lunes, 20 de julio de 2009

Por eso prefiero el metro

Hace un par de semanas, un amigo y yo conversábamos sobre mis deseos de poseer una motocicleta. Concluimos que con mi forma de ser tan atrabancada y descuidada, no pasarían diez minutos antes de que me encontrara yaciendo en la acera debido a algún accidente. Sin embargo, una vez al año me sucede algo que me pone al borde de la muerte y yo salgo airoso e ileso, por lo que en realidad un accidente en moto no debería preocuparme, ¿o sí?

Hace aproximadamente una hora, estando yo en el gimnasio, escuché ruidos de vidrios rotos y algunos gritos. Al principio supuse que se trataba de mi imaginación (finalmente me caracterizo por fantasear todo el tiempo, incluso durante mis ejercicios matutinos), pero instantes después, todos los que allí se encontraban, incluyendo a mi maestro, se amontonaron en la ventana, cuchicheando sobre lo que ante sus ojos se mostraba. La curiosidad me mataba (diría que soy curioso, pero más bien soy metiche; quizás un poco de ambas), pero preferí continuar con mi actividad para poder llegar lo más pronto posible a mi casa y tirarme a mi cama a echar la hueva el resto del día.

Pero la realidad jamás se puede evadir. JAMÁS. Puede uno hacerse pendejo y de la vista gorda, pero aún así se está conciente de la situación, por más que finjamos. y en efecto, no pude esta mañana huir de lo que había acontecido.

Justo afuerititita del gym, a la orilla de la acera, una motocicleta azul estaba tirada en el asfalto; junto a ella su conductor sangrando por la cabeza, aparentemente muerto -o al menos inconciente-. Delante, una combi un poco maltrecha. También divisé pasajeros en la calle, pero sólo pude distinguir a un niño, ya que -afortunadamente- como mis lentes se rompieron al jueves pasado, no los llevaba puestos en ese momento y sin ellos mi vista no es más potente que la de un topo, por lo que el resto eran manchas.

Dicen que de los males el menor, de modo que puedo considerarme afortunado de fijarme sólo en el niño (que era el más cercano al punto en que yo me encontraba mirando) y no en el resto de la escena, que debió ser espantosa. Pero obviamente hubiera preferido mil veces ver a cualquier otra persona que a un niño de no más de cinco años, que gemía y lloraba; él también sangraba por la cabeza. Escuché también gritos femeninos y muchos murmullos: junto al gimnasio hay una cocina econónmica y todos los que ahí desayunaban, junto a los empleados del negocio, se amontonaban en la calle para ver lo que sucedía, formando una pequeña multitud de metiches. Imbéciles. Que se ocupen de sus propias vidas si no van a ayudar (cosa que lamentablemente dudo fuera posible ante esas circunstacias).

En cambio yo, horrorizado, salí corriendo del lugar, con la mente abstraída ante lo que vi. Cierto es que este semestre vi en fotos y video cosas peores en mi clase de Medicina Forense (gente hecha papilla por explosivos, mutilaciones, bebés devorados por animales...), pero nada se compara con lo que se vive, o al menos con lo que se que se atestigua en persona. Principalmente el niño y los gritos de la(s) mujer(es) han estado rondando en mi mente durante lo que va de la mañana. Y no sé cómo sacármelos de la cabeza.

Me pregunto si el niño vivirá; cuántas personas más salieron heridas. Me hago teorías estúpidas sobre qué habría pasado si yo hubiera atestiguado el accidente cuando sucedió, si incluso me hubieran herido a mí también (que algún vidrio roto volara y se incrustara en mí, por ejemplo).

