si hiciera un top5 de mis mejores momentos con ella, el de este día ocuparía el primero o segundo lugar.
En el camino de vuelta a casa, escribí un poema titulado “La tercera es la vencida”, en alusión a que George siempre es el tercer beatle a la hora de pasar lista, y usando la frase en el sentido que se le suele dar: “la tercera es la definitiva”, y George, el tercer Beatle, con su tercer álbum, All Things Must Pass, nos dio la obra definitiva de un exBeatle, considerado como la mejor obra solista de cualquiera de los cuatro incluso antes de que su muerte enviara su prestigio a la estratósfera; y por otro lado, usando el sentido literal de la palabra: vencido=derrotado: si George se ganó al mundo con su obra maestra, después de ella se durmió en sus laureles y volvió a su antigua posición de Beatle menor, cayendo en relativa oscuridad (con uno que otro momento destacable) hasta que finalmente fue vencido por un cáncer; el poema contrastaba ambas situaciones e ironizaba al respecto de manera por demás crítica. Lamentablemente era tan malo que esa misma tarde lo tiré a la basura, pero el concepto me gustó y prometí reescribirlo en cuanto pudiera, lo cual a la fecha no he hecho. Pero fue un grandioso día.

2007. Ah, cómo chinga esta niña. Una tipa me manda mensajes por Internet y aunque me agrada, no me interesa, y no sé cómo deshacerme de ella sin ser demasiado grosero. Sin embargo, ella me metió la idea de ir a ver la película Across the Universe, musical basado en las canciones de los Beatles, y siendo George uno de ellos, sería una excelente manera de conmemorar su sexto aniversario luctuoso. Además, es mi último día del semestre y tengo la costumbre de irme a pasear el último día. Así mato dos pájaros de un tiro: celebro a George y doy mi acostumbrado festejo de fin de semestre.
La historia me pareció predecible: el romance no es para mí y siempre supe que Jude y Lucy se quedarían juntos al final; además está llena de clichés sobre la época. ¿Es que Vietnam y Martin Luther King fueron las únicas dos cosas que ocurrieron en esa época? ¿De verdad todos los jóvenes eran hippies? Eso equivaldría a decir que todos los jóvenes de hoy son/somos emos. Aun así, la historia está excelentemente bien desarrollada en cuanto a su estructura narrativa y hace que a pesar de ser tan plana, te la creas y la disfrutes, y algunas de las interpretaciones musicales están de no-mames: “With a Little Help From My Friends” les quedó perfecta, incluso mejor que la famosísima versión de Joe Cocker, y “Being for the Benefit of Mr. Kite” me hizo reír en demasía. Y para beneplácito de los fans de George, “Something” está para derretirnos y con “While My Guitar Gently Weeps” realmente te dan ganas de escupirle al mundo. Salí del cine con una sonrisa en la boca; de oreja a oreja. Creo que nunca había realmente dedicado un 29 de noviembre a la memoria de Harrison; ésta fue una excelente primera vez.
Julia se acaba de casar y me dejó de hablar porque se ofendió debido a que no asistí a su boda; a Karen dejé de hablarle hace un año porque la consideré un estorbo y el Loko nos dio la espalda a mí y a Bragado también un año atrás, por una estupidez que jamás pude siquiera entender. Qué finales tan anticlimáticos para personas que significaron tanto en mi vida.

2009. Mi padre me envió al DF a comprar una memoria RAM para su computadora; no me alcanzó el dinero pero aproveché para vagar por el Centro Histórico. Me metí a todo tipo de tiendas de ropa, música, videojuegos, comí garnachas y tacos al pastor y en un Sanborns leí de a grapa. La revista Rolling Stone de este mes tiene a los Beatles en portada y considera que este año les perteneció gracias al revuelo que causó el lanzamiento del videojuego The Beatles Rockband y al relanzamiento de su catálogo, actualizado y remasterizado. Lamentablemente, el único beatle realmente beneficiado de esto es Paul McCartney aunque, en un irónico giro del destino, Dhani Harrison, hijo de George, jugó un papel fundamental en el desarrollo del juego mencionado. Probablemente sea Dhani y no Paul, el hombre de negocios del año.
Después de este paseo, he llegado a la conclusión de que la Alameda Central es el lugar que más frecuentemente visito en la Ciudad después de la propia Universidad Nacional. Afortunadamente, siempre hay algo que hacer allí: el día de hoy hubo en el Centro Cultural Martí un performance en el que un grupo de mujeres bailaban y recitaban poesía subversiva sobre el caso de las muertas de Juárez, seguido de una banda de cumbia que puso al respetable a bailar amenamente; fue en ese momento que huí despavorido, pero lo de las ejecutantes previas estuvo entretenido, se movían bien las condenadas.
La niña del Internet ya no es una niña, y además se volvió una gran amiga mía; hace unos minutos platiqué con ella de hecho. Tuve un reencuentro de media hora con Karen el jueves pasado sólo para descubrir que nuestra amistad está más muerta que un perro atropellado, pero no hay rencores (¿por qué eres tan amable conmigo? ¿No puedes odiarme como deberías después de como te traté?) y el Loko es, según me dijo un día que se le ocurrió hablarme a mediados de año, un exitoso soltero en Delaware o no sé qué estado de la Unión Americana. Los años pasan, la vida cambia y la muerte lo borra todo; sólo unos cuantos grandes se salvan de dicho olvido. Uno de ellos es George Harrison, cuya huella en este mundo es lo bastante profunda para influir positivamente mi vida –y la del mundo entero–. Por eso es que hoy, en su octavo aniversario luctuoso, el día y este humilde texto van dedicados a su memoria.





jueves, 26 de noviembre de 2009

No, I won't back down!



No me vencerán. He dicho.

I'm Free! Free as a Bird

Ahora sí. La saga UNAM se termina y no hay nada que los escritores de la historia de mi vida puedan hacer para extenderla. Ya le agregaron una temporada extra y los resultados fueron agridulces. Pero hoy, no hay fuerza que pueda impedirlo: termino la carrera.

