domingo, 23 de agosto de 2009

La noche de Alfredo

Ante la reciente escasez de agua que ataca la Ciudad de México, Alfredo tomó una brillante decisión: ir a bañarse al lago de Chapultepec.

El muchacho tomó su toalla, una barra de jabón y botella de shampoo, y las guardó en una maleta, tras lo cual salió de su casa con rumbo al lago ubicado en el sagrado bosque, sin importarle que fuera ya de noche. De cualquier modo, Chapultepec se encontraba a menos de media hora de distancia a pie, y nunca es tarde para contemplar la belleza de una de las maravillas de la ciudad.

En efecto, el lago lucía tan hermoso como siempre, con sus fuentes y canales. A pesar de ser casi media noche, el lugar se encontraba lleno de bañistas disfrutando del cielo estrellado mientras ahogaban sus penas en las cristalinas aguas de la majestuosa fuente. Una pareja de ancianos obesos se declaraba su amor por millonésima vez a la luz de la luna. Una familia cruzaba el lago a nado, compitiendo en una colosal carrera en la que el primogénito llevaba la delantera. Mientras tanto, un grupo de niños jugaban a salpicarse, riendo y sonriendo traviesamente.

Alfredo buscó un lugar más o menos solitario para poder llevar a cabo su limpieza personal sin molestar a nadie (ni ser molestado por nadie más). Se refugió finalmente en uno de los canales adyacentes al lago y colgó su ropa en las ramas de un árbol cercano, tal como había visto en las películas. Acto seguido, se lanzó al agua sin más compañía que su desnudez.

Con todo y la distancia respecto de la zona principal del gran lago, el ambiente festivo de la noche no tardó en contagiársele. Todavía con la cabeza enjabonada, Alfredo nadó por el canal hacia la fuente principal llamado por el canto de un banco de sirenas (las risas de un grupo de mujeres, en realidad). Tuvo que ir corriente arriba por una pendiente para llegar a su destino, pero nada le impidió llegar a la cima, dejando una estela de shampoo por todo el camino.

Las jóvenes, al verlo llegar, rieron ante lo que les parecía una escena divertida: un sujeto flacucho y de rasgos más bien toscos, con el cabello rizado y enmarañado, lleno de jabón y con el gesto cansado, arribaba al santuario en el que ellas jugaban. Una de ellas, la más atractiva por cierto, se sintió conmovida por el esfuerzo que el feo plebeyo había mostrado y le dirigió una enternecida sonrisa.

Sobra decir que Alfredo cayó seducido al primer instante. Ella era rubia, con una cabellera que le llegaba casi hasta la cintura. Sus ojos parecían un espejo del cielo pues eran del mismo tono azulado que la bóveda celeste que de día se alza sobre el caótico mundo. Su nariz, de perfil recto y fino, coronaba un par de labios que imploraban ser besados; no hacerlo sería un pecado, un crimen.

Y esos labios eran sólo para Alfredo. Incluso cuando él siempre defendió la belleza aborigen de la mexicana color moreno, la novedad de esa noche (jamás en su vida había visto a una mujer rubia) lo llenó de curiosidad, motivo por el cual atendió sin chistar al llamado de la misteriosa dama. Extasiado desde el momento en que ella le miró, se acercó tímidamente; ella en cambio, lo abrazó casi con furia bestial.

Habían pasado menos de cinco minutos cuando los besos se habían convertido en caricias. El amante había captado el mensaje de la ninfa y se había tranformado en una bestia. Su disposición era tal que bien pudo haberla matado de habérselo pedido ella.

Con la misma furia, ella gemía imparable. Los gemidos se tornaron en alaridos y Alfredo supo que el clímax estaba a punto de llegar. Entonces estalló y dio una última estocada. La belleza blanquecina de la mujer se tornó rojiza cuando un hilo de sangre invadió el agua del lago. Esos gritos no eran de placer, eran de dolor. Dolor provocado por él.

Alfredo se separó de ella, para descubrir que la había atravesado. Ella yacía sobre el agua, con los ojos en blanco, aparentemente sin respirar.

La multitud miró al asesino con ojos inquisitorios. "Ella no está muerta", renegaba él en un intento de autoconsuelo. Para su fortuna, la chica emitió un tenue suspiro, dándole la razón.