Para empezar, me pregunto cómo pudo pasar dicho siniestro y quién lo provocó. Por la escena, es obvio que la moto se impactó con la combi y no al revés, ya que como mencioné previamente, la moto estaba atrás de la camioneta. ¿Pero de quién fue la culpa? Una hipotésis es que el conductor del transporte haya frenado de golpe en lugar de hacerlo progresivamente como debería ser, no dando tiempo al motociclista de detenerse también, ocasionando el impacto. La otra es que el chofer hiciera bien su trabajo, pero que un atrabancado (como yo) piloto fuera tan rápido que incluso ante un frenado lento por parte de la combi, no pudiera frenar por la alta velocidad que llevaba, siendo él el culpable (y en dado caso, hasta cierto punto mereciendo el destino que le deparó).

Independientemente de quién haya sido el agente detrás del choque, me sorprende que una motocicleta, mucho más ligera que una combi, haya podido dañar a ésta última. Por lo que vi sobre accidentes vehiculares en forense, cuando una moto se impacta con un automóvil, casi siempre al auto no le pasa nada, o recibe daños menores. ¿Pero debió hacer el de la moto para que los propios pasajeros de la combi resultaran con tales daños? Vaya usté' a saber qué chingados pasó.

Y por supuesto, me pregunto si yo sería capaz de provocar un accidente de tal magnitud si yo fuera motociclista...

Y pensar que apenas dos semanas atrás me burlaba de los accidentes en motocicleta. Ya no quiero una moto. Ahora sólo quiero mis piececitos santos. Seguir caminando y admirar con toda calma el paisaje de mi ciudad. Que se mueran los estúpidos choferes valemadres; que se mueran los motociclistas imprudentes. Pero que no se mueran los infortunados cuyo único crimen es no tener dinero suficiente para pagar su propio automóvil (¿por qué siempre tengo que hacer un histérico y pseudo-mesiánico comentario político-social?).

Pero no puedo traumarme de por vida y temerle al transporte público, pues me encuentro entre los que dependen de él, y no está entre mis planes quedarme encerrado en mi casa de por vida. A final de cuentas todos estamos propensos a que de un instante a otro, un desafortunado acontecimiento cambie nuestras vidas. O termine con ellas.

Por eso, y con todas sus deficiencias, prefiero mil veces viajar en metro.

3 comentarios:

Jaime (el porta!) dijo...

uyyy que fuerte! A mi no me llaman la atención las motos (irónicamente los juegos de motociclismo figuran entre mis géneros favoritos), y aunque me llamaran la atención, mi padre santo siempre me ha dicho "necesitaría no quererte para comprarte una moto", lo que yo traduzco como "no me hagas gastar en chingaderas y en gastos médicos". Desafortunadamente no he visto algún accidente en moto (si leíste bien, Desafortunadamente). jajaja les agarre algo de odio cuando un jr. faceteaba con su cuatrimoto para impresionar chamacas: subía dos de sus llantas al camellón (algo alto y muy angosto), el muy pendejo estuvo a punto de arrollarme (yo iba caminando por el camellón), y lo más chido es que todo ocurrió frente a la oficina de Tránsito. >_<

Pero, si me ha tocado presenciar accidentes, una vez hasta dos en una misma noche, jajaja en el segundo de éstos me shockie cuando ví a un policía volar como 3 metros desde la caja de la patrulla y aterrizar de espalda en el asfalto, estuvo inmóvil cerca de dos minutos, hasta que por fin se movió D:

Como sea, yo también prefiero mis pies, caminar, ejercitarme y sentirme mi propio vehículo, prueba de ello es que nunca he querido enseñarme a manejar, y soy felíz así.

The retro girl dijo...

chale! que mala onda...pobre niño..espero en verdad que esté bien...

accidentes suceden todo el tiempo, no es de extrañarse que en esta ciudad pase uno así, pero...yo digo que no hay que generalizar, la moto también es un medio de transporte eficaz y muy usado.
(así bien comercial)

Mejor es ser cuidadoso y no dejar que por un descuido, inocentes la paguen, por que eso sí no tiene madre.

G. dijo...

Vaya, que fuerte.
Si es mejor caminar además sirve de eejrcicio, solo por eso yo em tarde más tiempo en aprender a manejar. Aparte de que no faltará el irresponsable que maneje en estado etilico.
saludos y esperemos el niño esté bien.