Eso no significa que ya soy abogado, en realidad, estoy muy lejos de ello. Pero ya no tendré que matarme yendo a la escuela y todas esas cosas.

Como todos los fines de semestre, me iré a festejar. Pero no será un festejo sencillo. Será doble. Termino el semestre. Termino mi último fucking semestre. En particular, recuerdo cuando concluyó séptimo, hace exactamente dos años: me fui a comer cuanto tuve en mi poder (recuerdo haber ingerido ese día muuuuchas galletas en el servicio social, y saliendo de la Fac. me chingué una torta y unos tacos; luego me compré muuchas golosinas. Sin temor a exagerar, habré ingerido unas 5,000 kcal ese día -claro que en ese entonces tenía un mucho mejor metabolismo y pesaba como 10kg menos-), fui al cine, caminé por medio Insurgentes, y con el dinero que me quedó me compré muchos libros. Y mañana espero sea algo similar (al diablo la dieta, tengo mucho tiempo para bajar las lonjas y los cachetes).

HASTA SIEMPRE FACULTAD DE DERECHO. Soy libre. Y feliz. Sí, esta noche soy muy feliz.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Gloriosa decadencia

Todos estamos concientes que la genialidad no es inagotable. Al envejecer un artista, y/o cuando sus obras son tan abundantes que se ha vuelto difícil distinguirlas, la flama creativa del artista comenzará a desgastarse, y eventualmente, llegará el día en que se apague por completo y el genio (es decir, tanto su talento como la persona misma) muera. A partir de entonces seguramente se le recordará solamente por los trabajos que hizo en su juventud, cuando era un artista propositivo y estaba en boca de todos.

Pero incluso en la oscura decadencia, y entre tanta basura, esporádicamente nuestra vaca sagrada se saca de la manga una nueva -si bien discreta- obra maestra (me vienen a la mente "Deconstructing Harry" y "Vicky Christina Barcelona" de Woody Allen, dirigidas cuando el famoso neoyorkino se encontraba en sus años sesentas y setentas respectivamente, en una época en la que sus cintas pasan generalmente sin pena ni gloria), a la altura de sus grandes clásicos, que deja asombrados a todos aquellos que ya no esperaban nada decente de su inspiración. Pues bien, así me siento el día de hoy: algo dentro de mí está en decadencia, pronostico que pronto morirá; y sin embargo, de vez en cuando, ese algo todavía suelta alguno que otro chispazo que me causa tanta felicidad como lo hizo en los mejores tiempos. Y qué hermosos chispazos, que además de su belleza intrínseca, satisfacen por su sorpresividad, ¡que viva lo inesperado!

No se cuánto tiempo le quede de vida a esto, pero lo que sea que dure, lo seguiré disfrutando. Y no traten de especular sobre si hablo de esto o aquello, no es asunto suyo; ni se molesten en preguntarme que no responderé (si lo hacen, sólo inflarán mi ego, así que no lo recomiendo). Pero aún así necesitaba expresarlo.

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Por motivos de los días que corren, durante la presente temporada navideña (que oficialmente inicia con el adviento, que es a finales de noviembre, o sea ya) nuestro honorable website portará el nombre de "El espcaio navideño de Juanito Escarcha" sólo porque se me da la gana. Y sólo porque Michael Keaton interpreta a un personaje con ese nombre, que en el inglés original es Jack Frost, apelativo que también usa Bob Dylan para producir sus discos. Y sólo porque de unos días para acá, Fabee (mi hermanita, y quien me bautizó como Juanito Banana) me ha llamado así.

Pero no se preocupen, en cuanto termine el año y con él la época navideña, si Dios nos da vida, el blog de la locura de este pincheloco retomará su nombre original.

¡Jojojo! ¡Feliz... para todos!

(invito al cine al que me diga la referencia de la última frase. Se los firmo y se los cumplo)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Must be kidding

Imaginen a Beavis & Butthead vestidos de Santaclós cantando una canción escrita para la película de South Park (o en el estilo del soundtrack de esa cintaa) en un video dirigido por un Tim Burton, borracho. ¿El resultado? La última broma (ehm... porque sí es una broma, ¿verdad?) de Bob Dylan: "Must Be Santa", video lanzado hoy. No pude insertar el video (por estar en widescreen no cabe en la página T_T), pero les dejo el link, véanlo ustedes mismos. Si no se ríen es porque estan amargados.

Bob Dylan: Must Be Santa


Lo chistoso es que SÍ quería escribir una entrada sobre Dylan, pero enciendo mi computadora y me encuentro con esto en mi bandeja de correo... es inevitable postearlo entre risas... En la noche pondré la entrada que originalmente había planeado.

(creo que debo dejar de aplaudir y justificar todo lo que Bobby hace...)

lunes, 16 de noviembre de 2009

Journey through dark heat

There's a long-distance train rolling through the rain, tears on the letter I write.
There's a woman I long to touch and I miss her so much but she's drifting like a satellite.
There's a neon light ablaze in this green smoky haze, laughter down on Elizabeth Street
And a lonesome bell tone in that valley of stone where she bathed in a stream of pure heat.
Her father would emphasize you got to be more than street-wise
but he practiced what he preached from the heart.
A full-blooded Cherokee, he predicted to me the time and the place that the trouble would start.

...
There's a new day at dawn and I've finally arrived.
If I'm there in the morning, baby, you'll know I've survived.


Me voy. Los sucesos ocurridos la semana pasada me hicieron darme cuenta que mi vida está pretty much confusa y necesito aclarar mi mente. Una experiencia de ésas que los gringos llaman "coming of age". Y qué mejor manera de hacerlo que desapareciendo del mundo.

Así que para enero, habiendo cumplido todos mis compromisos escolares y tras haberme embriagado hasta morir en las fiestas navideñas, huiré de Chilangolandía. Terminé la carrera, no tengo trabajo; no hay nada que perder ni nada que me ate aquí (nadie depende de mí, ¿o sí?). Así como Forrest Gump cuando se va a recorrer todo el país a pie. Sólo que yo lo haré en bicicleta.

