lunes, 22 de junio de 2009

Cómo ser freak y no morir en el intento

Después de dos meses de dormir tres o cuatro horas al día por navegar en inter---ejem, estudiar, por fin, el viernes pasado, todo terminó. Ya estoy del otro lado.

Y qué mejor manera de celebrarlo que yéndome a pasar el fin de semana en Cuernavaca.

Para ser sincero no sé cómo es que terminé hasta allá. Sé que era el cumpleaños de la prima de una amiga de mi hermana, y que a mi sis la invitaron al huateque. Empero, desconozco cómo es que me anexé al paquete. Antes me llevaba bien con las amigas de mi hermana, pero desde que hace algunos meses tuve un pequeño encuentro con una de ellas, la situación se volvió incómoda y desde entonces cada que las chicas nos visitan yo me encierro en mi recámara (lo cual hubiera hecho de todos modos, dadas mis ocupaciones recientes) y no he tenido contacto con ellas. Mi teoría (porque de verdad, juro que yo mismo no recuerdo cómo terminé con ellas) es que mi papá me mandó de chaperón para cuidar a mi hermanita y vigilar que no hiciera nada indebido.

Aclarado parcialmente el punto, la fecha original para el viaje era el sábado 13 de junio. Pero hubo problemas con el alquiler de la casa y se recorrió para la siguiente semana. Mejor para mí, el 13 era mi foto de generación y no podía yo faltar a tan especial ocasión.

Así que, después de que el viernes llegara a mi casa de mii último examen (literalmente fue un examen final), pasé un buen rato en la computadora y terminé yéndome a dormir alrededor de las 3 de la mañana. Craso error, porque había que estar en casa de Patty, la amiga de Faby (mi hermana) a las 8. De modo que, una vez más, dormí apenas unas cuantas horas.

Supuse que me dormiría en el camino, el viento en mi cara durante todo el camino me lo impidió (iba sentado junto a la ventanilla y con el calor que hacía no íbamos a dejar las ventanas cerradas; sólo que a esa velocidad el viento en la cara no es tan agradable)... y el hecho de que yo me iba orinando.

Antes de partir, me empaqué de un jalón un litro de agua confiando que llegaríamos rápido a Cuernavaca. Pero el trayecto fue un poco más largo de lo previsto y mi vejiga pagó mis errores de cálculo. Inicialmente eran apenas ligeras ganas que pedía resistir con un poco de paciencia, más tarde se tornó más difícil la labor y finalmente no pude resistir. Primero sugerí que nos detuviéramos en un Oxxo para surtirnos de comida, bebida y botana y así yo aprovecharía para ir al baño, pero mi propuesta fue rechazada a pesar de ser práctica (obviamente no expresé el verdadero motivo de mi sugerencia). Estábamos ya en Cuernavaca cuando externé mi deseo de expulsar mis líquidos y el chofer de la camioneta dijo: "Espérate, ya en un rato llegamos". Creí en él, pero luego de unos 15 minutos no podía más. Estaba a punto de estallar; llevaba ya unas cuatro horas aguantando las ganas. Encima, todas las calles estaban llenas de verdes jardines y árboles en los que orinar sería un deleite. Era inevitable no pensar en mis esfínteres ante tal vista.

"¡Por favor, deténganse, necesito un árbol!", exclamé en un grito ahogado, pues ya no podía hablar siquiera.

La camioneta se detuvo en una esquina y corrí por la calle hasta alejarme lo suficiente de la vista de los demás (no iba a dejar que me observaran en un momento tan íntimo como es el arte de mear). Volví instantes después al vehículo y lo abordé, pero la camioneta no resumió la marcha.

Resulta que casualmente habíamos llegado a la calle donde quedamos de ver a los demás viajeros (llevábamos dos autos). En otras palabras, pude haber esperado un par de minutos más y la camioneta de todos modos se hubiera detenido y yo hubiera podido satisfacer mis necesidades sin tanto escándalo. Lástima, ya había empezado mal.