Las compañeras de la víctima cubrieron de insultos a Alfredo. Una de ellas incluso trató de golpearlo, pero él evitó el puño. Se agachó para recoger a su trágico amor y la colocó sobre sus hombros. Con ella a cuestas, se echó a correr en busca de un hospital. En su carrera, el otrora hermoso bosque de Chapultepec le parecía maldito ahora. Un lugar de desgracia e infortunio que le urgía abandonar.

Finalmente se encontró fuera del bosque. Serían casi las 2 de la mañana; no había transporte alguno y tenía que llevarla a alguna clínica, pero el trayecto hasta entonces recorrido era ya largo y había hecho mella en sus fuerzas. A partir de aquí tendría que caminar; cada minuto era una agonía nueva. Cada instante transcurrido era una oportunidad perdida en la lucha por la sobrevivencia de la hermosa joven. Y todo era culpa suya.

Después de lo que para Alfredo fueron horas (en realidad no más de veinte minutos), dos hombres, ataviados en trajes negros y con la piel del mismo color, se acercaron al joven pípila. Los extraños argumentaron ser primos de la mujer herida y ofrecieron llevarla en su automóvil. Alfredo agradeció la ayuda ofrecida y les entregó a la chica. Apenas introdujeron su cuerpo completo, los sujetos se treparon al carro y arrancaron, abandonando al pobre en la fría avenida.

Resignado, Alfredo caminó hasta su casa, mas el recorrido le había alejado bastante del lugar llamado hogar. Estaba a punto de caer rendido de no ser porque el milagro que necesitaba apareció frente a sus ojos.

Una camioneta de color azul se detuvo junto a él. Un corpulento anciano de cabello corto y ojos infantiles se acercó a ofrecerle ayuda. Le costó trabajo hablar (no dominaba el idioma español, y temía que su lengua natal no fuera entendida por el muchacho), y apenado, dijo:
-You want me to take you somewhere?

Los ojos de Alfredo brillaron y una carcajada salió de su boca una vez que reconoció al viejo. ¡Era Brian Wilson, uno de sus cantantes favoritos! No paró de brincar a la voz de "You're Brian Wilson! You REALLY ARE Brian Wilson!!".

Lejos de enfadarse por el fanatismo mostrado, el artista lo miró divertido como si estuviera mirando una atracción circense. Una vez que Alfredo volvió en sí, se sorprendió por la actitud tan relajada de alguien a quien imaginaba más arrogante dado su status de superestrella. Así que no titubeó y corrió a abrazarlo. El viejo Rió y devolvió el abrazo amablemente. ¡Por fin todos los pesares de la noche habían terminado!

-Yo sé que no es la mejor ocasión -expresó Alfredo en perfecto inglés-, pero me estaba preguntando... ¿me firmarías un autógrafo?
-Oh, sure -respondió Wilson.

Alfredo buscó un pedazo de papel en sus bolsillos. Sólo entonces descubrió que desde que dejó el Lago de Chapultepec, no llevaba nada puesto sobre su piel. El músico rió de nuevo y de su bolsillo izquierdo sacó papel y pluma, y plasmó su firma en aquél. Dio el papel a Alfredo y envió a uno de sus acompañantes (quienes hasta entonces no habían pronunciado palabra alguna) a la camioneta por una muda de ropa para el leal fan.

Apenas terminó de vestirse, Brian ordenó a todos que abordaran su vehículo, pero antes de que pudieran hacerlo, un automóvil que se acercaba a toda velocidad, se impactó contra la camioneta; se escuchó un estruendo y el siempre relajado Brian Wilson experimentó una radical transformación: sintiéndose culpable de la tragedia que ante sus ojos se desplegaba, comenzó a repetir incesantemente:
-It's my fault, it's all my fault.

En cuestión de segundos, una carambola se había formado en la avenida; unos diez autos se habían estrellado unos contra otros y los cuerpos yacían en el asfalto. "Pero si apenas hace cinco minutos no había un solo vehículo por acá", pensaba Alfredo con sorpresa y desesperación. Esto era sin duda una macabra ironía de la vida.