Desde hace varios años tenía el deseo de recorrer todo México de mochilazo. Mi primera opción era en camión, pero así no tiene chiste. Quiero perderme y ser libre, como explorando el vasto mundo de un videojuego (ya me vi vestido de verde -túnica y gorro puntiagudo incluidos-, con una peluca rubia y orejas de duende, con una espada en la mano y un hada crastrosa gritándome "Hey! Listen!" =3).

Será entretenido. Me llevaré sólo una mochila con ropa y un cuaderno para escribir. No habrá ruta definida: tal vez me vaya hacia el norte y llegue a la ciudad de Monterrey para comprobar por qué es tan apreciada; probablemente me dirija al sur y recorra la costa del itsmo de Tehuantepec pudiendo atestiguar el crepúsculo mientras abandono todo pensamiento. O tal vez me dé miedo y me regrese en cuanto llegue al metro Zapata. Todo puede pasar.

Sí, también eso puede suceder: nada me salva de ser atropellado y despedazado por un trailer en una autopista o ser asaltado y arrojado a un precipicio. Pero qué diablos, al menos moriré haciendo lo que me gusta, ¿no se trata de eso la vida? Quizás la razón de que no vuelva a la Zona Metropolitana sea porque me quedé a trabajar el campo en alguna hacienda de Aguascalientes o me uní a una guerrilla en la sierra. ¿Y por qué no? En una de ésas y hasta me matrimonian con una linda provinciana a cambio de mi bici. Insisto, todo puede pasar.

Espero, y realmente deseo, visitar ciertos lugares en particular; ojalá llegue a Michoacán para conocer al Porta, mi más fiel lector y viejo cyber amigo ^_^, y ya encarrerado, alcanzar la frontera norte y averiguar por qué diablos le sigo hablando a una chica que se hace llamar Terra. Supongo que pasaré por San Luis Potosí a saludar a mi cuñada Cassandra, y ya de regreso, visitar Cancún, playear un rato y ver a Uriel para enviarle saludos de Gaby. Ah, y también me encantaría conocer Guanajuato, sólo porque sí.

De modo que tendré que ahorrar un poco para víveres y hospedaje, pero teniendo el dinero (mi papá cree que iré "de excursión con mis amigos", prometió ayudarme un poco en ese aspecto), lo demás será pan comido. Si las cosas van bien, tal vez de cuando en cuando me pare en un cybercafé y relate algunas de mis experiencias aquí en el blog ("And in while I'm away, I'll write home everyday and I'll send all my loving to you"); si de plano sigo sin hallarme, continuaré mi aislamiento y dejaré que esta paginita se empolve un poco. ¿Esperarán mi regreso, amigos míos, o me enterrarán en lo más recóndito de sus memorias?

Hace mucho que no me sentía tan emocionado por un proyecto personal ^_^ Ojalá no me eche para atrás.


In the middle of his life
He left his wife
And ran off to be bad
Boy, it was sad
But he bought a new car
Found a new bar
And went under another name
Created a whole new game
And the days went by like paper in the wind
Everything changed, then changed again

sábado, 14 de noviembre de 2009

Artista Frustrado

Si pudiera dibujar tus ojos
Y plasmar el centro de tu belleza
En un trozo de papel
Podría compartir al mundo
Lo que yo veo cuando te pienso
Lo que me gusta soñar

Pero no puedo hacerlo
La perfección es irrepetible
No la puedes atrapar
El lienzo puede ser suave
Pero jamás será tan terso
Como tu auténtica piel

Yo no soy un artista
No fui el creador de tu mirada
Discúlpame pues
Por no completar tu retrato
La belleza no está en mis trazos
Sino dentro de ti

Diciembre de 2008

viernes, 13 de noviembre de 2009

Pequeños perfumes

-Cecilia está bien buena.
-Me vas a provocar un orgasmo.

Créanlo o no, ambas frases fueron inferidas en la misma conversación. La primera era en referencia a la canción de Simon & Garfunkel, no a ninguna fémina; la segunda versaba sobre una lectura que estaba muy interesante. Me encantan los dobles sentidos (que no los albures)...

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Pero no va sobre eso la presente entrada, sólo quería rememorar dicha conversación, una de las
más frescas y divertidas que he tenido en mucho tiempo <3

En realidad, lo que me trae aquí es el siguiente epíteto que me colgaron ayer:
"Enano falto de Crecilac"

Juro que cuando lo leí en mi celular me cagué de la risa, ante las miradas de la gente en la poblada calle en la que me encontraba. Habrán pensado que estaba borracho. Pero sí, lamentablemente soy tamaño mini-pocket (mis playeras son talla extra chica o compradas en el departamento de niños), lo cual supongo es antiestético y antinatura. Y sin embargo, vivo feliz de serlo, por no decir que vivo gracias a que soy enano.

Así es, alguna vez hace mucho tiempo, mi corta estatura me salvó la vida en uno de mis torpes accidentes; lo cual viene muy al caso, dado que hoy se cumple un año de aquel atropellamiento que tantos sueños me frustró.

Tendría yo 12 años por aquellos días (si la memoria no me falla, fue entre septiembre y noviembre de 1998). Seguía sumido en una niñez (tardé mucho en entrar a la adolescencia) cuyas únicas preocupaciones eran terminar The Legend of Zelda: Ocarina of Time y regresar a mi casa antes de que anocheciera para que no me regañara mi mamá cuando me salía a pasear en bici o a jugar Nintendo con mis vecinos (yo era un nerd ñoñísimo, la escuela no me preocupaba, podía sacar 10 con una mano atada a la espalda).

En una de ésas, un amigo y yo organizamos una carrera de bicicletas en Castera II, la unidad habitacional en la que vivió el -todavía- pequeño Popper hasta los 19 años (lugar que aún hoy considero mi verdadero hogar). El recorrido era sencillo: seguir el caminito pavimentado que pasaba por toda la unidad y de regreso, hasta la entrada del edificio B-1 (en el que yo vivía).