Desde entonces, durante todo el día recibí burlas sobre el incidente. Avergonzado, reí cuando la cumpleañera, muchas horas después, me miró y me dijo:

"Tú tienes flojo el esfínter".

Diablos.

Una media hora después de aquel penoso incidente, llegamos al lugar indicado por los dioses (que no era un islote con un águila sobre un nopal devorando una serpiente, aclaro). Una acogedora casa con un enorme patio y una alberca de tamaño pequeño, pero suficiente para que dieciséis personas cupieran en ella sin problemas.

Claro que no era cosa de quitarnos la ropa y lanzarnos a la alberca. Había que... sí, había que ir a comprar comida, bebida y botana. Pero no quisieron hacerme caso, torpes... Se nombró a una comisión para que fuera a comprar lo necesario y los que se quedaron pudieron disfrutar de las instalaciones después de únicamente dejar sus maletas en un lugar seguro e instalar el equipo de sonido. Como único hombre presente en ese momento, fui el encargado de bajar del auto la enorme bocina que nos serviría para amenizar el convivio. Descargué el aparato y lo llevé hasta el pórtico de la casa sin ningún problema, pero estorbaba un poco, así que alguien me sugirió que la subiera a la mesa-bar que había allí mismo. Pero al hacerlo, uno de los soportes de la bocina se rompió sin causa aparente y me quedé con la pura agarradera en la mano. Realmente no entiendo qué sucedió. No se me cayó (como todos dicen) dado que yo aun tenía la agarradera en la mano. Pero nadie vio de cerca y todos creyeron que realmente se me había caído ya fuera porque no la aguanté o porque me tropecé. Otro punto menos. Para mi afortunada fortuna, el dueño de la bocina era de los que fue por la comida, por lo que no me vio y jamás se enteró de lo que hice. ¿Qué hice? ¡Pues hacerme pendejo!

Cero y van dos.

Después de eso, por fin me comporté como persona normal, conbebiendo y echando relajo. Sin embargo ya estaba marcado. Con el veto que tengo con las amigas de mi hermana, y que los demás ya tenían su propia bolita de amigos, jamás pude integrarme con alguien y pasé casi toda la tarde por mi cuenta, nadando en la piscina o caminando por el patio. Ocasionalmente hubo desmadre global y pude integrarme por un rato, pero nada del otro mundo. Sin embargo, fue divertido y relajante.

Comimos placenteramente una deliciosa carne asada. Tragué como hace años no comía... esa carne estaba simplemente exquisita. ESO es el verdadero éxtasis. Mi orgasmo gastronómico fue lo mejor de todo ese día. Sí, inclusive mejor que la extremadamente sensual y a la vez graciosa coreografía que montó un sujeto que tenía un cuerpo envidiable (obviamente él era homosexual, por cierto). Y ni qué decir de las cervezas y la botana. Por primera vez en mi vida me supo rica una cerveza. Y ni siquiera me embriagué, así que mi conciencia puede estar tranquila.

Ya en la noche (al rededor de las 9), un poco aburrido, me metí a la casa. Encontré un mullido sillón y me acurruqué para descansar un rato; a final de cuentas, el relajo el la alberca había sido cansado y unos minutos de descanso no me caerían mal.

Desperté a las 10 de la mañana del domingo.

Así es, a los ojos de los demás, desperdicié el mejor momento del fin de semana: la noche del sábado, cuando todos cantaron canciones juntos y jugaron emocionantes partidas de poker, animados por el fluir del alcohol. Escuché por ahí, durante mis sueños, un par de comentarios sobre mi errática conducta a lo largo del día. Nada importante como para levantarme de mi sillón. Tuve tambén un par de sueños, el primero un melodrama protagonizado por mí y la amiga de mi hermana con la que tuve mi mini-aventura de pipí-popó (Armando Vega Gil dixit), y una caricatura de mi salida de la Universidad el segundo. Ambos plagados de la más variada música de fondo, gracias a la ambientación musical de la fiesta. De Aphex Twin a Miguel Bosé y de Zoé a música de antro gay, así estuvo conformado el soundtrack de mis sueños.