Tan macabra que amenazaba a la estabilidad emocional de Alfredo. Y el propio Brian no ayudaba demasiado: ¡había perdido totalmente la cordura el anciano! En un intento por salvar la mente de los dos, el muchacho trató de consolar a su mentor, que no paraba de echarse la culpa del accidente:
-No Brian, you're a beatutiful guy. Really, it's not your fault.

Mientras lo decía, le daba palmadas en la espalda para hacerlo sentir seguro. Nada funcionaba y el sujeto cada vez se encontraba peor. Poco faltaba para que se tirara al piso llorando y balbucéando ruidos ininteligibles. Entonces, un último vehículo chocó contra la camioneta de Brian. Era un microbús, y el golpe fue tan duro que sus puertas se abrieron. Al hacerlo, el cuerpo inerte de un niño escapó, cayendo a los pies de los dos hombres, quienes miraron al pequeño atónitos. Su piel lucía amarillenta y sus ojos vidriosos y desorbitados miraban -es un decir- al infinito vacío.

Finalmente los dos perdieron el juicio.
-He's dead! -gritaron al unísono.
-Yes... as he's been since 1881 -replicó una cavernosa voz a sus espaldas.

Aterrado, Alfredo emitió un grito ahogado. Ante la desesperación por no poder siquiera gritar para desahogarse, optó por una mejor solución: observando que desde la aparición de Wilson, la avenida se había poblado, sabía que rápidamente más automóviles llegarían. Sin chistar, se lanzó al carril central en cuanto el primer automotor se acercó. Afortunadamente, la pesadilla había terminado...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantan tus cuentos JOhn ;) siempre me alejan de todo, por eso amo leer de pronto se te olvida la realidad, me gusto el final lejos de darme escalofríos por como iba la historia me dio risa jijiji es más hasta me losimaginé bailándo a la thriller XDD MI falta de puntuación siempre ha sido uno de mis grandes puntos débiles no lo se porqué casi nunca uso y si de pronto uso alguno es porque pensé mmm creo que es demasiado XDD :) estoy muy molesta JOhn descubrir que Uli me engañó durante mucho tiempo se me hace como burlarse de mi en fin su nueva novia dice que el puede hacer lo que el quiera con quien quiera ¡no mames! jajaja en fin el uno para el otro a él le gusta engañar y a ella ser engañada que onda con la freak relationship, me dan igual pero si me destruyó la imagen que tenía de él tiene carita de inocencia pero es un cabrón, ni el cariño de lo que fuimos (mentiras puras mentiras) ni por la amistad que conservábamos me quedo de él es una mentira andando así que si lo ves patéalo y luego corre porque es re maloso me costó aceptar que era mentiroso, manipulador, ladron, inestable, chismoso, mitómano, traicionero y además de todo eso según el es un angel que no rompe un plato pinche guey por cierto te voy a firmar entradas pasadas por si quieres leer lo que te escriba te quiero JOhn!

G. dijo...

chido cuento. A ver cuando em animoa publicar unio de lso que yo tengo.

Si la proxima entrada ami blog hablarae sobre el epic fail de tlalpan, por cierto mido 1.69 xDD un poco mas del promedio pero no tanto, pero te juro que estas bien. Al menso eres mi tipo, pero te pareces un buen a un tipo que me acosaba cuando vi tu foto dije "NO MAMES O____O hasta mi blog consigio" pero ya vi que no xDDD
Saludos

Anónimo dijo...

A ver wey.... la primera parte carece de diálogos, es completamente impersonal, y después atascas de diálogos hasta en inglés? Pts, tu texto no tiene pies ni cabeza. Brian Wilson!? Neta necesitas crear tus propios personajes...

Estás más divertido cuando te limitas a burlarte de tus experincias personales.

The retro girl dijo...

wow!!! lo de los gemidos y la sangre y eso me encantó!! jejeje

parecía una historia porno con algo de buenas vibraciones.

Buena manera de alejarse de lo cotidiano

Jaime en el hospital del terror dijo...

WTF? Jajajajaja esa no me la esperaba, que cuento más interesante, me agradó, haces que mis horas de oficinista de hospital sean más amenas.

Ya no tengo PC en casa (T_____T) por lo que tal vez me tarde un poco entre lectura y comentario, jajaja pero ten por seguro que sigo apoyando el blog.

rockdrigo dijo...

anonimo necesita una buena cojida