Los contendientes: Daniel Alarcón Martínez, hermano mayor del entonces mejor amigo de mi hermana (quien se llamaba Oscar), y yo. Uno a uno. El todo por el todo. La más épica carrera que estos dos niños habían tenido en sus vidas. En sus marcas, listos... ¡Fuera!

Chale... esa carrera estaba arreglada: un niño obeso y de pierneas cortas, contra un largirucho que tales esas extremidades seguramente pedalearía mucho más rápido que yo: era más que obvio que me dejaría mordiendo el polvo. Y a pesar de todo, la mayor parte del recorrido estuve pisándole los talones.

Justo al final de la unidad, ya para emprender el regreso a mi edificio, estuve a centímetros de alcanzar a mi contrincante. Y para acortar distancia, decidí salirme de la pista para meterme en el pasto y ahorrarme una esquina (haciendo una diagonal en lugar de dos rectas, no sé si me entiendan). El pequeño atajo me ahorraría unos metros y me pondría delante de Daniel, de no haber sido porque de la nada, como si hubiera una pared invisible, algo me detuvo y me mandó a volar hacia atrás, provocando un fuerte estruendo (todos los estruendos son fuertes, ¿no? Entonces acabo de cometer un pleonasmo según parece...) al caer. ¡Hasta levanté el pasto bien loco!

El chingadazo, sobra decirlo, me dolió un buen, y eso que como ya dije, caí en pasto, que se supone es más blando que el pavimento. Permanecí allí unos instantes y una vez que me incorporé, busqué aquello que me había detenido en seco durante mi encarrerado pedaleo (Daniel se siguió, no iba a desaprovechar la oportunidad de dejarme atrás). Encontré un mecate de alambre, ultra delgado como para poder ser visto (¿quién demonios hace un mecate de alambre? ¿no se le oxidan las ropas tendidas?). Toqué mi cara y sentí que, en efecto, en la frente, arribita de las cejas, una línea horizontal se había marcado, y un hilito de sangre escurría. Y ardía mucho (desde entonces, mi ojo derecho es ligeramente mas pequeño y no puedo enfocar con él).

Posteriormente, volví al lugar del impacto; impresionado, miré mi silueta marcada en el pasto, sólo para ver que a pocos centímetros hacia arriba de donde mi cabeza se dibujó, una estaca, pien puntiaguda, yacía enterrada.

Así es, de haber sido más alto, muy probablemente la estaca me habría penetrado el cráneo (recordemos que golpeé el suelo con bastante fuerza), perforándome el cerebro y dejándome muerto sobre la hierba (bueno, con lo que me encanta recostarme en el pasto habría sido, tal vez habría sido una linda muerte), o tarado de por vida. Afortunadamente no pasó, mi estatura (mas bien enanura) me permitió vivir relativamente seguro hasta los 18 años, y eventualmente he llegado vivo a los 23.

...Fin de la historia...

OK, no fue tan dramático como mi hospitalización ni tan cómico como mi atropellamiento, pero de todos modos tenía que contarlo.

Así que ya saben, la próxima vez que quieran hacerme burla por mí estatura, lo tomaré como un halago, les diré: "gracias recordarme que estoy vivo" y quizás hasta les dé un beso en la boca al estilo Bugs Bunny. Así que piénsenlo dos veces antes de llamarme "enano" (aunque me sigue causando risa lo de "falto de Crecilac").

Por cierto, ¿alguien me puede decir quién puso el bomp? Todavía tengo esa duda Ó.Ò ...

jueves, 12 de noviembre de 2009

¿Quién?

¿Quién me devuelve la fe y borra mis recuerdos de aquello que vino a perturbar el balance de las cosas?
¿Quién callará mi espíritu y llenará mi alma, confirmando que alguna vez poseí una bondad pura?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Mamma mia! o.O Here I go again! OwO

My my, how can I resist you? <3

Ya puedo poner acentos, y ya tengo audio en mi PC. Ya puedo ser feliz, lo demás vale madres^_^

MooD: Fresa mode; listening to ABBA

martes, 10 de noviembre de 2009

domingo, 8 de noviembre de 2009

When Blogs Collide

El déjà vu se rompió, afortunadamente.

El déjà vu en cuestión
Usualmente mis historias amorosas duran más o menos un año (salvo Ex#1, pero ella está más allá del bien y del mal por haber sido –al menos hasta ahora provisionalmente el título es suyo- el amor de mi vida). Y como hace un par de semanas se cumplió un año de que inició mi aventura con Dany, sería probable que por estas fechas su flama se apague.

Entonces, a finales de octubre (o sea hace un par de semanas), alguien a quien llevo contactando a través del blog desde hace unos seis meses, me envió un mensaje privado por hi5. “No vuelvas a hacer eso, esas cosas son del diablo”, le dije tras recordar cómo comenzó mi desventura con Daniela, precisamente a finales de octubre del año pasado, y de la misma forma.

Ya en el presente mes a la susodicha, a quien otorgaremos el nombre clave de “Gabriela” (elegí un nombre parecido al de Daniela para hacer más evidente el déjà vu), se le ocurrió invitarme a una fiesta para conocernos en persona. Tal como a Dany hace un año.

Ante tal situación, sentí la necesidad de mentarle la madre a alguien. La-mentable-mente mi computadora (la única culpable de todo esto) no tiene madre, de modo que tuve que guardarme el coraje. Vi la tragedia venir, desplegándose ante mis ojos un panorama de desolación e idiotez que me hizo estar a punto de negar la invitación por precaución.

Y es que hace un año (noviembre de 2008), por puritita mariconería, había pensado en cancelarle a Dany de último momento; eventualmente un día antes de conocerla, una visita a Emiliano me puso lo suficientemente feliz para decidir no cancelar y presentarme ante la niña… sólo que fue demasiado tarde: los escritores ya habían tomado en cuenta mi sugerencia de evitar que nos conociéramos y enviaron un camión a atropellarme (de manera cómica, claro está: toda tragedia en mi vida tiene que ser chistosa), iniciándose así la saga de Tlalpan de la que ya he escrito hasta el hartazgo (no que lo merezca: a la pobre de Ex #1 jamás le he dedicado un escrito propiamente dicho a pesar de lo que al principio de este post mencioné; pero así de injusta es la vida).