Hace meses que no tenía sueños tan interesantes. Hace meses que no dormía más de 5 horas en un mismo día. Podrán decir que desperdicié un viaje a Cuernavaca durmiendo, pero para mí, no fue para nada un desperdicio. De haberme quedado en casa, me hubiera desvelado hasta las 3 de la mañana leyendo idioteces en internet, así que no habría tenido tan necesitado y merecido descanso. A mi manera, fue un gran viaje.

La mañana del domingo básicamente fue descansar, escombrar la casa y preparar todo para el viaje de vuelta, y aun quedó tiempo para un último chapuzón. En una de esas, todavía temprano, fui a dejar mi mochila a la camioneta y encontré en uno de los asientos, un par de libros de Rius: RecetaRius y Los Panuchos. Tomé el primero y me senté a leerlo sin detenerme.

En cuanto lo terminé, tomé el segundo e inmediantamente comencé su lectura. Finalicé 10 minutos antes de llegar a casa. En todo el trayecto de vuelta jamás intercambié palabras o miradas con nadie; simplemente leía. Por ahí escuché, durante mi lectura, que alguien le dijo a mi hermana: "Oye, tu hermano es raro". Me sorprende que apenas lo hayan notado, considerando que hace como un año que trato a las muchachas en cuestión.

En conclusión: pasé un viaje a Cuernavaca durmiendo y leyendo (ah, y haciendo el ridículo sin tener que estar ebrio). Y aun así lo disfruté como enano. Definitivamente debo de ser muy freak para eso.

7 comentarios:

Jaime (el porta!) dijo...

No mames, yo he buscado libros de Rius hasta debajo de las piedras y no encuentro ni madres!
T__T.

Y por lo del viaje, pues no importa como te la pases, lo importante es que te relajes, yo normalmente cuando me lleno de estrés me voy a la maravillosa Uruapan, de la cual estoy profunda y secretamente enamorado. Me paso todo la tarde caminando por el centro, voy a comer ceviche, compro una revista y me tiro en frente de una fuente a leer, me voy a la fayuca y a algunos bazares con la esperanza de encontrar juegos de video viejos (me encanta coleccionarlos), casi siempre me llevo gratas sorpresas... ¿por qué te digo ésto? por que para muchos ir a Uruapan es ir a jalar, al cine, a ver a las putitas (que están de 10... me cuentan), al teibol, a la disco y Soriana, y demás cosas de niños ricos, para mi eso es lo más aburrido y chafa del mundo.

The retro girl dijo...

al fin!!!

aventuras en la dimensión des-conocida!!!

me alegra tu excursión, esto parece leer la historieta semanal, las aventuras de Juanín!!!

sólo a tí te pasan cosas así!!!

pero son divertidas, gracias x amenizarme la tarde.

Faltan los dibujitos!!!

eso sí estaría GENIAL.
XD

The retro girl dijo...

x cierto, GRACIAS x tu queja.

Texto corregido y listo.

G. dijo...

Chale, como aguantaste tanto?
A mi también me llega a pasar eso con mi familia cuando vamosa cuernavaca y todos juntos argh, mi hermana también es fresa.
Sóloq ue yo a al primera de escaparme lo hago.
Eso de teenr trabajo tiene una ventaja

Charro Negro dijo...

Los libros son muy buenos conversadores, nunca te dejan hablar, yo los prefiero con el IPOD a soportar uno que otro familar.
Sin embargo, si se tratan de dos mecanicos en su habitat natural, mi amigo...deja de leer!!!
Saludos!

fabee dijo...

amm lo unico qe tengo
qe comentar al respecto es
qe cuando te fuiste a hacer tus "necesidades"
no te alejaste lo suficiente
xq aun te veias
jajajajajajaja
pero no te preocupes
todos nos volteamos XD

fabee dijo...

aaa i qe mal chaperon eres
x dormirte
no viste lo qe hice en la noche XD

te qiero banano
aunqe seas lo mas freak!