Y no, no quiero que me vuelvan a atropellar.

En la época actual, algunos de mis amigos me dijeron que no sea mamón, que un par de coincidencias no iban a hacer que la historia se repitiera tal cual (carajo, la misma Daniela me echó a andar en el asunto con Gabriela; supongo que a Dan también ya le urge deshacerse de este fastidioso pseudo-pretendiente). Pero uno que es paranoico… Así que acepté, un tanto receloso para ser franco. Nunca he sido supersticioso, de modo que comprendí que mis amigos tenían razón.

Dado que la referida fiesta sería el sábado 7 de noviembre, sólo tendría que sobrevivir al viernes 6 (es decir, un día antes como ocurrió con Dany) y todo habría terminado. ¿O no? Porque si nos ponemos estrictos, la premisa es que no me pase nada malo antes de conocer a la persona, en realidad necesitaría llegar vivo al metro Portales a las 4 de la tarde del sábado 7 de noviembre de 2009 para cantar victoria.

¿Y qué creen? ¡Lo logré!

Recuperando mi sonrisa
Paradójicamente, aunque ansiaba romper el déjà vu que me atormentó durante las últimas dos semanas, había un detalle que sí quería que se repitiese de la historia anterior: la sonrisa.

SMiLE de Brian Wilson, mi álbum favorito de toda la vida, se ha convertido en una especie de credencial de identificación/tarjeta de bienvenida al club de amigos de Jonathan Vega (AKA Juanito Banana, AKA Veggie Popper, AKA el tipito raro que se la pasa dibujando, AKA el wey que escribe este blog) ya que lo he regalado a (casi) todos mis amigos por el simple hecho de serlo. Hasta que a Dany, semi-accidentalmente (o sea, ¿fue o no fue accidental? ¡Ya decídete!) le regalé el original (nunca escribí por qué, ¿verdad? La culpa de todo la tiene la PC del Chos que se trabó cuando fui a su casa para quemar la copia que le daría a Dany, por lo que cuando la vi, pocos días después de eso, como se me olvidó sacar el original en mi mochila, decidí dárselo de todos modos. Además, como llevaba el disco sin su empaque original, yo conservaría la caja y ella el disco, cada uno una parte, lo cual en su momento me pareció un peculiar detalle emotivo) y después una formateada a mi PC me borró los archivos respectivos, impidiéndome forever and ever escuchar el disco, mucho menos podría hacer más copias ahora (intenté descargarlo por Internet unas 8 veces, pero las canciones van de corrido, sin pausa entre ellas, y al bajar las canciones por Internet, las transiciones siempre eran imperfectas, interrumpiendo el fluir del álbum, y las canciones por separado no brillan igual: el disco hay que escucharlo completo); en cuanto a las copias de mis demás amigos… hasta donde sé ninguno conserva la suya, ya que el álbum no les gustó, así que lo arrumbaron o lo perdieron o qué sé yo (irónicamente la única persona a quien si le gustó fue a Ex#1… pero estoy banneado de su vida y ella de la mía).

Pero Gaby me había invitado a su fiesta de cumpleaños y en el meanwhile, se portó siempre amable conmigo y tuvimos un par de muy interesantes charlas vía Hotmail, por lo cual ella era candidata a unirse al club de amigos; necesitaba darle su respectiva copia. Con toda la pena del mundo, tuve que pedirle a Dany que me prestara su disco; ella aceptó y pasé por él el mismo sábado, antes de ver a Gaby. Fui al mismo cyber café donde el jueves pasado imprimí mi tesina (el chavo que atendía se portó buena onda y la impresión me salio barata allí) ¡y listo! ¡Tengo mi álbum de vuelta!

Eran las 2 y media de la tarde: estaba a una hora y media de sobrevivir a mi destino…

Para matar el tiempo (de CU al metro Portales no haría una hora y media) me fui a vagar por la Universidad (parece ser que las escenas de Veggie caminando por CU son buenos fillers). Encontré un bello jardín junto al Instituto de Ingeniería, en él había una formación de rocas muy peculiar que un hombre miraba con un instrumento similar a una cámara fotográfica del siglo XIX. Unos jóvenes se subieron a las rocas, uno de ellos exclamó a otro: “No te vayas a caer wey, ¡Te vas a partir la madre!”. Sobra decir que en mis últimos momentos de inseguridad, me trepé a las rocas con ánimos de resbalar y caer, teniendo por fin un motivo para echarme para atrás con Gabriela.

Nada pasó. Una vieja amiga solía decirme “por algo pasan las cosas”: por algo me atropellaron hace un año y por algo ayer no me caí de las piedras. Con la autorización del destino, finalmente tomé un camión del metro Copilco al metro Taxqueña (¡ay, no! ¡Esa ruta era la que usaba –aunque en dirección opuesta- durante mi historia tlalpeña!); de ahí a Portales son nada más tres estaciones. Nada pasaría ya.

¿Qué chingados es un dátil?
De último minuto, Gaby me dijo que la viera no en el metro, sino afuera, en el Mercado de Portales. Acepté y llegué al lugar, unos 15 minutos antes de la hora acordada. Pese a ello, no tuve que esperar más de dos minutos para que ella apareciese. Andaba yo en la lela cuando una chava que venía de frente, sonrió, aparentemente hacia mí. No le encontré parecido con la Gaby de las fotos y pensé que era a alguien más a quien le sonreía, pero la escuché decir alegremente: “¡Popper!”, demostrándome que sí era ella, que tuvo razón cuando me dijo que en persona se ve muy distinta que en sus fotos (espero que sea recíproco y ahora que me conoce en vivo, admita que no me parezco a Harry Potter).

Pese a ello, la muchacha a mi lado tenía el cabello quebrado, oscuro, era un poco alta (“¡Pero qué chiquito estás!” fue lo primero que me dijo) y para ser sincero nada fea, incluso poseía uno de los dos rasgos que han tenido en común (juro que es inconciente, yo no las busco así) todas las mujeres en las que me he interesado; pero le faltaba el otro rasgo, así que ni modo, no hubo amor a primera vista (LOOOL), lamento decepcionar a Daniela. De cualquier forma, Gabriela estaba ahí para demostrarme que era de carne y hueso y que no se trataba de trata.

¡Listo!, finalmente el déjà vu se había roto de manera definitiva. Ya no tendría que preocuparme por enamorarme de ella y vivir otro drama tlalpeño (porque sí, ella vive bien cerquita de Tlalpan… again). Ahora lo único que me preocupaba es que hubiera suficiente alcojol en la pary.

No es cierto. Sí hubo algo que me preocupaba. Unos minutos después de nuestro grato encuentro, percibí que hablaba demasiado rápido, a un volumen un poco alto (lo cual, dada mi actual sordera agradecí, aunque en otras circunstancias quizás no) y con una voz ligeramente nasal; noté además que era muy inquieta. “Ahora entiendo cómo me ven mis amigos a mí”, pensé y se lo hice saber al instante. Parecía ser lo suficientemente cínica para no molestarse, característica que también me hizo pensar en mí mismo. Un par de horas después, las conversaciones y discusiones me hicieron creer que estaba hablando ante un espejo (espejo que me reflejaba sin bigote y con un par de regalos en el tórax), o que por primera vez mis monólogos mentales me respondían.

Antes de de dirigirnos a su casa, pasamos a comprar algunas cosas: vasos desechables, hielos y un kilo de dátiles.

Y es que alguna vez ella puso a la venta artículos de su colección privada; me interesó un CD (el soundtrack número 1 del anime Chobits) y cuando le pregunté cuánto quería por él, ella me dijo bromeando: “cómprame un kilo de dátiles y el disco es tuyo”, broma que terminamos por aceptar en serio; lamentablemente, no sé qué chingaos es un dátil; iba a googlearlo la noche anterior pero se armó una pequeña pelea en mi casa que me impidió hacer uso de la computadora, dejándome en la total ignorancia (por no decir pendejez). En consecuencia, mejor le propuse a Gaby que fuéramos juntos por sus dátiles, así ella misma podría escogerlos.

El episodio fue de lo más divertido: en cuanto llegamos al local donde los vendían (dentro del Mercado), pidió muy alegremente “un kilo de dátiles, de los más suavecitos”, haciendo énfasis en la última palabra de manera por demás chistosa; el tendero nos dio una caja y Gaby se puso a tentar y manosear los frutos (que son una cosa muy chistosa, parecen ciruelas pasas gigantes cubiertas de ate –considerando el nombre, acabo de comprender que el ate probablemente esté hecho de dátiles) como niña chiquita… “Ay, pinche Popper tentón”, me dije, mientras recordaba cuando a los 16 años casi me corren de la casa de Frida Kahlo por andar de tentón con los objetos en exhibición… Y todo para que no se llevara ninguno (el tendero debió haberle mentado la madre desde lo más profundo de su ser). Lo anterior mientras me contaba cinco historias simultáneamente (conducta en la que yo también suelo caer, de ahí mis omnipresentes paréntesis).

“Están muy secos. ¿No tiene más?”, preguntó con gesto de niña chiquita. El vendedor fue por otra caja, regresando varios minutos después, algo irritado. Mostró la mercancía y mi acompañante finalmente eligió los dátiles que más le gustaron.

LOL together now
La fiesta comenzaba a las 6:30 oficialmente; si me citó tan temprano fue porque yo le pedí que nos viéramos antes debido a que a la 1 p.m. vería a Dany y no tenía nada que hacer en tanto tiempo (no me iba a regresar a mi casa en otro estado de la República para lanzarme de regreso 10 minutos después y repetir el mismo viaje de 2 horas)… y porque ella necesitaba a alguien que le ayudara a hacer algunas cosas.

Una de ellas fue cocinar. Ama cocinar, amo cocinar. Si hay dos cosas en el puto mundo de las que puedo jactarme de hacer bien (para todo lo demás soy mierda, no importa lo que digan) son las esculturas en plastilina y cocinar. Y por lo visto, ella cocina mejor que yo. Siempre pensé que de juntarse más de un yo, el mundo estallaría. Pero lo único que hicimos estallar fue la ollita de de alcohol en la que derretimos el queso para un postre árabe que ella quiso hacer:

-¿Sabías que tengo muy buen olfato? –le comenté inocentemente.
-Yo también, dude –por alguna razón, en lugar de weyear a las personas, las dudea-… Hablando de olores, huele a quemado.
-Ya lo noté ^_^
-LOL
-XD
-…
-…
-¡El queso!
-¡Vale madres!

Acto seguido, ella se puso a soplar como idiota; yo le grité: “¡Con eso sólo avivarás el fuego!”, lo cual sí sucedió, pero ella seguía soplando cual lobo feroz.

-Mejor ve por agua- le ordené, quedándome parado como pendejo en lugar de ir yo mismo por líquido.

Tratamos de quitar la cacerola del calentador, pero estaba tan caliente que sólo conseguimos quemar nuestras manos, hasta que a alguno se le ocurrió tomar el metal ardiendo utilizando una franela. Creo que hasta cayó una flamita en la superficie del mueble en que estábamos trabajando. Después yo derretí una charolita de plástico cuando la acerqué mucho a la olla caliente y después…

LOL. Somos la torpeza andando (ya escucho la carcajada de Bragado al leer esto).

Para cuando terminamos de preparar el postre (dátiles rellenos de fondue y cubiertos con polvo de nueces; “¡Calorías a mí!”, gritó Gaby al engullir el primero) Gaby ya estaba ebria (yo no), pasaban de las 7 de la noche y nadie más había llegado.

¡Que comience la fiesta!
En ese estado de las cosas, nos sentamos en unos sillones-cojines-quiensabequéchingaossean muy graciosos que tiene en su sala, mientras tratábamos de poner música en el reproductor de DVD, tarea que también nos costó trabajo (tarea del lector: imaginar a dos cavernícolas intentando hacer funcionar un home theater) debido a que el aparato tenía un falso contacto.

Una vez que lo conseguimos, disfrutamos de la música y mantuvimos una agradable charla. Puedo asegurar que tenemos gustos musicales similares (excepto que a ella no le gusta el rock urbano, como es lógico)… aunque nunca supe si le gustó el disco de Brian Wilson, ya que dijo que ése lo escucharía “con más calma, cuando esté sola y pueda apreciarlo mejor”.

No quiero quemar a Gaby; solo diré que es una borracha muy divertida, y que la única gran diferencia que encontré en nuestra personalidad y forma de ser es en la forma de tratar a nuestras mascotas: ella no trata a su perro como lo hago yo con el mío… lo hace como mi hermana (“¡sí, Fabiola!”, le dije en incontables ocasiones). Realmente me hizo creerle cuando dijo que Lug (o como se escriba) es el amor de su vida.

Serían alrededor de las 8 ó 9 de la noche cuando los invitados comenzaron a llegar. “Te vas a llevar bien con mi amiga Elsa”, me dijo. “¿Puedes creerlo? Yo también tengo una amiga que se llama Elsa”. Acto seguido dio muestras de haberse aprendido (tal vez incluso mejor que yo mismo) mi guía de personajes. Me preguntó por Bragado, por Alejandro y hasta por el Chos y Steisy. Eso me dio miedo. En especial porque pareció insistir con Alejandro (¿le habrá gustado acaso? Pero nel, Alex es mío). Inclusive me preguntó por Ex#1, llamándola por su nombre, a pesar de que en todo mi blog solo he usado su nombre una vez, y fue en una entrada que nada tenía que ver con mis desventuras amorosas. ¿Es Gabriela demasiado perspicaz? ¿Demasiado metiche? ¿Un poco de ambas? No lo sé, pero comencé a albergar la creencia de que en verdad ella fuera un clon mío en versión femenina y que por ende tiene acceso a los secretos de mi mente. De ser así, pobre de ella…

Tuvo razón en algo, Elsa es muy buena onda. Prácticamente fue con quién más socialicé después de la propia Gaby. Pero lo mejor de la fiesta fue cuando su amigo Megarockman (quien vive en Cancún y a quien solo conoce a través del blog, y recientemente, por teléfono) la telefoneó para desearle feliz cumpleaños. Yo mismo he visitado el blog de este chavo y él el mío un par de ocasiones, y su simple pseudónimo (Mega Man –o Rockman en el original japonés- es mi personaje favorito de videojuegos) fue suficiente para que yo sea su fans. Así que en cuanto le llamó, Gaby se superemocionó y yo también; la chica me pasó al dude y pude saludarlo en persona: “¡Hey Popper! ¡Es un placer conocerte!”, “¡Igual, Rockman! Gaby me habla un chingo de ti” (ella sostiene que es uno de sus mejores amigos, yo creo que es su mejor amigo). Y yo que decía que socializar por Internet es cosa del diablo…

Pobres y patéticos borrachos
Lamentablemente, no todo en la vida es felicidad: si hay alcohol y música, siempre saldrá una canción de José José, de Sin Bandera o de Chente Fernández y aquéllos que no han tenido suerte en el amor llorarán como bestias. Y esta noche no fue la excepción.

Por respeto omitiré el drama de Gaby y sólo revelaré el mío: encontrábame yo muy feliz bebiendo vodka o chela y burlándome de nuestro presidente cuando recibí un mensajín en mi celular. No necesito decir de quién fue, pero era una buena noticia la que el mensaje comunicaba. Así que, dado que ya andaba ebrio le respondí el mensaje a la manera de un borracho: “Felicidadess, te quiero Retiario mi amor” (qué mejor pretexto para expresar tus sentimientos más viscerales que la falta de raciocinio que la embriaguez otorga). Claro que un ratito después me cayó el veinte y supe que, ebrio o no ebrio, ella se molestaría y yo me metería en problemas. Como si hubieran suplantado al Jonathan de entonces con un impostor, mi ánimo cambió por completo: mi semblante risueño se tornó serio y mi mirada se perdió en el negro vacío (¡hora de los clichés poéticos!). Me levanté de mi silla, me dirigí a la puerta principal y salí a caminar. Como hago siempre que bebo, tarde o temprano.
El objeto de la foto era reconocer el lugar por si me perdía XD

Pero no me dirigí a la Calzada de Tlalpan. No soy masoquista (OK sí lo soy, pero no en esos momentos); me fui hacia la dirección opuesta y salí al Eje Central (que de hecho se encuentra más cerca de casa de Gaby que la propia Calzada), donde caminé un rato, lamentando mi pequeño error. Resolví que caminar a lo pendejo no resolvería nada y regresé con prontitud al domicilio donde el guateque se llevaba a cabo. Una vez allí, la plática con Gaby, sumida en sus propias penas, nos convirtió en un par de patéticos emos de 23 años. Y fue un circulo vicioso: tu amigo se pone mal, tú te pones mal porque tu amigo se puso mal y entonces tu amigo se pone peor por haberte puesto mal a ti y tú te sientes peor por lo mismo y es un cuento de nunca acabar. No necesito decir cómo terminamos. Lo bueno de eso, fue que los sentimientos que expresamos (y la manera en que lo hicimos) me hacen pensar que a partir de ese momento ella confía en mí y me considera un verdadero amigo… o igual, sólo fue un borrachazo más (mi vida tiende a ello, pero esta vez creo en ella).

Los amigos de Gaby trataron de animarla, no así conmigo (será una fiesta o lo que tú quieras, pero eso no me quita lo tímido y asocial, y a final de cuentas, yo para ellos era un completo desconocido... debo admitir que me sentí pequeño e insignificante frente a sus amigos filósofos), por lo que yo me dirigí a la sala principal, donde atinadamente alguien puso “I’m a Loser” de los Beatles. Y canté con mi berrinchito a flor de piel.

Al finalizar la canción, asumí que el público atestiguó mi numerito y apenado, traté de esconderme en algún rincón. Pero la cumpleañera me encontró fácilmente y me felicitó; corrió a decirle a medio mundo que canto muy bien (desde entonces supongo que es sorda) y me recordó nuestra promesa de hacer un concurso de baile en el que el ganador sería nombrado como “el ser más raro”. La verdad ya ni me acuerdo quien ganó, probablemente yo. Nadie me ha vencido en eso (en rareza, no en bailar, se entiende).

Eventualmente, la hermana de Gaby puso a Queen y un muchacho de cuyo nombre nunca me enteré, pero muy buena onda, se puso a cantar conmigo, y pronto se nos unió el resto de la gente; todos sentados alrededor de una mesita. Me sentí como en un grupo de boy scouts en un campamento, cantando canciones en torno a una fogata.

On my way back home…
Alrededor de las 3 de la mañana, cuando terminó el disco de Queen y corroboré que Gaby se sentía de lo mejor, me sentí un poco cansado y decidí dormir un poco. Me encaminé al estudio, no sin antes ser detenido por Gaby quien, como buena mujer, se sintió ofendida: “¿Ya te aburriste?”, preguntó. Le dije que no y continué mi marcha. Pero mi siesta no duró más de 15 minutos. Los tres invitados que quedaban pasaron a retirarse, de modo que ni siquiera me dormí realmente. La mamá de Gaby (una hippie muy peculiar que, sin ofender, creo que tiene un falso contacto o algo así porque se le van las cabras bien pero bien cabrón) ofreció darles ride de modo que aprovecharon para llevarme a mí también.

En el trayecto, Gaby y yo hicimos el recuento final de la noche. Aunque a mí me pareció un caos bastante divertido, ella insistió en que no volverá a hacer algo así. Admitió que lo disfrutó y que valió la pena, pero había en su voz un sabor agridulce que me demostró que algo faltó. Lo que quiera que sea, ojalá lo encuentre pronto. Porque Gaby es la pura onda. Me cae de madres.

Originalmente Gaby ofreció llevarme en su auto hasta mi casita (y de ella, y de ustedes) en Ecatepé, mas yo insistí en que me botara en el metro La Raza, de donde salen combis para mis rumbos. Pero la desquiciada señora Gaby (o sea, la mamá) me intimidó tanto que debido al nerviosismo, erré en mis instrucciones y terminamos pasándonos hasta Potrero, una estación más adelante, y no me di cuenta sino hasta que el auto había desaparecido, por lo que tuve que aventarme el trayecto caminando.

Son menos de 10 minutos, pero a las 4 de la madrugada, no es lo mas seguro. Para acabarla de chingar, cuando llegué no había transporte alguno en el paradero. Un taxista me dijo que no, que ya no iban a salir combis. Y yo no traía para pagar un taxi.

Resignado, tuve que esperarme a que amaneciera y abrieran el metro para ir a Indios Verdes y tomar mi camión como usualmente lo haría al regresar de la escuela. No obstante, consideré que sólo me dijo eso para que contratara sus servicios. Tuve razón. Menos de media hora después, una combi arribó y pude llegar tranquilamente a mi casa, a las 4:58 de la mañana.

Lolwut!
La noche anterior fue sin duda una de las más divertidas que he tenido en mucho tiempo, y me hice de una amiga tan chingona que tal vez le daría el premio a la persona del año en los próximos Veggie Awards sólo por esta fiesta (aunque espero no sea la última vez que nos veamos). “Tenemos que poner esto en nuestros blogs”, me dijo con su último aliento. Y bien, aquí está mi versión de los hechos; si ella cumple su parte, podrán contrastar ambos testimonios.

Y para los que ya pronostican que Dany tiene sucesora, déjenme decirles que nel; nuestros propios antecedentes lo impiden (una vez leí que para ligar lo último que debes hacer en la primera cita es hablar de tus ex, y adivinen de qué estuvimos hablando anoche), y ella misma lo dejó en claro (“LOL, no soy tu tipo, no eres mi tipo, pero me caes bien, dude”). Así me gusta que hable la gente: duro y directo. Nada de “siempre si y luego nel” (¡ya supéralo banano!). He aquí las razones por las que tal cosa no puede suceder:
1. Estoy muy enano para ser su tipo y ella muy... “no-flacucha” para ser el mío (no que estés gorda, NO LO ESTÁS GABY -de hecho te ves bien ^_^ -, es solo que recientes estudios indican que tengo más éxito con las flacas escurridas –sin ofender tampoco a éstas XD-).
2. Mi crush con Dany es ahora muy cómodo para mí (mi situación es estable, ya no hacemos dramas y se supone que somos amiwis de adevis); no me es conveniente tirar eso a la basura para empezar de cero y volver a esas cosas feas de cuando uno comienza este tipo de aventuras.
3. Porque me parezco mucho a un tipo que le causó un trauma (¿craneoencefálico?); no quisiera hacerle crecer dicho trauma.
4. No conoce a Bob Dylan.
5. Y la más importante: porque le juré amor eterno a Dany y la quiero bien (LOL no; ya en serio: porque me cae demasiado bien –me refiero a Gaby- para arruinarlo).

Si los escritores juegan chueco con mi personaje, me cae que renuncio a la serie.

Sí, la vida es un asco, pero hasta la inmundicia es divertida sabiendo vivir el momento.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Déjà Vu

Déjà vu, déjà-déjà vu, déjà vu-vu... (cántese con la tonada de "Dehra Dun" de George Harrison)

LOL. Mi vida apesta a Déjà Vu. Creo que a los escritores de esta serie se les terminaron las ideas y decidieron reciclar tramas de temporadas pasadas. En momentos como éste, siempre es mejor poner fin a la serie antes de tener que recurrir a medidas tan baratas... pff, ¡yo renuncio!

lunes, 2 de noviembre de 2009

Evadiendo responsabilidades

Se supone que estoy escribiendo una tesina... En lugar de eso, comencé a hacer los dibujos para la segunda parte de mi guía de personajes. Espero que al menos haya quedado bien el primer dibujo, para que haya valido la pena el tiempo invertido y así legitimar mi holgazanería. Ustedes juzguen:
Si ciertos dos amigos no la reconocen, ya valió madres...